N una franja de terreno de unos 2,5 kilómetros entre el monte Gaztelumendi, en Larrabetzu, y Urrusti, en Gamiz-Fika, las tropas franquistas rompieron la línea del Cinturón de Hierro el 12 de junio de 1937 durante la Guerra Civil. Este avance les permitió obtener la llave para ejecutar la posterior conquista Bilbao. Un área de terreno que todavía hoy, 83 años después, guarda en silencio la memoria de aquellos fatídicos días. Por eso durante los últimos dos años se han llevado a cabo dos campañas de excavación arqueológica dentro del proyecto de puesta en valor, socialización y divulgación del Cinturón de Hierro de Bilbao, promovido y patrocinado en el protocolo de colaboración interinstitucional para la conservación y puesta en valor de este sistema de fortificación entre el Instituto de la Memoria Gogora, Gobierno vasco, las diputaciones de Araba y Bizkaia y los 33 municipios afectados que lo componen.

En este sentido, durante la campaña de 2018 dirigida por Sergio Salazar e Iñaki Líbano, este último presidente de Edestiaurre Arkeologia Elkartea, y patrocinada por el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos, Gogora, se realizó el seguimiento arqueológico de la intervención de los asentamientos de ametralladora del Cinturón en el término de Loba y su entorno más cercano en Gamiz-Fika.

Durante estos trabajos se desarrolló una prospección sistemática y se inspeccionaron los caminos de las trincheras que partían de Loba hacia Gaztelumendi. "Estos trabajos permitieron la localización de dos nuevos nidos de ametralladora inéditos y sin catalogar gracias a la colaboración del alcalde de Gamiz-Fika, Asier Larrabe, y del teniente alcalde, Aitor Etxegarai", destaca Líbano. De este modo, estos elementos de gran interés patrimonial los investigadores los denominaron Eperlanda 1 y Eperlanda 2.

Estos nuevos asentamientos se encuentran "a unos 1.000 metros" de donde se rompió el Cinturón de Hierro en 1937. En este sentido, la cercanía y proximidad sobre una de las áreas más importantes dentro de la caída del Cinturón de Hierro, les animó a considerar que era "muy importante su limpieza y excavación" para compararlos con los de Loba y documentar este conjunto monumental que forma parte del patrimonio de Gamiz-Fika.

Sobre esta línea, los resultados de la intervención en los elementos de Loba y la posible correlación de estos con los descubiertos, se llevó a cabo en 2019 mediante una segunda campaña realizada para poder completar el trabajo de estudio. Así, la limpieza y seguimiento arqueológico de Eperlanda 1 en 2019 dio unos resultados "extraordinarios", según apunta Líbano. En concreto, se han recuperado gran cantidad de casquillos y algunos utensilios que se quedaron en el lugar donde cayeron y fueron posteriormente pisados en la arcilla y la arena que compone el suelo del elemento. "De esta forma hemos podido obtener una visión fotográfica del momento del enfrentamiento y recuperar materiales que aportan datos importantísimos para la investigación", prosigue. Actualmente, todos estos materiales arqueológicos están "en proceso de restauración" en el Arkelogi Museoa de Bilbao. "Una vez concluido este proceso dispondremos de más datos relativos a calibres de la munición y dónde se produjeron, a qué bando pertenecían, en dónde se realizó el peine para el pelo, el tipo de cuchara encontrado o el tenedor de metal así como los calibres y fabricación del centenar de casquillos y balas encontrados, la metralla o la pieza de broce perteneciente al mecanismos de un arma posiblemente pistola, etc.", agrega. A su juicio, este factor de conservación ha sido "determinante" para conocer "cómo se desarrollaron los hechos inmediatamente posteriores a la ruptura del Cinturón de Hierro de Bilbao el 12 de junio de 1937 en la defensa de la zona de Eperlanda en Gamiz-Fika".

Por último, también en este asentamiento se realizó "una restauración fotogramétrica" del grabado que se encuentra en el muro, enfrente de la entrada del polvorín, y aunque es de "unos años posteriores a la ruptura del Cinturón", -tal y como aclara Líbano-, permitió a los investigadores obtener "una visión memorial" sobre los vecinos que padecieron aquella dramática etapa. Sin duda, una ardua labor investigadora que ha permitido recuperar parte de la huella de la ruptura.