El 1 de marzo de 2020 todo eran sonrisas y saludos desde el escenario al colocarse la txapela ante el público que abarrotaba el recinto y brindaba despreocupadamente. Los ganadores de la Txerriki Azoka de Sopuerta arrancaban una temporada de ferias en Enkarterri que se prometía productiva, pero el coronavirusLas consecuencias de la pandemia tocan muy directamente al vencedor absoluto de los certámenes gastronómicos, que también se llevó el premio a la mejor txozna, y a los más valorados en la categoría de mejor estand. En ambos casos, se trata de negocios familiares del municipio. El domingo, en cambio, la convocatoria a la feria se realizó a través de las redes sociales por medio del perfil de Facebook Sopuerta Bizkaia, que invitaba a los usuarios a hacer llegar imágenes de ediciones anteriores.

Joaquín Lezama se ha anudado con orgullo “cuatro o cinco veces” el delantal que le acredita como Chacinero Mayor de Euskal Herria. Esto es, la suma de las puntuaciones de los concursos de chorizo y morcilla, en “los alrededor de treinta años que llevamos participando” en uno de los eventos más emblemáticos de su municipio. Su hija, Argiñe, representa “la quinta generación familiar” que viene al mundo en “una tierra heredada de nuestros antepasados” en el barrio de Carral en el que hace catorce años acondicionaron un agroturismo después de otros tantos funcionando en una ubicación diferente. Les rodean “cuatro hectáreas en un enclave precioso”.

Con una “dedicación plena al sector primario”, les han fallado “las dos patas de la economía doméstica: las ferias y el turismo” en una crisis que se está dilatando más de lo que pensaban, porque “confiábamos en ver la luz en verano”. “No sé cómo llevarán los demás, pero atravesamos situaciones muy complicadas y no vislumbramos la salida”, confiesa. Salen adelante “tirando de ahorros”. Producen maíz, “tenemos un obrador en casa” y están esperando “a ver qué ocurre con la cosecha del año pasado porque productos perecederos y se están echando a perder”, así que Joaquín lanza “un llamamiento a las administraciones porque en el sector primario vamos camino de un año sin ferias y sin ayudas, ayudas que se nos han denegado”.

Su agroturismo Lezamakoetxe suma cuatro meses de cierre y ya gestionan reservas “a largo plazo”, mirando ya a verano y al oxígeno que les ofrecerá la reapertura mañana de la movilidad por Euskadi. “No hay más de momento”. Sin las campañas de Navidad y Semana Santa, “vivimos en una incertidumbre permanente y con esperanza de que las circunstancias mejoren y funcionen las vacunas ya que, de lo contrario, vamos a la ruina”.

En este fin de semana en el que se hubiera desarrollado la Txerriki Azoka, Joaquín Lezama echa la vista atrás con nostalgia. “Acostumbramos a montar nuestra txozna la víspera y el mismo domingo nos acercamos en torno a las siete de la mañana para ir preparándolo todo. Nos esforzamos en la decoración porque es un día muy importante en el pueblo y se entrega un premio específico al puesto mejor ornamentado. Cuando acaba todo recogemos en torno a las 15.00 horas”, agotados, pero satisfechos.

La de Sopuerta y otras ferias de Enkarterri “me parecen muy bonitas, cargadas de tradición y que, aunque no hay tanta masificación en cuanto a personas asistentes funcionan muy bien en lo económico y en participación popular”. Y la ubicación en la campa de Santa Ana “la encuentro preciosa”, asiente orgulloso Joaquín.

Difícil equilibrio

El estand del restaurante Mendiondo de Sopuerta obtuvo la máxima calificación del jurado. Un año más tarde, “estamos llevando mal” las repercusiones del coronavirus, que estalló el año en el que se preparaban para festejar dos décadas de actividad. En cuanto reanudan el servicio “hay gente, porque la clientela está fidelizada”, la cuestión es que “el tema arranca y para y nos pesan las dudas de no saber cuánto va a durar esto; así no podemos seguir, habrá que alcanzar un difícil equilibrio”, indica Josu Lezama.

Reabiertos desde el 23 de febrero, se encomiendan a “una mejoría cuando se restablezca la movilidad entre localidades”. Aun así, estará muy lejos del movimiento habitual en fechas como Semana Santa. Equipados con sitio en el comedor y en una zona al aire libre, “hemos acometido inversiones para adaptarnos” a los protocolos impuestos, renunciando a los grandes eventos. “Funcionamos al 50% del aforo total y con mesas de cuatro personas como máximo, de forma que no estamos dando comuniones, así no se puede trabajar”, señala.

Extreman los cuidados, ya que además, “es un restaurante familiar”. Desde el 2 de mayo “cada quince días efectuamos test de anticuerpos a familia y empleados”.

“Ya gestionamos reservas para verano, pero vivimos en la incertidumbre”

Mejor productor, agroturismo Lezamakoetxe

“Aunque la clientela está fidelizada, vamos al 50% del aforo, y no sabemos por cuánto tiempo”

Mejor estand, restaurante Mendiondo