Después de casi seis meses de trabajo previo acondicionando el terreno para construir una haizeola tradicional revestida con piedra arenisca y barro arcilloso, buscando el mineral de hierro, el carbón vegetal, afinando los fuelles y las toberas y acondicionando el canal de sangrado, la tentativa para extraer una agoa se fue al traste por culpa del toque de queda impuesto por la pandemia. "Dos horas, dos horas más y seguro que el resultado hubiese sido otro", se lamentaba Tomás Queirós, un apasionado por la historia del hierro y especialmente por el trabajo de los antiguos ferrones que con los materiales que encontraban en el entorno de sus primitivas instalaciones preindustriales, alguna en la zona datada en el siglo III, obtenían hierro de calidad que se forjaba en instalaciones como la existente en el conjunto ferro-molinero de El Pobal en El PobalMuskiz

"Nuestra intención era emular el trabajo de aquellos ferrones para obtener hierro ya que del proceso solo conocemos bien los condimentos. El hematite, el carbón vegetal o las piedras areniscas y el barro que se usan para construir la haizeola en torno a una agujero cavado en la tierra pero no sabemos casi nada de los tiempos, de las cantidades de cada elemento, de las temperaturas. No hay libro de instrucciones y ello nos lleva a una labor constante de prueba y error", destacaba Tomás. Junto a Juan Carlos Lafuente, Jose Miguel Cantero Peluco y Eneko Bacigalupe emprendieron el pasado mes de diciembres este reto que tendrá una segunda parte dentro de unos quince días con el fin de rematar este proceso que iba bien encaminado. "Metía la barra en la haizeola, porque se atoraba ya que estaba todo el mineral en la boca de la tobera, y era como si estuviese pinchando una bolsa de lava porque se quedaba soldada al instante. Casi no la podía sacar y a base de golpes de maceta para extraerla salía la escoria agarrada a la barra. Fue espectacular, una gozada", explicaba Tomás Queirós, un experimentado ferrón aficionado con más de 15 intentonas a sus espaldas, varias en Galicia y el resto en Euskadi como en la última Burdin Jaia o años antes, en 2017, en Portugalete junto a la UNED.

"Nos pilló el toro con el toque de queda. Lo teníamos a punto de caramelo pero tuvimos que dejarlo porque corríamos el riesgo de una sanción. Si hubiésemos caído lo habríamos hecho de otra forma con otras cantidades, pero...", explica este joven vecino del barrio ortuellarra de Cadegal que sí contó con el permiso correspondiente para retirar del Biotopo de los Montes de Triano, en la zona de la Mina Buena, unos 60 kilos de mineral para esta reconstrucción que contó con un nutrido grupo de apoyo de personas y entidades de la zona. Por la haizeola erigida en el barrio de Las Calizas pasaron desde Carmelo Uriarte del Museo minero -del que son socios varios de los promotores- hasta Ricardo Santamaría de Trueba Zentroa o Marta Zabala y Silvia Ruiz de la ferrería de El Pobal. "Estamos muy agradecidos a la ferrería de El Pobal pues nos dieron 250 kilos del mejor carbón vegetal de encina que tenían para heces la prueba", reseñaba Queirós. No obstante, quiso hacer una mención especial a todos los voluntarios que ayudaron en el proceso llevado a cabo el pasado 1 de mayo y en especial a la septuagenaria trapagarandarra Paqui Heros que no dudó en darle marcha a uno de los tres fuelles con los que a través de las toberas se alimentaba la combustión en la ferrería. La haizeola, en forma de embudo, tenía un altura de unos 100 centímetros de los que la mitad aproximadamente estaba enterrada creando un fondo de vaso de unos 35 centímetros de diámetro. "Logramos una temperatura exterior de 870 grados por lo que el interior rondaría los 1.250. Logramos una pequeña agoa imantada pero repararemos la haizeola y volveremos a intentarlo para lograr hierro y luego forjarlo en El Pobal", prometió Queirós.