EL gellidismo ya está aquí. El milenarismo, aquel cuya llegada profetizó en la tele un eufórico y trastabillante Fernando Arrabal, jamás se materializó. Pero el gellidismo sí.

Ayer tarde se dio cita la comunidad gellidista en Bidebarrieta Kulturgunea. Se formó la cola de rigor, tipo pescadilla, peldaños arriba y abajo de la escalinata que da al salón de actos de la biblioteca.

El gellidismo crece. Lo integran personas de lectura voraz, amantes de los crímenes misteriosos, las tramas de intriga plagadas de emociones turbias y la violencia sofisticada. El vallisoletano César Pérez Gellida es, a sus 49 años, uno de los maestros del llamado género negro. Entre sus galardones, el Nadal 2024, del que se hizo merecedor por la novela que presentaba ayer en Bilbao, Bajo tierra seca. Se trataba de la decimotercera ocasión que acudía al botxo, ciudad que siempre le ha gustado, a presentar un libro.

El gellidismo resulta tan embriagador que si, cuando faltaba un cuarto de hora para el comienzo del evento, se hubieran cerrado de golpe los portones del salón, se hubiera apagado la luz y, al prenderla de nuevo, hubieran aparecido tres cadáveres envueltos en cinta de carrocero ¡nadie se hubiera movido de su asiento! El gellidismo auténtico lleva a morderse las uñas, apretar los dientes y preguntarse qué acontecerá después.

Y, ojo, que se trata de una afición que contagia a familias enteras. Daniel Pardo, que aseguró haberlo leído todo de Gellida, se acercó con su hijo Julen, de 12 años, demasiado joven aún para la negrura, que portaba en las manos lo último de Rick Jordan. Daniel espera que al autor le tiente la novela juvenil para poder iniciar a Julen. Caso aparte es el de Alberto Blánquez, gellidista a carta cabal desde los inicios y que era la tercera ocasión que se acercaba a una presentación del escritor. Le acompañaban su pareja, Irene Cordero, y el peque, Ander.

Los jóvenes Jon Gisasola e Iñigo Aguirre también habían leído la obra completa de Pérez Gellida. “Me gusta mucho, sabe por dónde llevarte y cómo jugar contigo”, explicó Aguirre.

Se confesaron miembros de la comunidad Maite Gutiérrez, José Luis Padilla, Vivina Díaz y su hermana Rosario. Se acercaron a Bidebarrieta Kulturgunea, Raquel Fulgueira, Alberto Valverde, Sandra García, Patxi Bilbao, Eunate Ibargüen, Joxe Inazio Ángel, Luciano Pascual, María José Dapena, Jorge Familiar, Mari Mar Aldama, Sara Lamas, Irkus Iturburu, Marije Brizuela o Javier Antolín. Estaba en la gloria la pareja pucelana formada por Puri Ferraces y Jorge Ortega, de viaje en Bilbao, y que se enteraron de que su famoso paisano también se encontraba en la villa de Don Diego. Gellidistas acérrimos, no perdieron la ocasión.

Asistieron José Luis Martínez, Santos Díaz y Carmen Martín. A la gellidista Ana Gómez le acompañaba Ricardo Borrego. El joven Aitor Cobos, enfundado en su camiseta negra de los heavies Kreator, compró la novela en el puestito habilitado por Elkar. “No lo conozco, pero me interesa la literatura y hablamos de todo un premio Nadal”, arguyó.

El autor compareció acompañado por María Fernández. No hace falta ser un lince para inferir que se trata de la misma María a la que está dedicada Bajo tierra seca.

Ofició como entrevistador y moderador del coloquio el conocido periodista de Onda Vasca Txema Gutiérrez. “Es un lujazo presentar aquí a un escritor tan carismático como Pérez Gellida”, reconoció Gutiérrez, gellidista de pro, a quien la novela en cuestión le ha “encantando porque añade un contexto histórico” a la habitual y potente trama negra.

Aunque el gellidismo ha llegado, su profeta se retrasó unos minutos. Nada grave. Eso sí, mereció la pena la espera. Se mostró sencillo, afable y cercano. Hoy, la comunidad gellidista es más grande que ayer.