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Felipe PesqueraPsicoanalista

“A veces una persona siente que tiene que encajar en unas normas que igual para ella no son válidas”

Fijar unos límites emocionales antes de los encuentros familiares habituales de estas fechas es una tarea más complicada de lo que parece en principio

“A veces una persona siente que tiene que encajar en unas normas que igual para ella no son válidas”Oskar González

Sentir aversión por las navidades no es lo habitual, salvo que se haya vivido alguna experiencia traumática entre los 5 y los 20 años. Otra cosa es que las celebraciones familiares generen ansiedad y miedo en aquellas personas que no comparten las costumbres familiares con la intensidad que otros integrantes del núcleo. Si ni siquiera los hermanos gemelos reaccionan igual a un estímulo, ¿por qué motivo se debería vivir la Navidad con el mismo espíritu?, se pregunta Felipe Pesquera, psicólogo humanista.

¿Es normal no tener ganas de celebrar o socializar en navidades?

—No es normal. Puede ser que algún miembro de una familia no quiera celebrar nada o no le guste el modo de hacerlo, pero...

¿Y eso a que se debería?

—Hay varios factores. Puede ser la pérdida de un ser querido y puede ser una aversión a estas fechas porque recuerda traumas del pasado o navidades muy amargas, sobre todo experiencias que han tenido lugar entre los 5 y los 20 años.

Cada vez se oye a más gente decir que odia la Navidad.

—A veces la gente siente que tiene que dar una imagen perfecta, sonreír y encajar en las normas de la familia que igual para esa persona no son válidas. Y entonces aparece el sentimiento de culpa, de fracaso, de no estar a la altura de lo que se va exigir de ti… Algún conflicto con algún familiar que temes que vaya a salir durante la celebración… Y todo ese sentimiento de culpa te genera ansiedad que quieres evitar y por eso influye en que tengas cierto rechazo y aversión a juntarte con familiares.

¿Cómo influyen las expectativas sociales de estar felices en quienes no disfrutan la Navidad?

—Ejerciendo presión y generando ansiedad. Hay personas que ya solo con la cercanía de esas fechas se ponen muy nerviosos; y además saben que tienen que dar su mejor versión y puede ser que estar sonriendo no les apetezca y eso les genera una ansiedad tremenda que les provoca incomodidad.

¿Qué papel juegan las redes sociales en esa animadversión a las navidades?

—Han banalizado el tema de la navidad. La gente joven, que es menos creyente, ve la Navidad como una fecha de compras, de enseñar tu mejor versión y no como un tiempo de tranquilidad, de descanso, de estar en armonía, de felicidad incluso. Hay algunos a los que decirles “Vamos a quedar con los abuelos” les genera rechazo.

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Entonces, ¿las experiencias familiares del pasado pueden marcar cómo alguien vive la Navidad cuando ya es adulto?

—Totalmente. Si ha habido malas experiencias, la probabilidad de que pases unas navidades iguales o peores es altísima. En raras ocasiones las personas que han pasado unas navidades conflictivas o tristes entre los 5 y los 20 años logran sobreponerse, pero si hacen un sobreesfuerzo son capaces de poder sonreír en las navidades presentes y en las futuras.

¿Qué situaciones pueden disparar esa aversión? Reuniones, compras, compromisos sociales, recuerdos, pérdidas…

—La pérdida de un familiar o de un ser querido más que generar aversión genera tristeza. La queremos evitar a toda costa y entonces procuramos aislarnos y decimos que la navidad no nos gusta tanto. Pero si una persona tiene aversión a las navidades es por algo muy feo. Algún conflicto familiar serio en navidades pasadas, discusiones muy graves que han derivado en que a esa persona se le aparte de la familia, o porque ha sido juzgado duramente…

¿Qué emociones son más evidentes? ¿La culpabilidad por sentirse ‘fuera’?

—Ansiedad. La que te genera el hecho de estar, antes de que lleguen estas fechas, pensando continuamente en cómo vas a actuar y qué vas a hacer Y miedo, miedo a las discusiones. A veces en las celebraciones la gente se desinhibe con el alcohol y se sueltan cosas que no vienen a cuento o se sacan los trapos sucios…. Y también hay personas que se dedican a reventar las navidades porque no son felices y quieren amargar directamente a otros miembros.

¿Y miedo?

—También hay mucho miedo a ser rechazado por no aceptar todas las normas familiares. Contravenir esas costumbres familiares genera un miedo tremendo a quedarse fuera, a que digan que eres el malo… Genera sentimiento de culpabilidad porque no dices amén a todo…

¿Qué consejos daría para vivir la Navidad o sobrevivir a ella sin sentirse obligado a ‘encajar’ en el ambiente festivo?

—El mejor consejo es ser asertivo. La persona que quiera sobrevivir a estas celebraciones tiene que aprender a decir no y a poner límites a su familia. Y si con esto no lo consigue, pues alejarse y salir de ahí porque la familia lo va a destruir. La familia tiene el poder de encumbrarte a lo más alto del cielo pero también de hundirte hasta el peor de los infiernos. Una familia tóxica te puede herir más que una persona extraña. Y uno de los mayores miedos del ser humano es ser expulsado del núcleo familiar.

¿Y la presión del entorno puede generar ese rechazo?

—No lo creo. El entorno tiene poca influencia. Cuando tienes rechazo a la navidad es por acontecimientos acaecidos en el seno familiar. E insisto. Lo que ocurra en tu familia entre los 5 y los 20 años va a marcar el resto de tu vida.

¿Qué hábitos pueden ayudar a pasar la Navidad de forma más saludable, más feliz?

—El hábito de ser asertivo, de no hacer nada que no te apetezca. Y frenar a quien te intenta doblegar. En una familia no hay dos miembros iguales. Una madre o un padre suele intentar que encajes en algo genérico, pero es que ni siquiera los gemelos, que comparten el cien por cien de los genes, reaccionan igual al mismo estímulo….

¿Es normal sentirse culpable por no celebrar estas fechas?

—Tenemos la presión de que la familia es sagrada y de que si no haces eso eres la oveja negra. Y el miedo a apartarte de ahí es lo que genera esa culpabilidad.

¿Cómo negociar límites con la familia?

—Difícil, difícil. Hay miembros muy inflexibles. Le darán la vuelta a la tortilla y dirán que tú eres el problema y no ellos. Es complicado.