SI quieres dar un paso adelante, debes perder el equilibrio por un momento, dijo Máximo Gramellini, un escritor de café. Ignoro si tiene algo que ver con el ballet y la danza. Ni siquiera sé si le gusta. Pero viendo ayer el fastuoso espectáculo servido en bandeja de plata en el Palacio Euskalduna, la gala Bilbao es ballet, donde Teresa González Ardanaz pone alma, corazón y vida, esa sensación daba, siempre al borde del precipicio, con las zapatillas de danza en puntas y echando fuego. A un paso de caer, daba la impresión. Pero sin morder el polvo nunca. Las y los protagonistas parecía que echarían a volar.

Quien lleva haciéndolo durante años por medio mundo fue Mikel Larrabeiti, cuyas zapatillas aladas han planeado por el Teatro San Carlo, Scottish Ballet o Deutsche Tanzkompanie, entre otros. Ayer ganó la tercera edición del premio Bilbao es ballet que recogió de las manos del concejal de Cultura Gonzalo Olabarria. Tomaba el testigo de otros dos antecesores de lujo: Javier Amo (Ópera de Múnich) y Elisa González (English National Ballet). Bien cerca aplaudían la honra el consejero Bingen Zupiria; la diputada foral Leixuri Arrizabalaga y el director de desarrollo de negocio de DEIA, Ibon Mujika.

Digamos que es un proyecto ilusionante donde se entrega Teresa que, como les dije, es profesora de ballet clásico, bailarina y fundadora del proyecto Bilbao es Ballet. Ayer presentó la gala Unai Izquierdo, soberbio en el uso del humor y fabuloso al calzarse unas mallas para recrear unos pasos en francés (después revelaría que se usa ese idioma porque fue el Rey Sol quien proyectó el ballet por medio mundo...) que le salieron, diría yo, apañados.

Una de las misiones principales de la gala, según atestigua la propia Teresa, es poder contactar con el talento local que está triunfando fuera de casa y comprobar los avances de la gente que se esfuerza en el día a día. Dan fe de ello profesoras como Miryan Villanueva, Ana Lara Fernández, Amparo Olmedo o Sara Etxebarri entre otras. Y como ejemplo de esa gente abanderada que pasea el nombre de Bizkaia por escenarios de medio mundo estuvieron el propio Mikel Larrabeiti , acompañado por Eva Sánchez Martz (Martz Contemporary Dance Company, Cirque du Soleil ACDN Productions…) –bailaron juntos una pieza, Simbiosis que arrancó los aplausos...– y con Laura Pérez Hierro (Compañía Nacional de Danza, Ángel Corella Ballet, Opera Nacional de Burdeos...) y Juanjo Carazo (Compañía Nacional de Danza, American Ballet Theatre II, Ballet de Orlando...), estos dos últimos con otro número de fábula.

Teresa fue la encargada de dar la bienvenida con un elegante aurresku que bailó al compás del chelo de Unai Sánchez Abad, y con numerosas apariciones (la pieza Juana I, reina sonámbula, la escribieron Eduardo Blázquez y Begoña Moraes...), aunque no pudo bailar con Marlos Dino, lesionado de última hora. Como broche, se alzó el cuadro de Mari. La Diosa Vasca, pieza que dirigió la propia Teresa. Diosa principal de la mitología vasca, Mari baila con sus hijos, dirigiendo los elementos o acompañando a la luna y sol. Antes de que todo se lanzase unas ilustraciones audiovisuales recordaron que Bilbao es ballet ha colaborado este año con el Tour de Francia y Txikito.es, entre otras ocurrencias.

Sigamos con el repaso. A uno u otro lado del escenario se encontraban Maite Bereziartua, June Mujika, Anne Olabarria, Cristina Zulaika, Itziar Fernández, Natividad Ubis; bailarina becada por la Diputación foral; Diana y Mariana Visa, Mikel del Valle, Muriel Domínguez, Pilar Gutiérrez, María Murillo, Cristina Perea, Mercedes Bravo, y otra gente en una tarde donde bailaron el Estudio de Ballet Clásico Teresa González Ardanaz, Danza Libre, Estudio de Danza Sara Etxebarri, Ana Lara Dantza Eskola y Allegro Ballet Studio.