Tiran las cañas de la amistad bien fresquitas, reparten abrazos y sabrosonas salchichas a tutiplén, invitan a varias rondas de alegría, siembran ocurrencias a cada paso y durante tantos y tantos años han invocado a la felicidad en un bar de referencia para el Bilbao de los disfrutes. No fue por ello extraño que en la noche en la que se celebraron las bodas de plata del Ein Prosit, con Enrique, Carmen y Alfredo Thate a la cabeza, saliese el sol de la diversión. Se diría que fue un baúl de las sorpresas del que iban saliendo maravillas tras maravillas. Lo mismo se asaron unos espetos (un error de cálculo de los vientos ahumó a los primeros asistentes, como si fuesen lomos de salmón...) que llegó una batukada para agitar los esqueletos de los más bailongos; lo mismo apareció Alberto Inunciaga, Alber Inun para los carteles, conocido como el cowboy de Bilbao, con su guitarra hasta que llegaron los municipales, que hicieron acto de presencia, qué se yo, el entrenador del Athletic, Ernesto Valverde, o el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, entre otros cientos de amigos.

¡Qué jolgorio, qué disparate, qué bacanal! Andoni Goikoetxea y Dani recordaban los viejos tiempos de la gabarra y su más que posible reaparición, y unos metros más allá Joseba Etxeberria apostaba porque así fuese; exalcaldes de Bilbao como Josu Ortuondo e Ibon Areso se entremezclaban, qué sé yo, con el chef estrellado Álvaro Garrido, el whiskyman de bigotes prusianos Manu Iturregi, los alemanes Thomas y Klaus, María Loizaga, Esther Otero, Vanessa Pérez San Emeterio, que habla de la pequeña aldea bávara, o Verónica Portell, todas ellas reinas, reinas de la noche. A caballo entre la calle y la barra se movían Isidro Elezgarai, Fátima del Río, Jon Aldeiturriaga, Kepa Elejoste, José Mari Amantes, Álvaro Díaz de Lezana o Tomás Sánchez, quien durante tantos años fue el gobernante de Casa Vasca.

Allí se encontraron, por ejemplo, el artista gráfico Asier Sanz y el presidente del BEC, Xabier Basañez; la presidenta de la Fundación Sabino Arana, Mireia Zarate, y Jon Andoni Zarate, sin parentesco alguno. Testigos de todo ello fueron Roberto Ruiz, Ricardo Martín Ariño, el txakolinero Roberto Ibarretxe, Ana Roquero, el hotelero Elier Goñi; Jon Uriate y Jorge Cerrato, tocados ambos con sombreros borsalinos; Oskar Martínez, del Tximist; Naiara Álvarez, Javier Riaño, José Ángel Corres, Beatriz Marcos, Beatriz Terreros, Piru Azua, uno de los txirenes más puros que quedan; José Gondra, Mariano Gómez, Gabriel Inclán, Elena Marsal; Jon de Miguel, maestrante del bar Plaza Nueva, del Casco Viejo; José Ángel Pereda; maestro en discursos; Begoña Ortiz, Jon Ander Lambea, Rafa Beato; Yolanda Aberasturi, Luis Epalza, Fernando San José, Nerea García, Miren Garate, Elena Collado, Iñigo Urrutia y un buen número de asistentes que dieron lo mejor de sí para cruzar, junto al Ein Prosit, la frontera hacia el medio siglo.