Tiran las cañas de la amistad bien fresquitas, reparten abrazos y sabrosonas salchichas a tutiplén, invitan a varias rondas de alegría, siembran ocurrencias a cada paso y durante tantos y tantos años han invocado a la felicidad en un bar de referencia para el Bilbao de los disfrutes. No fue por ello extraño que en la noche en la que se celebraron las bodas de plata del Ein Prosit, con Enrique, Carmen y Alfredo Thate a la cabeza, saliese el sol de la diversión. Se diría que fue un baúl de las sorpresas del que iban saliendo maravillas tras maravillas. Lo mismo se asaron unos espetos (un error de cálculo de los vientos ahumó a los primeros asistentes, como si fuesen lomos de salmón...) que llegó una batukada para agitar los esqueletos de los más bailongos; lo mismo apareció Alberto Inunciaga, Alber Inun para los carteles, conocido como el cowboy de Bilbao, con su guitarra hasta que llegaron los municipales, que hicieron acto de presencia, qué se yo, el entrenador del Athletic, Ernesto Valverde, o el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, entre otros cientos de amigos.
Alfredo Thate, Andoni Goikoetxea, Carmen Thate, Richard Fernández, Joseba Etxeberria y Enrique Thate.
Oskar González
Tiran las cañas de la amistad bien fresquitas, reparten abrazos y sabrosonas salchichas a tutiplén, invitan a varias rondas de alegría, siembran ocurrencias a cada paso y durante tantos y tantos años han invocado a la felicidad en un bar de referencia para el Bilbao de los disfrutes. No fue por ello extraño que en la noche en la que se celebraron las bodas de plata del Ein Prosit, con Enrique, Carmen y Alfredo Thate a la cabeza, saliese el sol de la diversión. Se diría que fue un baúl de las sorpresas del que iban saliendo maravillas tras maravillas. Lo mismo se asaron unos espetos (un error de cálculo de los vientos ahumó a los primeros asistentes, como si fuesen lomos de salmón...) que llegó una batukada para agitar los esqueletos de los más bailongos; lo mismo apareció Alberto Inunciaga, Alber Inun para los carteles, conocido como el cowboy de Bilbao, con su guitarra hasta que llegaron los municipales, que hicieron acto de presencia, qué se yo, el entrenador del Athletic, Ernesto Valverde, o el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, entre otros cientos de amigos.
Jon de Miguel, Oskar Martínez, Jose Ángel Pereda, Isidro Elezgarai e Iñigo Urrutia.
Oskar González
Tiran las cañas de la amistad bien fresquitas, reparten abrazos y sabrosonas salchichas a tutiplén, invitan a varias rondas de alegría, siembran ocurrencias a cada paso y durante tantos y tantos años han invocado a la felicidad en un bar de referencia para el Bilbao de los disfrutes. No fue por ello extraño que en la noche en la que se celebraron las bodas de plata del Ein Prosit, con Enrique, Carmen y Alfredo Thate a la cabeza, saliese el sol de la diversión. Se diría que fue un baúl de las sorpresas del que iban saliendo maravillas tras maravillas. Lo mismo se asaron unos espetos (un error de cálculo de los vientos ahumó a los primeros asistentes, como si fuesen lomos de salmón...) que llegó una batukada para agitar los esqueletos de los más bailongos; lo mismo apareció Alberto Inunciaga, Alber Inun para los carteles, conocido como el cowboy de Bilbao, con su guitarra hasta que llegaron los municipales, que hicieron acto de presencia, qué se yo, el entrenador del Athletic, Ernesto Valverde, o el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, entre otros cientos de amigos.
Jose Pascual Otalora, ‘Spasky’; Roberto Ruiz; José Antonio Nielfa, ‘La Otxoa’; María Loizaga; Esther Otero y José Ramón Elua.
