ÉRASE un mundo descomunal, visto como todo un espectáculo, según se cree. Cuenta la Historia recogida por el Museo de Bellas Artes de Bilbao que dirige Miguel Zugaza que en torno a 1400, las cortes europeas alumbraron algunas de las más brillantes manifestaciones del arte medieval. A partir de ese momento y durante todo el siglo XV, artistas activos en toda Europa, desde París hasta Florencia, hicieron gala de un acentuado gusto por la elegancia formal y por la extravagante moda de la época. El resultado fueron creaciones fascinantes que aún hoy nos sorprenden por su sofisticación visual, resultado de una particular combinación de elementos realistas y decorativos. La sublimación visual de los valores de la aristocracia tardomedieval, y en especial de los códigos caballerescos, fue el objetivo principal de la mayoría de las obras. Con este curso, titulado Los fastos del Gótico. El arte de la última Edad Media, el Museo de Bellas Artes da rienda suelta al ciclo de conferencias sobre el arte gótico organizado junto con la Fundación Amigos del Museo del Prado y BBK.

Emprende, a su vez, un viaje a un universo estético extraordinario, fundamento en gran medida del imaginario construido en torno al arte medieval. Hay 239 personas inscritas en las ocho conferencias programadas. La cita comenzó el último día de enero con una ponencia de Joan Molina, jefe del departamento de Pintura Gótica Española del Museo del Prado, quien tituló su exposición Entre la realidad y el sueño. El cartre de corte en el crepúsculo de la Edad Media, charla que impartió en Bizkaia Aretoa.

Ayer le cogió el testigo el fiorentino Andrea De Marchi, catedrático de Historia del Arte de la Universitá degli Studi di Firenze. Escogió como título para su ponencia Pisanello, la naturaleza como prodigio y el mundo como espectáculo y la pronunció con una traducción simultánea y tras la presentación de Javier Novo, coordinador del Área de Conservación e Investigación del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Le arroparon en la cita la gerente del museo, Leire Jaureguibeitia, y Marta García Maruri, subdirectora de comunicación. El miércoles que viene Josefina Planas, catedrática de Historia del Arte de la Universitat de Lleida, mantendrá el rumbo con una charla que llevará por título El ocio cortesano en Las muy ricas horas de Jean de Berry, un libro de horas profusamente iluminado, escrito en latín, realizado por el taller de los hermanos Herman, Paul y Johan Limbourg hacia 1410, por encargo del duque Juan I de Berry.

Regresemos ahora a la tarde de ayer pero antes pongámonos en contexto. El arte gótico se sitúa en la baja Edad Media, coincide temporalmente primero con una época de plenitud en el comercio tras las cruzadas, donde las ciudades comenzaron a ser rápidamente pobladas y la cultura urbana se desarrolló enormemente, y luego con una época de depresión y crisis con la llegada de la Peste Negra y la Guerra de los Cien Años.

A la cita con este tiempo acudieron, entre otros, Maite Lozano; el subdelegado del Gobierno, Vicente Reyes, María Fernández Cuervo, Lorena Zabala, Elvira López, María José Zabala, la doctora Eloina Sancho, la economista Sita Chinchetru, Mel Arranz, Conchi Soret Aguirre, Manuela Sobrado, Mila García Olaverri, la cónsul belga Sylvie Lagneaux, Mercedes Sancet, Edurne Abinagoitiz, Margarita Fernández, Carmen Juaristi, Txabi Loiola, Sabina Laguardia, Carolina Sanz, quien aseguraba llegar con el pase de una compañera que no pudo llegar, Carmen Martínez, Virginia Sobremonte y un buen número de hombres y mujeres que tienen previsto darse un paseo por el gótico a través de sus artes. El arte gótico tuvo una gran influencia del románico y a su vez influyó enormemente a la corriente artística posterior, el Renacimiento italiano, que lo desdeñó.