Alex, guitarrista peruano de 32 años toca la guitarra en la Gran Vía; Ángel, saxofonista búlgaro de 67 años interpreta sus melodías en el puente del Arenal; Peter de 23 años amenizaba con su guitarra el confinamiento a los vecinos de Uribarri. Los músicos callejeros también se ven afectados por la pandemia. El confinamiento, la falta de gente en las calles y la ausencia de turistas hace que el aforo de sus calles esté muy reducido. Con ello, sus ingresos de supervivencia y su espíritu de superación, en un mundo que no siempre les ha tratado bien. Según el último censo de artistas que elaboró el Ayuntamiento de Bilbao en 2019 alrededor de 138 artistas de distintas modalidades conforman esa cultura viva en la calle. El pasado jueves los vecinos de Uribarri se concentraron para despedir a Peter, el músico de 23 años que tocaba en la esquina del barrio de Uribarri y dormía en un albergue. Su muerte como la de otras personas que sufren sinhogarismo ha vuelto a encender el semáforo rojo de la pobreza en un momento en el que el covid se hace más virulento en las personas vulnerables. La pandemia ha silenciado las calles y no solo porque ha restringido las relaciones sociales. Muchos músicos callejeros han tenido que dejar de tocar durante el confinamiento y ahora acusan la falta de turistas, su público a pie de butaca.El pasado jueves, mientras en la calle los vecinos y otras asociaciones lamentaban y reconocían al joven músico fallecido, una persona que además acudía a los servicios municipales y era conocido por los educadores en el Ayuntamiento, en el pleno de Bilbao aprobaban subvenciones para entidades que dan cobijo a personas en situación de calle. Pero no solo eso. Lo decía el alcalde, Juan Mari Aburto, es "muy necesario" realizar una reflexión sobre el abordaje del sinhogarismo, a la vez que defendió el modelo de atención, "que sin ninguna duda es mejorable", establecido en la Villa.

Registro de artistas

La pandemia ha tocado y hundido a muchos sectores y entre ellos a los artistas de la calle y más aún a los músicos. Si antes de la pandemia había registrados un total de 138 artistas, ahora las calles acusan la crisis sanitaria y buscan reinventarse para subsistir. Es el caso de Alex un peruano de 32 años que lleva dos viviendo en Bilbao. "Vine con mi mujer a conocer esto con idea de ir a Italia, pero nos quedamos por la pandemia".

Alex anima la Gran Vía a ritmo de blues. Antes estuvo en Valencia y en Perú era músico de salón. "Hacíamos grabaciones para otros músicos", dice. En Bilbao ha conocido a un mago que le está enseñando a reinventarse, según cuenta. "Aquí la gente es exigente, te paga por tu espectáculo en la calle si le gustas y eso te motiva a mejorarte". Alex se reúne con otros artistas como él y de otras modalidades en un hostel cuyo nombre prefiere no decir. Allí intercambian no solo pasiones sino que también tratan de mejorar lo que ofrecer a ese público de la calle. A Alex no le falta ilusión porque le gusta su escenario y le motiva su público.

Seguramente Ángel, saxofonista búlgaro, sentiría lo mismo hace diez años, pero ahora reconoce que "tocar en la calle no me gusta aunque ahora sea mi medio de vida". Tiene 67 años y acaba de venir de pasar sus vacaciones en Bulgaria. Estos días ha vuelto a poner música en el puente del Arriaga. Y la gente le echaba de menos, a él y a su saxofón. Angel tocó en Bulgaria "en la guardia del presidente". Vino a España por su hija y durante un tiempo estuvo en Madrid "tocando en una jazzband". Finalmente, la calle es su escenario y aunque lo dice con resignación no deja de poner pasión a sus melodías.

En 2019 el área de Espacio Público publicó creó un censo de artistas. Desde entonces para poder tocar en la calle es imprescindible tener visible una txartela que expide el propio ayuntamiento en sus oficinas. Es gratuita y se renueva cada año. Se dieron de alta 138 artistas. En el registro consta el nombre y el contacto, además del instrumento y el lugar que frecuentan. La orden también prohibió el uso de megafonía aunque con excepciones. El covid ha hecho que muchos de estos músicos hayan desaparecido de las calles por falta de público que alimente sus gorras y también sus almas. Son como Pascual Molongua el africano, natural de Río Ekuku, ya más bilbaino que africano, músicos que forman parte de la orquesta de la calle. Dicen que a Pascual le han llamado para el programa de La Voz Senior y la noticia corre en Bilbao como un reguero de alegría porque los músicos de la calle son parte de la ciudad.

"Esta situación nos está obligando a reinventarnos para atraer al público"

Guitarrista peruano

"No me gusta tocar en la calle pero ahora es mi vida y con la pandemia es muy difícil"

Saxofonista búlgaro