PRISAS, compras de última hora y muchas personas de diferentes puntos del mundo. A las 10.00 horas, San Francisco, más concretamente la plaza Corazón de María, se convirtió en el epicentro de la interculturalidad para celebrar, por decimoquinto año consecutivo, la iniciativa Arroces del Mundo. Esta celebración, que se consolida en Bilbao cada vez con más fuerza y afluencia de público quiere demostrar que la convivencia entre distintas culturas es posible y enriquecedora. El buen tiempo animó a 3.500 participantes de más de 60 nacionalidades para que un jurado internacional saborease las paellas de sus respectivos países. Williane, Anima, Anggun, Maite y Aura de la asociación Mujeres del Mundo Babel fueron algunas de ellas y, como cada año, madrugaron para cocinar dos paellas diferentes. “Esta edición está mucho mejor organizada así que nos hemos animado a cocinar un arroz colombiano que lleva carne y otro vegetariano elaborado con romero, miel y azúcar”, contaron, con la ilusión de hacerse con el premio al mejor arroz del mundo.

Muy cerca de ellas se encontraba Marco, un joven que sueña con ser chef y cocinar en los mejores restaurantes. “Es la primera vez que cocino algo para tantas personas”, dijo. En los fogones mandaba él y el resto acataba sus órdenes. “Estamos haciendo un arroz con soja. Esperemos que salga bien y la idea es que en septiembre entre en la escuela de hostelería de Leioa”, comentó.

En ediciones anteriores las quemaduras y los cortes fueron protagonistas, así que allí se encontraba también Osvaldo Martín, un médico cubano que lleva en Bilbao desde hace más de 25 años. “Colaboro con Médicos del Mundo y si pasa algo estoy designado por la comisión para atender a cualquier persona”, expuso. El día fue sobre ruedas y, afortunadamente, Osvaldo no tuvo que atender ningún incidente.

Asociaciones como Bizitegi o Itaka también acudieron a la cita. Rachid, Said, Adberrahim y Mohammed elaboraron un plato típico marroquí aunque lamentaron no poder echarle gambas. “Nos tendremos que conformar con el pollo”, dijeron entre risas.

Recuerdos Durante la jornada, algunos sintieron cierta nostalgia al recordar su país. Este es el caso de Saiatu que llegó desde Guinea Bissau y aterrizó en la villa hace más de 15 años. Mientras preparaba un Lleven (arroz con aceite de palma concentrado) no pudo contener las lágrimas. “Se nos vienen a la cabeza muchos recuerdos. Aunque no podemos preparar un arroz allí lo hacemos aquí para acordarnos de nuestra familia y lo que dejamos atrás viniéndonos a Bilbao”, declaró acompañada de su amiga Mariama.

Mientras los mayores se dedicaban a las tareas culinarias, los más pequeños pudieron disfrutar de talleres y juegos típicos de distintos países. También hubo una kalejira festivo-reivindicativa que, animada con grupos de percusión, recorrió las calles del barrio de Bilbao La Vieja. Tras la comida, todo el mundo se puso en pie para bailar ya que también hubo actuaciones musicales y de danza. Sin duda, todo un festival intercultural que sirvió para unir a personas que viven en uno de los barrios con más solera de la capital vizcaina.