Durango - En una sociedad donde el voluntariado, sobre todo para las nuevas generaciones, sigue siendo una tarea pendiente, el durangarra Alberto Ortuzar continúa dedicando su tiempo a los demás desinteresadamente. Monaguillo de niño, durante años realizó distintas labores en el Santo Hospital de la villa donde también colaboró en los primeros sorteos que la Junta de Ayuda a Enfermos de Durango y Iurreta (JAED) realizaba en navidades. Desde la instalación del stand en el pórtico de Santa María en 1997, Alberto acude todos los años por estas fechas a ayudar en la venta de boletos. “En la medida de la posible siempre he intentado ayudar a la gente y eso me ha ayudado a sentirme bien”, reconoció con sinceridad a sus 65 años.

Desde noviembre de 1963, lleva la JAED dedicándose a la recogida y distribución de alimentos y ropa para ayudar a las familias más necesitadas de la comarca. En este sentido, el sorteo solidario de Navidad se convierte en una de sus principales fuentes de ingresos para dar respuesta así a sus propósitos. La estampa navideña en Durango no sería la misma sin la presencia de Alberto Ortuzar en el pórtico de Santa María. “Hace dos años me jubilé y desde entonces tengo más tiempo libre y me gusta pasarme todos los días un rato por el stand”, explicó satisfecho con su labor.

Reconociendo que “el trato con la gente me aporta muchísimo”, en el stand de las JAED los gustos musicales de Alberto también se hacen oír con prioridad máxima para clásicos como Perales, Mocedades o Julio Iglesias, entre otros artistas. “A gusto de todos no llueve. Es gracioso cuando la gente me dice: sabía que estabas tú en cuanto he oído la música”, confesó esbozando una sonrisa.

Durante todos estos años, Alberto ha repartido mucha suerte y también “creo que son cinco coches y algún viaje”, puntualizó satisfecho de haber podido vender los boletos más esperados por la mayoría. En lo que a las ventas de este año se refiere, el durangarra se mostró convencido de que volverán a despacharse los 65.000 boletos que podrán sacarse como máximo. “La verdad que se está vendiendo a muy buen ritmo; teniendo en cuenta que este año Reyes es lunes, seguro que para ese fin de semana se han vendido todos los números”, auguró esperanzado y valorando la labor de JAED como “extraordinaria”.

Con fama de muy buen vendedor, Alberto trabajó durante veintisiete años en la ferretería Elkar y casi otras dos décadas en una empresa de suministros de la villa. Este hecho le han convertido en un rostro conocido en el municipio. Además, su solidaridad va más allá de JAED ya que dos veces a la semana acude a la residencia Barandiaran a acompañar a los mayores. “Los martes cantamos bilbainadas y los viernes ayudo con la eucaristía. Lo agradecen mucho los residentes y sus familiares”, valoró el voluntario añadiendo que “cuando voy a la residencia me preguntan si tengo algún familiar. A la gente le cuesta entender que uno va porque quiere”.

Egoístas Sintiéndose realizado tras más de treinta años desempeñando labores de voluntariado, Alberto se mostró con ganas de seguir ayudando de manera desinteresada. En este sentido, lamentó el hecho de que cada vez sean menos las personas que se animan a colaborar con distintas asociaciones, entidades o causas. “El voluntariado no pasa por su mejor momento. Nos estamos haciendo muy egoístas y esto es una realidad. Todo el mundo puedo encontrar un ámbito de voluntariado en el que comprometerse y la satisfacción al hacerlo es plena”, animó Ortuzar.