ESPUÉS de mes y medio de confinamiento, el primer paso de la desescalada llegó con el regreso de los niños y sus juguetes a las calles. Una bocanada de aire fresco frente a un panorama desalentador y gris. Un primer paso que llegó acompañado de mucha incertidumbre, ciertas dudas y algo de miedo. Y es que, mientras la mayoría de adultos ha logrado asegurarse el suministro de mascarillas de protección, encontrar las adecuadas para los niños ha sido más complicado para muchas familias. "No había mascarillas infantiles para comprar en ningún sitio", apunta Noelia González, urduliztarra y fotógrafa de profesión, que durante la pandemia ha formado parte de la red de mujeres costureras voluntarias de diferentes municipios de Bizkaia que, coordinadas por Imanol Osa Elu, voluntario integrante de Bolunta, Cruz Roja y Bizkaia gara, han fabricado desde casa más de 2.000 mascarillas y batas protectoras para distribuir en hospitales, residencias y otros centros.

En este sentido, tras la autorización por parte del gobierno estatal para que los niños pudiesen salir a la calle el pasado 26 de abril, Noelia se cuestionó la situación: "¿Los niños no tienen derecho a una mascarilla en condiciones? Si dicen que son los mayores transmisores del virus...". Por eso decidieron centrarse en la fabricación de mascarillas infantiles y después contactó con Josemari Gondra, presidente de la Asociación de Jubilados Beti Lagunak e impulsor de la iniciativa Osasun Sarea Urduliz que busca promover hábitos de vida saludables entre los vecinos de la localidad. "Me pareció una iniciativa estupenda y, a través de las nuevas tecnologías, hemos podido organizar todo sin salir de casa", señala. De esta manera, Josemari coordinó la iniciativa con el Ayuntamiento, que se sumó a la campaña y, entre todos, se han marcado el objetivo que a "ningún niño de Urduliz entre los 2 y 14 años le falte una mascarilla protectora para cuando realice su paseo". Para ello, Josemari solicitó el censo de menores del pueblo y determinaron que necesitarían 700 mascarillas. "En mi casa, que no somos costureras profesionales, estamos haciendo más de 25 mascarillas al día, pero otras llegan a cien", expone Noelia, que cuenta a los mandos de la máquina de coser con la ayuda de su ama, mientras que su hijo de 5 años también arrima el hombro. "Se encarga de cortar las telas. Es un trabajo en cadena", resume.

Unos dispositivos de protección que comenzarán a repartir mañana y hasta el viernes, y luego también el lunes 11 y el martes 12, en horario de 10.00 a 13.00 horas, en la kultur etxea. Para llevar a cabo el reparto se acotará un circuito a recorrer para evitar contactos. Las mascarillas se distribuirán a los niños empadronados en la localidad y para acreditarlo se "solicitará el libro de familia o el DNI del padre o la madre". Además, se dispensarán de varios tamaños, en función de la edad: de 2 a 4 años; de 5 a 8 años y de 9 a 14 años. "Las mascarillas van desinfectadas en unas bolsitas cedidas por Miren, la de Gosoki, y con una etiqueta con las instrucciones de uso. Por su parte, la mercería Hara eta Horratza ha cedido la tela", explica Josemari. Asimismo, estos dispositivos de protección están hechos "con material sanitario y tela homologada, y son reutilizables", detalla Noelia. "Son lavables. Después de su uso se pueden desinfectar con alcohol y, a partir del tercer día, se pueden lavar con lejía de color o sanytol textil", explica al tiempo que asegura que "si se cuidan bien, sirven para mucho tiempo".

Por último, las mascarillas se repartirán de forma gratuita, pero los organizadores ruegan hacer una donación o bien económica "para seguir comprando material" o de "alimentos imperecederos o material de limpieza". Todo lo donado irá destinado "al voluntariado", apuntan. "Las costureras han tenido que cerrar su negocio y atraviesan una situación difícil", concluye Noelia González.