Fue un servicio pionero y como tal, los resultados del mismo eran totalmente desconocidos. Ninguna administración había apostado antes por ofrecer una cobertura social y terapéutica a menores de edad que habían sufrido abusos sexuales. Hace 25 años, la Diputación Foral de Bizkaia se empeñó en comprender a cada víctima aunque para ello siga siendo necesario derribar la barrera del secretismo, del miedo y del tabú al tiempo que se trabaja para que esas niñas, niños y adolescentes recuperen la confianza, la autoestima y la seguridad.

No fue fácil. Tampoco ahora lo es. El silencio, la intimidación y la manipulación encubren estos hechos delictivos perpetrados, en la mayoría de los casos, en el entorno familiar o de familiaridad. De ahí la importancia de este servicio activado por la Diputación cuando la violencia sexual infantil no estaba en las agendas políticas. Y de ahí la trascendencia del mismo, referente hoy por sus modelos de colaboración interinstitucional y protocolos de actuación consolidados a lo largo de este tiempo.

Terapia y acompañamiento

Agintzari, a las riendas de este programa desde sus primeros pasos, se ha abstenido de detener sus miradas en el pasado para enfocar su actividad diaria en el futuro; en el mejor futuro posible para esos menores de edad que son derivados al programa a través de los servicios sociales de base, los juzgados o desde las capas educativas o sanitarias, cruciales también en la detección precoz de abusos sexuales y maltratos. En total, más de 600 menores han requerido de apoyo terapéutico profesional y acompañamiento para reconectar con sus vidas, su comunidad,...

Porque consiguen salir adelante, aunque el proceso sea lento y necesite de una constante supervisión de profesionales. Así lo ha manifestado Rosa Lizarraga, terapeuta de la Fundación Agintzari, durante el acto organizado para recordar estos veinticinco años de trabajo y dedicación a un asunto que sigue envuelto en la sombra del tabú. “No es una condena de por vida”, ha dicho al tiempo que ha insistido en el valor añadido del apoyo profesional a la hora de ‘reescribir’ los pensamientos, las emociones y la conducta del menor víctima de abusos sexuales. Siempre con cautela porque cada caso es único, pero la ventana de la esperanza está ahí. De hecho, algunos de aquellos primeros expedientes gestionados mantienen contacto con la Asociación…

Entre cuatro y cinco años

El proceso suele ser progresivo y estirado en el tiempo. Entre cuatro y cinco años suele prolongarse la terapia para recuperar la confianza y tachar del pensamiento la sensación de desamparo psicológico que atosiga y emborrona el crecimiento de niños y niñas y adolescentes que han sufrido episodios de violencia sexual. Y ahí, la clave es la respuesta de la persona adulta de referencia, ya sean profesionales, familias de origen o de acogida. Estar a su lado. Creer en su palabra o su forma de expresarse. Tratar de comprender el hecho. Ayudar. Enseñar… 

Por eso la formación es otra de las dimensiones fundamentales del programa foral especializado de valoración e intervención psicológica en situaciones de abuso sexual infantil. A lo largo de estos 25 años se ha formado, acompañado y orientado a más de 2.000 profesionales de Bizkaia en diferentes ámbitos como Educación, Salud, Servicios Sociales y Justicia. Y también se ha instruido en esta materia a equipos psicosociales de otras comunidades autónomas del Estado. Además, Agintzari dispone de un canal de consulta para profesionales que ha atendido más de 1.000 casos relacionados con abuso sexual infantil, lo que confirma su posición de referencia.

"Tan malo es no verlo como verlo en exceso"

Este servicio foral trabaja en la actualidad con 166 menores de edad. Un dato frío que, sin embargo, evidencia una evolución ascendente con el transcurso de los años. Y es que los primeros años de este programa se trabajaba con entre 8 y 12 casos; mientras que año tras año han ido incrementándose los expedientes: 110 en 2023, 135 en 2024 y los 166 de hoy día. "La dimensión real de los casos es difícil de saber", ha indicado Lizarraga, para advertir, no obstante, del riesgo que supone prejuzgar como abuso cualquier conducta: "Tan malo es no verlo como verlo en exceso. Una denuncia de abuso dentro de la familia o entorno genera una explosión".

Esa línea ascendente que no significa un incremento de la violencia sexual infantil, sino una mejora en la detección precoz y la intervención en la primera infancia, así como una “mayor sensibilización social para romper el silencio y el estigma en torno al abuso sexual infantil”, ha expresado Elixabete Etxanobe, diputada general de Bizkaia, presente en el acto celebrado en la sede de la Fundación Agintzari un par de días antes de que se conmemore en todo el mundo el Día para la prevención del abuso de niños, niñas y adolescentes.

Favorecer la expresión emocional

Precisamente, la identificación temprana de situaciones de violencia sexual es fundamental y fue uno de los principales objetivos del programa cuando vio la luz. “El equipo profesional, tanto del Servicio de Infancia de la Diputación Foral de Bizkaia como de Agintzari, acreditan un alto nivel de preparación, siendo un referente a nivel estatal”, ha indicado Etxanobe en este acto que también ha servido para compartir los beneficios de una novedosa terapia con perros: “reducen la ansiedad y el miedo de las víctimas y favorecen la expresión emocional en menores que no logran hablar de lo ocurrido”, ha resumido Nekane Ibarretxe, psicóloga especializada en la intervención asistida y ‘alma mater’ de este tratamiento, en compañía de Pantxita y Koko.