La empresa Desokupa, con vínculos con la extrema derecha, no pudo grabar ayer miércoles en Bilbao el tercer capítulo de la miniserie sobre desalojos que había prometido lanzar en directo a través de las redes sociales. La generosa movilización social y la presencia de varias unidades de la Ertzaintza en las inmediaciones de la plaza Unamuno animaron al propietario a pedir a los responsables de este polémico colectivo que anulara cualquier intervención prevista en el botxo. El motivo aducido por esa persona sería el “temor” a posibles represalias y a que, a consecuencia del desahucio, se pudieran registrar altercados.

A pesar de haber sido anulada la acción, vecinos y grupos antifascistas no bajaron la guardia durante toda la jornada. De hecho, se organizaron en pequeños grupos -de dos a cuatro personas- para patrullar las Siete Calles. El objetivo era detectar con antelación y alertar ante la presencia de individuos o células de esta empresa, formada por simpatizantes del movimiento neonazi. Algunas de las personas concentradas en la plaza Unamuno comentaba que hace unos días pudo verse a varios de ellos -mascarilla negra, logotipo y bandera española- caminando por la calle Askao.

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“No nos fiamos y por eso vamos a seguir organizando grupos para vigilar todas las calles. No vamos a bajar la guardia”, explicaron a DEIA vecinos de esta histórica zona de Bilbao. Lo hicieron por la mañana, después del desayuno antifascista organizado en ese punto, y lo repitieron por la tarde. En total, un centenar de personas pateando sin descanso Tendería, Cinturería, el entorno de la catedral de Santiago... Y siempre con un retén en la plaza Unamuno. La presencia policial durante la tarde, después de haberse confirmado la anulación del desalojo, se limitó a las patrullas habituales.

Nada que ver con el dispositivo desplegado horas antes, por la mañana, cuando el anuncio del desalojo en una vivienda en esa zona de Bilbao estaba al pilpil. Ertzaintza y Policía Municipal acordonaron el perímetro de la plaza Unamuno mientras los vecinos organizaban ese desayuno para hacer un muro popular. “Estamos metidos en una pandemia y ahora más que nunca es necesario una vivienda”, decían los vecinos.

Poco antes del mediodía, sobre las 11.30 horas, el cordón policial fue retirado progresivamente y las furgonetas de la Ertzaintza dejaron totalmente libre la calle La Cruz. A lo largo de la mañana, varias de las personas que formaban parte de ese movimiento vecinal se dedicaron a componer carteles en los que se podía leer, entre otras cosas, Faxistas kanpora. Portavoces del movimiento vecinal trasladaron a los presentes que no iban a entrar en “provocaciones” y que lo que único que querían es “garantizar el derecho a la vivienda”.

La movilización de ayer miércoles se registró después de que 800 personas recorrieran el martes por la tarde el Casco Viejo en defensa de una vivienda digna. Precisamente el lunes, policía y bomberos procedieron al desalojo por orden judicial de otra casa localizada en el inmueble que hace esquina entre la plaza Unamuno y la calle Askao, que había sido okupada por el movimiento Arrakala.

Los apuntes

Temor

Propietario. La empresa contratada anunciaba que “ante el miedo de represalias”, el propietario de la casa pidió aplazar el desalojo.

Amparo

Vecinos. Vecinos y grupos antifascistas recorrieron ayer, desde las 7.00 horas, el Casco Viejo ante el anuncio del desalojo a manos de esta empresa vinculada a la extrema derecha. “No estamos dispuestos a permitir que estas situaciones se produzcan en esta ciudad”, zanjaron.