HAY una eterna duda que penda sobre las cabezas del pueblo vasco: ¿puede Bilbao volver a inundarse? Lanzó esa pregunta al aire en la cálida tarde de ayer, justo cuando estallaba una tormenta de verano de goterones, la Comisión de Bizkaia de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, representada por Libe Zalbidea en las entrecajas de la organización, en una mesa redonda moderada por José Luis Neyro, médico y amigo de número (RSBAP-CB) en la que participaron María Esther Solabarrieta, bióloga y jefa de las Cuencas Cantábricas Occidentales de URA (2012-2018), quien se preguntó si podían repetirse inundaciones como las del 83 del pasado siglo, para ofrecer una respuesta acongojante, un claro que sí, sin dudas, y Pedro Barreiro, ingeniero industrial y director gerente del Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia, quien explicó que la estrategia del CABB prevé grandes soluciones ante la inundabilidad. Entre las insinuaciones de María Esther, basadas en datos históricos y el riesgo del cambio climático, y las previsiones de las que habló Pedro, preparándonos para el futuro, el asunto quedó ameno y científico, una doble mirada que siempre atrae.

En su introducción, que justificaba la cita, José Luis Neyro recordó que las inundaciones que sufrió Bilbao y otras zonas del territorio histórico de Bizkaia en el final de agosto de 1983 supusieron un antes y un después en el devenir histórico y sociológico para casi todas las personas que las padecieron; ello contribuyó incluso a cambiar de orientación muchas cuestiones en toda la CAV. Constatada esa realidad, Neyro aseguró que “el inequívoco cambio climático en los últimos años, apenas 40 años después de aquel desastre, permite comprobar que nada es tan estable como para que a la naturaleza se le impida evolucionar. Y no siempre a nuestra conveniencia”.

En su recorrido histórico, empapado de datos, fechas y nombres propios, María Esther recordó al alcalde de Bilbao de 1979, Jon Castañares, al venirle su imagen a la cabeza, camino del salón de actos del edificio de Juntas Generales de Bizkaia, cuando cruzó una ría sembrada de jóvenes practicando deportes náuticos. “Le hubiese encantado”, dijo. También recordó a Margarita Martín, responsable de Aemet en Euskadi, quien habló del “diluvio que llegó desde los Alpes e inundó Bilbao”. María Esther describió cómo las miradas expertas se centraron en Suiza y en la zona de Baviera, en los Alpes; se cocinaron en el Golfo de Lyon y desencadenaron en Bilbao.

Esta y otros historias más –Pedro habló de cómo está Bilbao preparado y preparándose por si acaso e hizo hincapié en los tanques de tormentas, grandes depósitos subterráneos que recogerían buena parte del agua desbordada...– escucharon los presentes. Entre ellos se encontraban Ibon Areso (a quien creo que recuerdo haberle oído, a bordo de un seaway, cómo Bilbao corrigió las curvas de la ría a su paso por la ciudad para hacer frente a los aguadutxus...), Josu Bergara, Iñaki Anasagasti, José Alberto Pradera, Pedro Hernández; el médico humanista Ricardo Franco Vicario, Teresa Querejazu, Manu Barandiaran, miembro de la RSBAP; la historiadora María Jesús Cava, Mikel Arieta-Araunabeña, director gerente de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao; Eduardo Aranduy, Janire Bijueska, del Consorcio de Aguas, Xabier Amenabar, Alberto Pérez, Mikel Larrañaga, Ricardo Suso, Idoia Herreros, Elisa Gallego, Juan Aguirre, Yolanda Martínez, Carmen Aizkorreta, Asun Uzabal, Amaia Amestoy, Cristina Martínez, José Luis Fernández, Francisco Ortega, Mikel Ortiz, Maite Aranguren. Isabel Muñoz, Mari Carmen Rodríguez, Josean Olabarria y un buen puñado de gente que siguió de cerca una mesa redonda sobre la que cayó un diluvio de recuerdos y de ideas, una lluvia que encandiló de lo lindo.