El 22 de septiembre de 2020 la capital vizcaina se convirtió en la primera ciudad del mundo con más de 300.000 habitantes en limitar la velocidad en todas sus calles a 30 kilómetros por hora. Vías urbanas en las que se ha calmado el tráfico para proteger al peatón, el eslabón más débil en caso de atropello. Y también desde ese día, los radares saltan si un vehículo supera esa velocidad. La Policía Municipal interpone una treintena de multas al día por circular a más de 30 kilómetros por hora, una cifra que ha ido en aumento no porque se corra más -de hecho, la velocidad media se ha reducido- sino porque se realizan más controles, un total de ocho cada jornada en diferentes calles, desde las más grandes las más pequeñas, desde las más céntricas a las periféricas.

No fue una decisión baladí; no solo por una cuestión medioambiental -al reducir los gases de efecto invernadero- y para combatir la contaminación acústica -solo en los seis primeros meses se redujo de 68,58 decibelios a 65,74-, sino también, y sobre todo, por una cuestión de seguridad. “Es importante reducir la velocidad porque implica que, si hay un atropello, las lesiones son menores. A partir de 50 kilómetros por hora resultan, en la mayoría de los casos, mortales”, advierte José Julio Zamanillo, comisario jefe de Seguridad Vial. “Nuestra labor, en este sentido es concienciar a través de la vigilancia y el control de la importancia circular más despacio en las vías urbanas”.

Para ello, la Policía Municipal planifica cada día ocho controles de velocidad: cuatro por las mañanas y otros tantos por la tarde, “siempre y cuando el servicio no nos demande para otras cuestiones”. A lo largo del año pasado se llevaron a cabo 774 controles y en los cinco primeros meses de este 2023 se han hecho ya 564, por lo que se superará el millar de ellos cuando finalice diciembre, un incremento más que considerable. “La situación con respecto a la pandemia se está normalizando y no hace implementar tantos recursos a la prevención y los estamos redirigiendo al ámbito de la seguridad vial”, explica el comisario jefe.

Estos controles, que se realizan con radares móviles, se compatibilizan asimismo con los que se realizan en la periferia -en vías donde la velocidad permitida es mayor- pero la prioridad en estos momentos es garantizar que el límite de 30 kilómetros por hora en las vías urbanas se cumple, “por la importancia que tiene calmar el tráfico”, apunta Zamanillo.

Estos se realizan en todas las calles de la ciudad, tanto las principales como las secundarias, incluyendo las grandes avenidas pero también las vías de un solo carril. “Hacemos un mix de todas las vías urbanas, no vamos siempre al mismo sitio. Nos vamos moviendo porque se trata de concienciar en todas ellas”, enumera.

Durante esos controles se interpusieron 4.200 denuncias el año pasado por circular por encima de los 30 kilómetros por hora permitidas, que este año, en solo cinco meses, ya rondan las 5.000, lo que representa una media de 33 multas cada día, frente a las 11 del año pasado. ¿Significa eso que se corre más? Zamanillo lo niega. “No; lo que indica es que estamos haciendo más controles de límite de velocidad”, apunta. De hecho, no duda en que la medida ha contribuido a disminuir la velocidad en la ciudad, “aunque hay que lograr que el tráfico se calme aún más”. Las multas, prosigue, oscilan entre los 100 euros si se circula a entre 30 y 50 kilómetros por hora, a los 600, más seis puntos del carné de conducir, cuando la velocidad es superior a los 81.

“La ciudad es del peatón”

Se trata de controles preventivos, a los que poco a poco los conductores se van acostumbrando. “Al principio chocaban mucho pero la sociedad se está concienciando de la importancia de la seguridad. Reducir la velocidad es fundamental y una tendencia en los plantes de seguridad vial de todo el mundo”, incide. “Se trata de ir hacia una movilidad sostenible y segura; la ciudad es del peatón. Y Bilbao es una ciudad muy asequible para desplazarse en transporte público, andando o en un vehículo de movilidad personal”.

El comisario jefe de Seguridad Vial en Bilbao explica que, más que en el incremento o descenso de las multas -que pueden fluctuar por ejemplo en función del número de controles que se realicen- el mejor indicativo es el porcentaje entre vehículos controlados y sancionados, que actualmente se sitúa en una “buena cifra” como es el 1,02% en el caso del límite de velocidad a 30, hasta acercarlo lo más posible al 0. “Porque supondría que hemos logrado inculcar la conciencia de respetar la velocidad. El objetivo es que el radar llegue a no poner denuncias; no se trata de recaudar dinero, sino de recaudar vidas”, remarca Zamanillo. “Cuando te sacas el permiso de conducir, tácitamente te estás comprometiendo a respetar las normas. Yo tengo que confiar en que el resto de conductores, cuando llegan a un semáforo en rojo, van a detenerse. No tiene ningún sentido que una persona pierda la vida en un accidente de tráfico y una de las herramientas para lograr llegar a 0, de carácter corrector, son los radares”.