Getxo - Bruna está muy contenta. En su primer día de colegio, ha hecho muchos amigos y quiere contárselo a su abuelo, sin olvidar ningún nombre. Seguro que Bruna no se deja a nadie: ni a Pancho, ni a Niko, ni a Elisa... Pero su abuelo, sin embargo, no los recordará.

Así empieza la historia de Bruna. O más bien, la de Txema Pinedo, e incluso, de algún modo, la de su hija Haizea. El padre de este vecino de Algorta empezó a sufrir Alzheimer cuando él acababa de tener a su primera hija y eso formuló y agitó las inquietudes, las dudas y los interrogantes de Txema. “Durante su enfermedad, pensaba: ¿Le digo a Haizea que le pasa a aitite o no? Pero, ¿cómo se lo cuento?”, rememora.

Pues, precisamente, con un cuento. Txema se lo explicó a Haizea y, por ende, a todos los niños, utilizando su lenguaje, sus colores, su mundo. Lo hizo con La canción de Bruna. “El libro es la respuesta a una pregunta que, realmente, nunca se hizo. Mientras mi hija iba creciendo, mi aita iba estando más afectado por la enfermedad. Ella no preguntaba nada, pese a que un aitite hablaba con ella, reía, jugaba... y el otro, simplemente, jugaba como si fuera un niño pequeño con ella, le dejaba de hablar... Ella se iba emocionada cuando estaba con él; no preguntaba nada, lo veía de una manera natural. Pero tú te quedabas con las ganas de explicarle que no siempre ha sido así, que él ha tenido una vida diferente pero lo que pasa es que se le han ido olvidando cositas”, describe Txema. Ese es el prólogo de un cuento entrañable, dulce pese a lo amargo del tema, y acertado. Porque la razón que aporta Txema en las líneas y las notas de La canción de Bruna es atinada y muy bonita -mejor no desvelarla en este artículo-.

“El fondo es muy duro pero está contado de una manera supertierna”, considera Paul Caballero Barturen. Él es la otra tapa de este libro. Él es la mano. El dibujo. Quien pone rostro a Bruna, al aitite, Niko, Elisa... “No nos conocíamos y un amigo que tenemos en común nos puso en contacto. A mí me dijo: Tengo un amigo que ha escrito un cuento infantil. ¿Te interesa? Y pensé: Pues vamos a ver. Lo leí y me pareció una historia brillante”, recuerda Paul, que sabe bien lo que es descifrar la realidad para los pequeños ojos. “Estudié ilustración en Madrid y al salir hice una colección de cuentos que se llamaban terapicuentos y que abordan patologías comunes de los críos, como hacerse pis en la cama. Por eso, también me encantó este cuento, porque era recuperar esa esencia de mi vida”, asegura Paul. Su camino animado discurrió después y continúa ahora por la publicidad y por encargos de ilustración. En estos momentos, de hecho, está trabajando en un proyecto “para un documental de la televisión española en el que una parte son dibujos”, desvela. Pero lo de los cuentos le tira mucho. “Es lo que más me gusta”, confiesa. Además, es coleccionista de estas mágicas y poderosas historias. Por otro lado, Paul abrirá en pocos meses la primera escuela de ilustración de Bilbao.

conexión “Me mandó un dibujo, que para mí era el más complicado de todos, y aluciné: Este ha pillado el concepto. Por eso, esta obra es suya. Él lo ha puesto todo mucho más bonito”, destaca el autor del cuento. El tándem, por lo tanto, funcionó. “Txema tiene una capacidad para escribir y contarte cosas tremenda”, alaba el ilustrador. “Cuando leí sobre los personajes ya me saltó a la cabeza cómo iban a ser. Me ha parecido superinteresante trabajar en esta experiencia”, añade Paul.

Y bueno, este binomio se extenderá, porque ya está trabajando en el spin-off de uno de los personajes. De Niko. Y es que el argumento central de La canción de Bruna gira en torno al Alzheimer, pero luego, hay mucho más. “No queríamos reflejar mensajes como: ¿Qué quieres ser de mayor? Sino, ¿cuáles son tus sueños?”, incide Txema. Por eso, cada personaje lucha por sus ilusiones. Niko es un topo que navega. ¡Ah, sí! Todos los que intervienen en este relato son animales. Paradójicamente, el abuelo de Bruna y ella son elefantes. “Tenemos un universo tremendo por narrar”, adelanta Txema, que se ha estrenado en el mundo de la literatura con este cuento -de Ediciones Jaguar y que está disponible ya en librerías, Amazon, etc.-. “Creo que es una explicación bonita, da igual en la fase de la enfermedad en la que se esté, para decir a los peques lo que ocurre de un modo cariñoso”, opina. Su aita ya no está. No pudo ver el cuento. “Está dedicado a él”. Es en su recuerdo.