SE plasme o no el proyecto del gran mural de Artasamina, Bilbao no estará huérfano de expresiones pictóricas callejeras de impacto. El arte urbano cuenta en la villa con decenas de ejemplos.

Estas obras sirven para vestir medianeras de edificios desconchadas por el paso del tiempo, muros públicos a los que se ha dado nueva vida e incluso grandes extensiones de hormigón que sostienen viales que disimulan las heridas producidas en las verdes laderas que rodean la villa.

Ejemplo de esto último es la obra del artista local Jorge López de Gereñu, dos gigantescos trabajos pictóricos ideados para visualizar las principales entradas viarias a la villa, la de la bajada de Enekuri y los nuevos accesos por Basurto. Colores de gamas verdes y tierras, con miradas y bocas de rostros humanos, integran gigantescos farallones artificiales, el mayor de los cuales, el de Enekuri, con sus 3.596 m² de lienzo, le ha valido el reconocimiento el pasado año del libro Guinness de los récords por ser el mayor mural del mundo obra de una sola persona.

En la memoria cercana de los vecinos de Bilbao se sitúa el impacto que ha tenido la pintada que el artista urbano madrileño SpY creo en el edificio industrial ubicado en Olabeaga. El proyecto dirigido por SC gallery + Art Management se enmarcó dentro del proyecto Words Alive y basa su fortaleza en la sencillez de su mensaje. Lejos de la imagen habitual que identifica este tipo de trabajos artísticos con actitudes contestatarias sobre la realidad de la urbes, Soñar, plantea una reflexión positiva, un mensaje tan directo que a nadie le pasa desapercibido.

Ademas su exposición tan abierta, con muchos puntos desde el que se puede ver, ha supuesto que este elegante grafiti haya calado muy hondo tanto entre los vecinos de Olabeaga, como entre los viandantes que los descubren por primera vez.

Pero hay más, muchas más obras que permiten a los entusiastas incluso dibujar en el mapa un itinerario de paradas obligatorias. Una de las más veteranas en el tiempo está al final de la avenida Kirikiño, en Irala. Un colorido anfiteatro de casas cuyas fachadas forman un extenso conjunto de arte callejero abstracto obra de Jorge Rubio, Fermín Moreno y José Ramón Bañales.

Otro mural muy aceptado es el del puente de La Salve. En su margen derecha dos mujeres de edades diferentes se comunican en Giltza bat, obra de las hermanas Verónica y Christina Werckmeister. Su visión desde las escaleras que se enredan en el pilar del viaducto es un deleite.

Y en la zona de Bilbao la Vieja los ejemplos son múltiples. Futurismo primitivo del autor catalán Sixe Paredes se enseñorea por encima de unas escaleras, un poco más arriba otro lienzo gigante con vivas piezas geométricas, obra de Anna Taratiel, remata el conjunto cerca de la Plaza de los Tres Pilares. En la calle Bailén, el muro alargado que se extiende en su parte más elevada renovó su mensaje hace dos años de la mano de la artista catalana Ruth Juan con un lienzo que reivindica que la calle es de todos. Igual que los murales que exhibe la villa que desde su conclusión pasan a ser un regalo gratuito para todos los viandantes.