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Balmaseda en vintage y antiguo

El palacio Horcasitas reúne hasta hoy cuatro plantas de objetos de colección en su primera feria de desembalaje

Balmaseda en vintage y antiguoE. Castresana

"Los objetos se sacaban del camión y se vendían directamente en la calle”. De ahí procede el concepto desembalaje “importado desde Francia”, explicó el valenciano Ángel Bollaín con dos cafés en la mano, a punto de empezar la jornada. “¡Y mira cómo hemos mejorado! El sitio y el entorno son espectaculares”, compartió con un compañero en la puerta de Horcasitas. Hasta hoy a las 15.00 horas y con entrada libre y gratuita, las cuatro plantas del palacio del siglo XVII se llenan de artículos de antigüedades, de decoración y coleccionista en la primera feria del sector, impulsada por el Ayuntamiento y Enkartur en colaboración con la Diputación y el Gobierno vasco.

Dentro de la amalgama de “un poco de todo” que se puede encontrar, heredando en cierto modo el espíritu de los gabinetes de curiosidades de antaño, Ángel Bollaín esbozó una clasificación: “la denominación de nuevo abarcaría desde la actualidad hasta los años noventa. Lo vintage se remontaría hasta los cincuenta, hasta un periodo de cien años sería y retro y más lejos en el tiempo ya entraríamos en la categoría de antiguo; entre los siglos XV y XIX sería alta antigüedad”.

Mobiliario y una reproducción de Tamara de Lempicka, al fondo.

Su furgoneta ha recorrido “más de 650.000 kilómetros” por Europa alcanzando hasta Escandinavia recopilando joyas obtenidas “en mercadillos, subastas, liquidaciones de mobiliario de casas vendidas, herencias...” A lo largo de “toda una vida” como anticuario ha construido una relación de “confianza” con sus clientes, que a menudo contactan directamente con él buscando algún artículo en concreto.

El perfil de los compradores puede variar”, reconoció Juan Peña, la tercera generación familiar al frente de Antigüedades Sefarad, en Alicante. La juventud se decanta en mayor medida “hacia lo vintage”, mientras que las antigüedades ganan terreno “a partir de los 40”. En pintura “se valoran más los siglos XVII y XVIII; en otros objetos también el XIX y el XX”. En Balmaseda sorprendieron los colmillos de hipopótamo –con certificado incorporado que acredita su entrada legal en la aduana del aeropuerto de Madrid– y un mamut que debió vivir “hace entre 10.000 y 15.000 años” tallado con delicadas figuras “hace aproximadamente un siglo”. El marfil “aún cotiza en bolsa y se puede vender siempre y cuando cuente con todas las autorizaciones”.

La caja registradora de un comercio de antaño.

Un juego de backgammon, mapas editados por la revista National Geographic hasta del metro de Washington o el espacio, tocadores, ropa, raquetas, una perfumera de cristal de murano a la venta por setenta euros, una mesa de nogal tasada en 650 euros, un telescopio, un broche del siglo XIX que reproduce una panorámica del foro romano “mediante la técnica del micro mosaico que estaba rematado con incrustaciones de oro en las esquinas arrancadas después”, describió el anticuario francés Jean Marc, valorado en “150 euros”... El abanico de objetos es amplio.

Teléfonos y libros

“La generación Z seguro que piensa que para qué se utiliza eso”, murmuraban a la vista de unos mapas editados por la revista National Geographic que calcan la red de metro de Washington en los años cuarenta y hasta lo que hasta entonces se conocía del espacio y un teléfono fijo fabricado en Francia en la década de los setenta que “venía ya tapizado” como si se tratara de un sofá, explicó Jacobo Uriarte, de Bakio y bloqueado mediante una cerradura con el objetivo de controlar las llamadas.

“Un amigo arquitecto me auguró que no me preocupara por las cadenas de mobiliario a precio más asequible, que cuando se les rompieran vendrían donde mí”, bromeó Ángel Bollaín, listo para seguir a la caza de pequeños tesoros.