Un bonito grupo de personas se jugaba ayer los cuartos en el Casino Lukia Bilbao. Lo hacían por amor al arte. Y por una buena causa. Se celebraba una subasta benéfica cuya recaudación será destinada a las Siervas de Jesús de la Caridad, que dedican sus esfuerzos a ayudar a las personas en situación de exclusión por cualquier razón. Escalera de color de corazones. Una perfecta doble apuesta.
Antes de que Marisa Arnaiz, de Subastas Gran Vía, empezara a manejar con soltura su mazo de madera y el personal solidario levantara las paletas rojas con su número en blanco que fueron repartidas a la entrada, el gerente de Casino Lukia Bilbao, José Manuel Mollinedo, donó dos de los óleos. Ambos espectaculares. Un Arriaga de Fernando Marina, quien estaba presente en el evento. Y una playa obra de Iñaki García Ergüin. El receptor fue el concejal de Cultura, Gonzalo Olabarria, quien agradeció la donación y matizó que “no son para el ayuntamiento; son para todas y todos”.
Explicó la presentadora del acto, Ainhoa García, que desde el año 1996, “el Casino forma parte de la vida de la Villa: primero lo hizo en la calle Navarra, en el edificio La Bilbaína, después, en el año 2000, abrió sus puertas en el edificio Coliseo Albia, y desde 2023 está ubicado aquí, en el corazón de Bilbao, en la plaza de Campuzano”. Desde sus comienzos hasta ahora “artistas de diferentes estilos y generaciones han expuesto sus obras en el Casino”, señaló Mollinedo. La subasta tiene su origen en las obras de arte que el Casino ha ido acumulando a lo largo de los años. “Ahora cerramos el ciclo dándoles un destino especial mediante esta subasta, encaminada a obtener fondos para la congregación de las Siervas de Jesús y su importante labor social”, concluyó el gerente. Itziar Rodríguez, responsable de la conservación del Patrimonio Artístico Municipal de Bilbao, ofreció una perspectiva histórica y actual sobre la labor humanitaria de las Siervas de Jesús, fundada en Bilbao a finales del siglo XIX. “En los años 80, cuando la droga causaba estragos, en el edificio que tienen junto al Convento de la Naja, ellas se dedicaban a cuidar a los que padecían SIDA, fundamentalmente por problemas de drogas; siempre han estado donde nadie quería estar, lo que resume bien su labor”, recordó Rodríguez. Hoy dan desayunos diarios a aproximadamente 100 personas. “El año pasado fueron unos 30.000 desayunos, dirigidos a la gente más desfavorecida de la ciudad: inmigrantes y personas con problemas de toxicomanías que viven en la calle acuden allí cada mañana”, destacó.
Por todas esas personas pujaron quienes se sentaron ayer en el saloncito montado al efecto en el casino. Se acercó, por ejemplo, el escultor Alberto Eskerri. Mientras se realizaba la subasta, Iván Barba se dedicaba al arte en directo: daba gusto verle sacar lascas de un jamón brillante y perfumado. Atendían de maravilla y riguroso negro, Judith Martínez, Rocío Martín, Erika Martín y el resto del equipo del casino, encabezado por Iraide García de Vicuña, José Manuel Calvo y Marta Prados.
Acudieron las hermanas Luchy y Elena Montoya, que coincidieron en la mesita del cava con Merche Ortega. El retrato de Merche forma parte de los rostros de mujeres pintados en el Muelle de Marzana a la altura del puente de la Merced. “He pisado esta moqueta más que las empleadas”, dijo. Y se confesó muy aficionada al póker y al gilé.
Se encontraban en la subasta Lídia González, Ana María Rodríguez, María San Juanes, Javier Escudero, Miren Menchaca, Javier Blanco, Fátima Cabezón, Eneko Liceranzu, Pilar de Miguel, Gregorio Sánchez, Begoña Varela, Ana Arberas, Jaione Merino, María Ángeles Lastra, Verónica Alonso, Adela Lorenzo, Javier Irizar, Alberto y Lorenza Monasterio, Teodoro Renedo, Inés Campo de Lera, June Puente Campo, Carmiña Pérez, Marisol Arroyo, Raquel Rodríguez, Sergio González o Itsasne Zarrabeitia. Buenas obras para una buena obra.