Oskar González
Tiran las cañas de la amistad bien fresquitas, reparten abrazos y sabrosonas salchichas a tutiplén, invitan a varias rondas de alegría, siembran ocurrencias a cada paso y durante tantos y tantos años han invocado a la felicidad en un bar de referencia para el Bilbao de los disfrutes. No fue por ello extraño que en la noche en la que se celebraron las bodas de plata del Ein Prosit, con Enrique, Carmen y Alfredo Thate a la cabeza, saliese el sol de la diversión. Se diría que fue un baúl de las sorpresas del que iban saliendo maravillas tras maravillas. Lo mismo se asaron unos espetos (un error de cálculo de los vientos ahumó a los primeros asistentes, como si fuesen lomos de salmón...) que llegó una batukada para agitar los esqueletos de los más bailongos; lo mismo apareció Alberto Inunciaga, Alber Inun para los carteles, conocido como el cowboy de Bilbao, con su guitarra hasta que llegaron los municipales, que hicieron acto de presencia, qué se yo, el entrenador del Athletic, Ernesto Valverde, o el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, entre otros cientos de amigos.
Kepa Elejoste, José María Amantes, Álvaro Díaz de Lezana y Tomás Sánchez.
Oskar González
Tiran las cañas de la amistad bien fresquitas, reparten abrazos y sabrosonas salchichas a tutiplén, invitan a varias rondas de alegría, siembran ocurrencias a cada paso y durante tantos y tantos años han invocado a la felicidad en un bar de referencia para el Bilbao de los disfrutes. No fue por ello extraño que en la noche en la que se celebraron las bodas de plata del Ein Prosit, con Enrique, Carmen y Alfredo Thate a la cabeza, saliese el sol de la diversión. Se diría que fue un baúl de las sorpresas del que iban saliendo maravillas tras maravillas. Lo mismo se asaron unos espetos (un error de cálculo de los vientos ahumó a los primeros asistentes, como si fuesen lomos de salmón...) que llegó una batukada para agitar los esqueletos de los más bailongos; lo mismo apareció Alberto Inunciaga, Alber Inun para los carteles, conocido como el cowboy de Bilbao, con su guitarra hasta que llegaron los municipales, que hicieron acto de presencia, qué se yo, el entrenador del Athletic, Ernesto Valverde, o el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, entre otros cientos de amigos.
Manu Iturregi, el chef ‘estrellado’ Álvaro Garrido, Vanesa Pérez y Jon Aldeiturriaga, brindando.
Oskar González
Tiran las cañas de la amistad bien fresquitas, reparten abrazos y sabrosonas salchichas a tutiplén, invitan a varias rondas de alegría, siembran ocurrencias a cada paso y durante tantos y tantos años han invocado a la felicidad en un bar de referencia para el Bilbao de los disfrutes. No fue por ello extraño que en la noche en la que se celebraron las bodas de plata del Ein Prosit, con Enrique, Carmen y Alfredo Thate a la cabeza, saliese el sol de la diversión. Se diría que fue un baúl de las sorpresas del que iban saliendo maravillas tras maravillas. Lo mismo se asaron unos espetos (un error de cálculo de los vientos ahumó a los primeros asistentes, como si fuesen lomos de salmón...) que llegó una batukada para agitar los esqueletos de los más bailongos; lo mismo apareció Alberto Inunciaga, Alber Inun para los carteles, conocido como el cowboy de Bilbao, con su guitarra hasta que llegaron los municipales, que hicieron acto de presencia, qué se yo, el entrenador del Athletic, Ernesto Valverde, o el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, entre otros cientos de amigos.
Tiran las cañas de la amistad bien fresquitas, reparten abrazos y sabrosonas salchichas a tutiplén, invitan a varias rondas de alegría, siembran ocurrencias a cada paso y durante tantos y tantos años han invocado a la felicidad en un bar de referencia para el Bilbao de los disfrutes. No fue por ello extraño que en la noche en la que se celebraron las bodas de plata del Ein Prosit, con Enrique, Carmen y Alfredo Thate a la cabeza, saliese el sol de la diversión. Se diría que fue un baúl de las sorpresas del que iban saliendo maravillas tras maravillas. Lo mismo se asaron unos espetos (un error de cálculo de los vientos ahumó a los primeros asistentes, como si fuesen lomos de salmón...) que llegó una batukada para agitar los esqueletos de los más bailongos; lo mismo apareció Alberto Inunciaga, Alber Inun para los carteles, conocido como el cowboy de Bilbao, con su guitarra hasta que llegaron los municipales, que hicieron acto de presencia, qué se yo, el entrenador del Athletic, Ernesto Valverde, o el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, entre otros cientos de amigos.