Hace dos años que nació Casa Hogar Sonrisas y Sueños y desde entonces, esta ONG que palpita desde Plentzia, ha sacado incontables sonrisas a los más pequeños y ha provocado que se cumplan, en alguna medida, un buen puñado de sus sueños. En realidad, sí existe, más o menos, un cálculo de las alegrías y esperanzas que ha conseguido despertar esta asociación de cooperación al desarrollo y promoción social. “En este tiempo han sido entregados más de mil kilos de donaciones”, anuncia Anabel Altuve, la mujer que está detrás de esta entidad en la que también colaboran sus tres hijos.

“Ya han pasado dos años desde que quisimos emprender esta aventura: crear esta asociación familiar, solo motivados por las ganas de ayudar a la infancia desfavorecida. Jamás nos imaginamos todos los apoyos que íbamos a recibir, ni la grandísima responsabilidad (cada vez más grande) de niños y comunidades que se van sumando para atenderlos”, agradece esta venezolana que acumula casi diez años viviendo en Bizkaia. Anabel hace suya la frase de la madre Teresa de Calcuta: “Hay muchas personas dispuestas a hacer grandes cosas, pero hay muy pocas personas dispuestas a hacer las cosas pequeñas”. Y por eso, sumando granitos de arena consigue que ropa, equipaciones deportivas, medicinas o juguetes lleguen a los niños que más lo necesitan. Gente de buen corazón hace donaciones y ella se encarga de que lleguen a sus destinatarios.

En el presente Pero en el trabajo de Anabel hay mucho más, como lo demuestra la misión en la que Casa Hogar Sonrisas y Sueños está ahora mismo implicada. “Nos encontramos haciendo una campaña porque han llegado niños refugiados a Bizkaia y al no estar empadronados aún, no reciben ayudas. Están en varios municipios, son unos cinco niños que carecen de pañales, leche... cosas que son muy costosas. En la medida en que podemos se las vamos cubriendo pidiendo donaciones, porque nosotros no tenemos mucha capacidad económica”, señala la impulsora de esta ONG. A la par, como ella misma indica, están “elaborando un proyecto educativo de clases de refuerzo escolar para estos niños que llegan, porque muchos están sin escolarizar porque no se han podido empadronar”.

Y, por supuesto, Anabel continúa pensando en los niños de su tierra. “Seguimos con los envíos a Venezuela de ayuda humanitaria: medicamentos, ropa, alimentos...”, comenta. La Sociedad Deportiva Plentzia, el Club Deportivo Getxo, Uribe FM, personas a título personal, comercios, etc. han ayudado en estos años a Anabel a ser portadora de ilusiones.