“En su personalidad confluían diversos factores: campesino, comerciante, viajero y militar” que despuntó hasta involucrarse con un rol destacado en la Guerra de la Independencia contra los franceses, la emancipación de naciones sudamericanas y se puso en peligro para derrocar al rey absolutista Fernando VII. Un halo de misterio envuelve su muerte en Cuba a los 46 años y un paseo de Zaragoza lleva su nombre. Todo eso lo logró Mariano de Renovales desde Artzentales, como mencionó el historiador de Balmaseda Miguel Ángel Álvarez en una conferencia en el municipio natal del sobresaliente personaje, de la que ahora se hace eco el blog Entre Cantones, que divulga historia y cultura de Enkarterri. Si El Ministerio del TiempoY es que “nadie se explica cómo pudo conseguir tantas cosas en tan poco tiempo” concuerda José López, integrante de la asociación Artzentales Kultur Elkartea, que promovió el evento para dar a conocer el pasado local.

La acción comenzaría “en Górgolas, donde Mariano de Renovales Rebollar Santelices y Mollinedo -apellidos todos topónimos de la localidad- nació el 30 de julio de 1774 en el seno de una familia humilde, posiblemente dedicada a las labores agropecuarias”, cuenta Miguel Ángel Álvarez. “Por aquí cerca viven unos Renovales, lo mismo son descendientes. Nosotros no habíamos oído hablar de él. Por lo visto, en el pueblo éramos y somos revolucionarios…”, bromean Jesús María Llano y su mujer, Gloria Ulanga, que residen en uno de los caseríos más antiguos del barrio. “Lo construirían hace cuatrocientos o quinientos años y hace mucho tiempo aquí se encontraba la escuela de la zona”, así que el edificio bien pudo presenciar las andanzas “del segundón entre ocho hermanos”, retoma el hilo el experto.

Las propiedades estaban destinadas a su hermano Joaquín, de ahí que el protagonista emigrara a Buenos Aires en 1790, a los 16 años, “reclamado por un tío para trabajar en el comercio”. En 1807, ya cruzaba el charco a Bilbao. Convertido en indiano enriquecido, se piensa que pudo establecerse “en una casa del barrio Santelices de Artzentales que luce el escudo de los Renovales”, apostilla José López. En España se estaba gestando el conflicto bélico como respuesta al intento de conquista de las tropas francesas. En marzo de 1808 “acaeció el Motín de Aranjuez y como consecuencia de la invasión y del levantamiento del 2 de mayo en Madrid, renunció a una vida ociosa para combatir acompañado por catorce mozos de su pueblo, a quienes costeó su equipación”. Entre ellos, “su sobrino Tomás de Renovales Goicolea, hijo de su hermano Joaquín”. Mariano de Renovales se distinguió en la defensa de Zaragoza “y en agradecimiento le dedicaron un paseo”. Aunque no pudo evitar la capitulación de 1809 que desembocó en su deportación a Francia. En un giro del destino que marcaría su vida, “fue liberado por un golpe de mano efectuado por Vicente Gambra, un terrateniente del Roncal cuyos hijos también iban en el grupo y, precisamente, esta circunstancia le permitió conocer a Josefa Gambra, la hija de Vicente, con quien se casó”.

El curso de la guerra le atraería a su tierra. Así, en una de las tomas de Bilbao en 1812, “liberó a Pedro Alcántara de Espínola, vecino y alcalde de Balmaseda, que estaba preso en la capital desde 1809, cuando los franceses se instalaron en la villa encartada -que había sufrido un devastador incendio en noviembre de 1808 recordado en una representación popular el año pasado- permaneciendo en ella hasta finalizar el conflicto en 1813”. En Balmaseda “ocuparon como cuartel el Convento de los Carmelitas que se situaba en los terrenos donde actualmente se encuentran los Talleres de La Robla, junto al Puente Viejo”.

Detenido por segunda vez, Renovales culminó con éxito su fuga a Londres en 1814 desde un campo de prisioneros de Normandía. En 1816 volvió a jugarse el tipo. Se unió a la conspiración para secuestrar o asesinar a Fernando VII llamada del triángulo “porque cada miembro sólo conocía a otras dos personas con el objetivo de, en caso de ser descubiertos, no poner en peligro a más gente”. Al destaparse el complot, “se refugió en Bizkaia y pudo huir en una trainera desde Zierbena, hasta un bergantín que le trasladó a Burdeos”. “Juzgado en ausencia por un consejo de guerra”, se le condenó a morir decapitado.

Con Bolívar

De Burdeos, otra vez a Londres, “donde contactó con liberales hispanoamericanos, en un momento en el que las colonias americanas estaban inmersas en sus procesos independentistas”. El 13 de diciembre de 1817 escribió una carta a Simón Bolívar en la que se postulaba para unirse a la lucha “y recibió una entusiasta respuesta el 20 de mayo de 1818”. “Curiosamente, su sobrino Tomás de Renovales Goicolea, se hallaba en Venezuela como parte del ejército español y a punto estuvieron de matar a Bolívar”, indica Miguel Ángel Álvarez. Enterado de sus planes, el embajador español en Londres le ofreció la amnistía a cambio de reclutarle como agente doble. Irritó a ambos bandos con sus decisiones hasta que a principios de 1820 recaló en La Habana al enterarse del pronunciamiento liberal de Riego. Poco después, el Capitán General ordenó apresarle en el castillo de Santiago de la Cabaña. Tan solo dos días más tarde, el 21 de mayo de 1820, murió. Aunque “al parecer llegaba enfermo de fiebre amarilla”, se propagaron los rumores de un envenenamiento. Final enigmático para una vida trepidante que “se reflejó en los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós” y también retrató Pío Baroja, quien “le describió como pequeño, moreno y habituado a soltar juramentos; solía repetir: ¡Hostias! ¡Se acabó la humanidad!”. Artzentales descubrirá otras biografías singulares cuando la pandemia posibilite actos con más seguridad. “Tenemos mucha gente que hizo las Américas...”, desliza José López, de Artzentales Kultur Elkartea.