EL durangarra Mikel Hidalgo recuerda con cariño como con cinco años comenzó a trastear con la cámara analógica de su padre y hoy veinte años después, presenta su primera exposición fotográfica en el bar Napozt de la villa. “Mis padres siempre han sido bastante viajeros. En las vacaciones la cámara de fotos siempre estaba muy presente y desde niño sin darme cuenta me picó el gusanillo de la fotografía”, recuerda con cariño el joven de 30 años.

Insistiendo en que la fotografía no deja de ser “un puro hobby para mí”, Mikel estuvo tiempo alejado del mundo de la fotografía y fue el hecho de que su novia le regalase una cámara lo que le volvió a reenganchar hace cinco años y decidió comenzar a formarse. El año pasado estuvo en la Escuela Black Kamera de Bilbao y este año ha cursado segundo de fotografía en la escuela de artes y oficios de Gasteiz. El joven disfruta tomando parte en este tipo de cursos y lo hace compaginándolo con su profesión en una empresa de mecanizado. Desde septiembre hasta junio los lunes y miércoles, dos horas cada día, Mikel acudía a la capital alavesa para seguir formándose. “Trabajo a relevos y alterno mañanas y tardes para ir al curso. Es sacrificado porque tardo tanto en ir y volver como el tiempo que estoy en clase pero estoy aprendiendo mucho”, asegura satisfecho y con ganas de afrontar el tercer curso.

Sin dejar de leer, estudiar y comprar libros de fotografía, a la hora de llevar a cabo sus trabajos tiene como referentes a fotógrafos clásicos como Cartier-Bresson, Robert Frank o Robert Capa, entre otros. “En la escuela nos han enseñado que la fotografía de verdad es la que se hacía antiguamente y es la que tenemos que traer ahora. Es un error fijarte en las fotografías del postureo del Facebook o Instagram porque son vacías de contenido y no transmiten gran cosa”, puntualiza con criterio.

A la hora de decantarse por un tipo de instantánea, durante mucho tiempo “fotografié miles de disciplinas para llegar a la concusión de que lo más me llena son las de personas y el contacto con ellas”, apunta con sentimiento e intención de seguir por este camino.

Otro de los aspectos que más le llenan de sacar fotografías es que “somos los responsables de los recuerdos porque la foto con el tiempo mejora”.

En lo que a la exposición se refiere, el pasado mes de junio en el establecimiento durangarra pudieron verse las primeras ocho fotografías de un trabajo denominado Kuangalia, en suahili, mirarse. “Pretendo buscar un símil entre Europa y África”, describe el fotógrafo. La segunda parte de la muestra podrá verse hasta el día 30 con otras ocho instantáneas sacadas el pasado mes de septiembre en su viaje de novios a Tanzania. “Intenté poner las 16 fotografías juntas pero daba sensación de agobio. A veces, menos en más”, defiende presenciando la muestra.

Reconociendo que “el mercado de la fotografía está muy mal”, Mikel colabora puntualmente con un fotógrafo profesional lo que le permite seguir creciendo y evolucionando en este mundo.

Compartir arte Desde hace un par de meses, el joven durangarra forma parte de la Asociación de Artistas del Duranguesado y el año que viene le gustaría llevar a cabo dos exposiciones individuales.

Con ganas se seguir compartiendo su hobby con el resto de aficionados, también ha iniciado conversaciones con la Asociación Fotográfica de Durango F-Stop para participar en sus actividades y llevar a cabo diferentes proyectos que tiene en mente. “Viendo arte es como aprendemos de verdad”, zanja el fotógrafo durangarra.