Como un mazazo ha caído entre los aitas y amas y el profesorado de los 36 alumnos de 6º de Primaria del C.P. Cantarrana de Muskiz la negativa del Gobierno vasco para utilizar las instalaciones del centro escolar, fundamentalmente el patio, para llevar a cabo el día 26 de junio la fiesta de la orla que sirve de despedida para estos escolares que acaban su ciclo de Primaria y que el año que viene pasarán al instituto. Sin cejar en el empeño ante las autoridades educativas, los padres y madres tienen un plan B en el que necesitan la colaboración del Ayuntamiento de Muskiz para utilizar algún espacio público donde llevar a cabo el acto en el que se podrían reunir unas 100 personas. “Sería muy triste que estos chavales que llevan toda la vida juntos, algunos desde los dos años, no pudieran despedirse máxime cuando llevan desde el 13 de marzo sin tener ningún contacto con sus compañeros”, valora una madre del AMPA del centro educativo muskiztarra que está organizando la fiesta de despedida. La misma señala que “parece que nuestros niños han pasado de ser los héroes de la pandemia a ciudadanos de segunda en la desescalada. No obstante seguiremos luchando para que los niños y niñas que acaban su enseñanza en el Cantarrana puedan tener la fiesta que se merecen y en la que por supuesto se respetarán todas las medidas sanitarias de seguridad. Son nuestros hijos e hijas”, zanja la progenitora.Según recordaron a DEIA profesores del centro escolar, todos los años coincidiendo con el final del curso se hace una gala de despedida al alumnado de 6º de Primaria que finalizan su etapa para dar el salto a la ESO. “Normalmente el Ayuntamiento nos suele dejar el Meatzari al que acuden también alumnos de 6º de otros colegios y los compañeros de 5º que les tomaban el relevo. Organizamos algunas actividades y cuando acaba se suele hacer un lunch en el centro”, resumían. Sin embargo, este año con la irrupción del coronavirus y las restricciones marcadas por las instituciones en base a criterios sanitarios la cosa se antojaba diferente.

“Este año como está la cosa un poco rara con el tema de la desescalada del coronavirus no teníamos muy claro cómo íbamos a hacer la celebración. Empezamos haciendo con los padres y madres una reunión telemática que tuvo una gran aceptación y se decidió hacer una despedida presencial en el colegio. Un poco en la línea como la que se hizo a Aduriz en el Athletic, organizando el patio para ello. Luego solemos hacer un vídeo partiendo de las fotos de los niños cuando entraron de pequeños al centro -que ya son casi irreconocibles- ,y se les hace una recopilación de su paso por la escuela porque la mayoría llevan desde los dos años en el colegio”, apunta Goiuri Arroyo, andereño de una de las dos aulas de 6º a las que acuden alumnos de Muskiz y de otras localidades como Abanto-Zierbena, Galdames, Sopuerta e incluso de municipios de Cantabria como Otañes o Castro Urdiales.

Para los organizadores el tema primordial es el de la seguridad sanitaria hasta el punto de que como relataba Arroyo “este año como no nos atrevemos a que cada familia traiga algo de casa como en otras ocasiones por el tema de la manipulación de alimentos pues tenemos previsto hacer con un restaurante de Muskiz un catering que permita las medidas sociales necesarias como el servicio independiente para cada núcleo familiar”, remarca Goiuri, quien como el resto de los profesores del ciclo destaca que “los chavales se lo merecen” por el gran esfuerzo que han hecho en estos meses.

“Para todos ha sido bastante duro. Ha sido duro tener que cambiar las dinámicas o las programaciones y estar mucho más cercanos de lo habitual porque ya de normal somos como una familia pero es que de repente tienes que estar más tiempo con ellos porque si no, no tienen la sensación de estar siendo parte de la escuela y encima es su último curso aquí”, razona Arroyo.

Emotividad

La fecha prevista inicialmente -en base a las informaciones públicas del calendario de desescalada- sería el viernes 26 de junio “ya que además tenemos la cosa de que al centro vienen alumnos de Otañes y de Castro Urdiales en Cantabria que hoy día no podrían venir por la prohibición de la movilidad entre comunidades autónomas”, reseña Goiuri Arroyo. “De hecho, para ir haciendo la orla de los alumnos hemos tenido que hacer una certificación para que los padres puedan traer un día concreto a sus hijos desde Cantabria para hacerles las fotos. Todo es un poco más complicado, pero al final es una escuela de Primaria en la que llevan desde los dos años y terminan este año para ir al instituto y las familias sienten que necesitan esta despedida”, explica la andereño. Ella misma comenta que “cuando tuvimos las reuniones virtuales hubo madres y padres que se emocionaban por el hecho de que les hiciéramos la despedida porque pensaban que tras el cierre de los colegios ya no iban a poder volverse a ver. Algunos padres incluso lloraron porque les hizo mucha ilusión”.

El C.P. Cantarrana es, como definen sus profesores, “un colegio pequeño, muy familiar, en el que incluso muchos de los profesores son del municipio o la zona y existe una relación fuera del ámbito escolar y las familias pues valoran este tipo de iniciativas”, apuntan Goiuri Arroyo, Modesto Godoy, Jokin Suárez y Josune Pérez, educadores de estos dos grupos que a su juicio “han hecho un gran esfuerzo de adaptación”. Tanto con la nueva situación de alejamiento físico del colegio en la que han debido renunciar al contacto con sus compañeros a algunos de los cuales igual no vuelven a ver como el hecho de que desde el mes de marzo viven en digital. “Todos los años hacemos algunas excursiones por Euskadi pero este año con el tema del confinamiento, en Inguru nos hemos marcado un gran viaje por las pirámides de Egipto. ¡Qué menos!” comentan a modo de ejemplo.