Entusiasta e inconformista. Es lo que mejor define el carácter de Xabier Eguiluz. Así ha sido siempre y así sigue siendo a sus 90 años. Orduñés de alma y de corazón, en realidad es bilbaino de nacimiento. “De la calle Ledesma”, precisa, porque “aita tenía allí el negocio de zapatería donde hacía calzado a medida”. Pero, siendo aún Xabier un bebé, la familia regresó a su ciudad de origen, “a la casa en la que resido y que tiene mi misma edad”.
Y desde su juventud, la de Xabier Eguiluz ha sido una vida de dedicación a la ciudad. “Soy un hombre de diario, una persona normal”, afirma con una modestia que no se corresponde con su inestimable aportación a la vida política, social y cultural de Orduña. Siguiendo la estela y el gran ejemplo de su mujer Ana María Barañano Laburu, fallecida en julio del año pasado y que fue alcaldesa de Orduña 1983 a 1991, Xabier Eguiluz ostentó el cargo de primer edil de la ciudad la legislatura comprendida entre 1999 y 2003, en una época, la de ambos, en la que “nos tocó mirar bien debajo del coche y mandar muchos pésames”.
En su periodo al frente de la Alcaldía, siempre tuvo claro que el Ayuntamiento es “la casa de todos” y que había “que velar por el bien común de toda la ciudadanía”. De aquella etapa, de la que siempre habla en plural, recuerda especialmente que “Orduña estaba olvidada por las administraciones . Había mucho trabajo que hacer”. Y su gobierno se puso manos ala obra desde el minuto cero. “Una de las primeras cosas que hice fue reunirme con el entonces diputado general de Bizkaia, Josu Bergara”. En la agenda, un tema prioritario y fundamental: garantizar el abastecimiento de agua en Orduña. “En verano siempre sufríamos restricciones. Propusimos un proyecto para solucionar el problema y salió adelante. Ahora, disfrutamos de todo el sistema completo: captación y almacenamiento, suministro y depuración”.
Sin duda, un “gran hito”, como lo define Eguiluz, al que hay que sumar otras iniciativas impulsadas por su equipo de gobierno como la recuperación del casco histórico, las obras de transformación del edificio de La Aduana en un hotel balneario, la construcción del nuevo campo de fútbol o “lograr la implantación de servicios como el gas natural y de la fibra óptica”. En su fuero interno siente “satisfacción por todo lo que conseguimos”.
Ligado a la vida cultural
Al margen de su actividad política, Xabier Eguiluz es también un referente de la vida cultural de Orduña. Reconocido, y orgulloso, txistulari de la agrupación Getxa Goi, su aportación ha sido fundamental para la creación de las salas de Txistu, Cine y Zapatería del Museo de Orduña. y por ello, ya recibió un merecido homenaje el pasado mes de mayo. “Cuando estaba en el Ayuntamiento cerró uno de los talleres de zapatería. Adquirimos toda la maquinaria antes de que se la llevaran. Quedó guardada en el almacén municipal y allí estuvo hasta que se abrió el Museo”, explica. También estuvo Xabier Eguiluz muy atento cuando cerró el antiguo cine de la ciudad. “Había que tirar el edificio porque era antagónico con la recuperación del casco histórico”. Su empeño, en este caso personal, fue determinante para “rescatar la maquinaria, guardarla y cederla también al Museo”.
Este jueves, Xabier Eguiluz volverá a recibir un reconocimiento, a través de la concesión de un premio Hemendik, por “su trayectoria y su implicación por mejorar y enriquecer la ciudad”, señala el actual alcalde, Iker Santocildes. El protagonista se siente “agradecido”, pero, sobre todo, con muchas ganas y vitalidad por continuar aportando su granito de arena por y para Orduña. “Me encuentro bien. Ando en bici, doy paseos por el monte...”. Y también está colaborando con la asociación etnográfica Adratan “a la que pertenezco desde que salí del Ayuntamiento” en la organización de los actos de conmemoración del “800 aniversario de la fundación de Orduña como villa que será en 2029” y la celebración de los 350 años de historia de la Santa Escuela de Cristo de Orduña. Esta última efeméride será en 2026 “y va a ser un año completo de actividades y conferencias”, adelanta.