Karmele nació el 23 de junio de 1937 "entre luces de bengalas lanzadas por los kazas y el estruendo de las bombas" de los sucesivos ataques aéreos sobre Zalla. Su padre se despidió de ella y de su mujer en el colegio de las Irlandesas transformado en hospital y se marchó voluntario con el batallón Abellaneda. No sirvieron los intentos de las monjas de convencerle para que se escondiera allí mismo, arriesgando sus propias vidas para proteger a quien "al igual que ellas, había ayudado a mucha gente en el pueblo". Tres años después, Karmele preguntó a su madre: "¿Quién es este hombre?", cuando Jesús Ariño volvió a casa. Su nieta, Jasone Acasuso, recoge el guante y amplía en un libro la respuesta para dar a conocer la figura del último alcalde antes de la llegada de los franquistas y sus esfuerzos por proteger a la población aunque casi le costara la muerte.

En casa "se hablaba poco" de aquella época, "pero se hablaba". Y más cuando, tras el fallecimiento de una tía hace siete años, "hallamos documentación del paso de mi abuelo por un batallón de trabajadores". Jasone emprendió entonces su búsqueda particular, aprovechando sus vacaciones para bucear en archivos de "Salamanca, Ávila, la Biblioteca Nacional o A Coruña, donde di con la revisión de la condena de mi abuelo y declaraciones de testigos".

Sus amistades le decían "que había que hacer algo con todo esto". Y como en tantos otros casos, el confinamiento le procuró tiempo para clasificar el material. "Le di un poco de forma con la idea de pedir ayuda para organizarlo bien", para lo cual contactó con Novélame, la empresa que también realiza los libros sobre memoria histórica que el Ayuntamiento de Galdames regala a los vecinos en Navidad. Lo leyeron "y me comentaron que les había gustado y lo mantenían" casi tal cual.

"Hay muchas cosas que mi madre desconocía", como que en 1935 le detuvieron por un altercado con el entonces alcalde de derechas de Zalla en el que había intervenido para que la discusión con otra persona no fuera a más. Cuando el ba-tzoki abrió sus puertas en 1933 a Jesús lo nombraron conserje, compaginándolo con su trabajo de carpintero y Asun se encargó del bar de la primera planta, así que se trasladaron a vivir al edificio, que se mantiene casi igual que en aquellos años.

En 1936 resultó elegido concejal por segunda vez. Al estallar la Guerra Civil formó parte de las Juntas de Defensa. En el pleno de Zalla del 8 de abril de 1937, el alcalde presentó un escrito y un certificado médico en el que exponía que por falta de salud y por requerírsele desde Cuba para asuntos urgentes debía dimitir. La mayoría de concejales también renunciaron a sus cargos, mientras que Jesús Ariño valientemente dio el paso de asumir la Alcaldía para evitar que cayera en peores manos en momentos tan delicados.

Sede del Ayuntamiento de Bakio

Con el frente cada vez más cerca, "había que preparar al pueblo ante una posible batalla, por lo que se organizó la construcción de refugios, se colocaron vigilantes que avisen de un posible ataque aéreo o el gobernador ordenó confiscar todas las emisoras de radio de casas particulares para evitar que pudieran facilitar información a las tropas enemigas". En junio había censados en Zalla más de 2.700 refugiados. Entre ellos, "muchos de Bakio con su alcalde a la cabeza, que instaló las oficinas de su Ayuntamiento en las escuelas de la plaza".

A la caída de Bilbao, se intensificaron los bombardeos y Jesús Ariño comprendió que los franquistas "irían a por él en cuanto entraran", así que se unió al batallón Abellaneda. Se libró de una muerte segura "gracias a la intervención de un comandante italiano que tenía asignado como chófer a Luis Gallarreta", el hermano del hombre al que había salvado la vida en Zalla "formaba parte del ejército franquista y le aconsejó que se apuntara a un batallón de trabajadores".

Teruel, Sigüenza, Toledo o Madrid fueron algunos de sus destinos antes de su traslado a las cárceles de Gasteiz y Bilbao, donde pudo reencontrarse con su mujer. Al ver cómo lloraba desconsolada en la estación después de una de sus visitas, un militar se acercó a Asun Vivanco para advertirle de que se había confundido de tren. Ese hombre tenía un amigo en Zalla. Otra casualidad que jugó un papel providencial. Meses después, en un juicio le conmutaron la condena a muerte por otro año en el batallón de trabajadores "gracias a los vecinos que testificaron a su favor" a quienes había ayudado sin importar la ideología.

Su cuñado no corrió la misma suerte. Tras una "farsa de juicio sumarísimo", aceleraron su fusilamiento antes de que se recibieran los documentos que allanaban el camino para su indulto y reposa en una fosa común del cementerio de Oviedo. Una de las principales calles de Zalla lleva su nombre, Cosme Vivanco, y la plaza contigua al ba-tzoki se bautizó en 2017 como Jesús Ariño en un emotivo homenaje.

"Empecé a recorrer los archivos después de hallar documentos sobre su paso por un batallón de trabajadores"

"Se libró de una condena a muerte gracias a los vecinos que testificaron a su favor"

Nieta de Jesús Ariño