El icónico restaurante del molino de Aixerrota de Getxo volverá a abrir sus puertas el próximo día 28 de manera oficial, aunque desde el día 15 se llevará a cabo un soft opening, una apertura suave, inicial y limitada en horario de 17.30 a 1.30 horas hasta la inauguración. Se pondrá entonces el punto y final a una sequía gastronómica que se ha prolongado cuatro años, desde que los últimos responsables de la explotación cerrasen las puertas del emblemático local, dejando un gran vacío para asiduos y visitantes a uno de los lugares más representativos del municipio.
Al frente del nuevo proyecto está Marcos Contreras, uno de los principales socios de la nueva empresa que gestionará el local, Aixerrota GrupoEl10 S.L., que ha firmado un contrato para los próximos 20 años con posibilidad de prórroga durante cinco años más y un canon mensual de 6.004 euros al mes.
Amplia trayectoria
Con amplia trayectoria en el mundo de la hostelería en Perú, Marcos quedó prendado hace dos años del encanto que desprende el molino de Aixerrota. Lo vio cerrado, sin explotación, en un entorno privilegiado junto al paseo de La Galea, dominando la playa de Arrigunaga y con espectaculares vistas a El Abra, un símbolo arquitectónico por el que decidió apostar para emprender este nuevo proyecto.
“Ha sido un proceso largo y costoso, pero nuestro objetivo es devolver el esplendor a este monumento, catalogado como Bien de Interés Cultural, porque mucha gente lo echa de menos”, valora Aurora Ruiz, gerente de operaciones del establecimiento, quien se unió al proyecto este año y ha ido confeccionando un equipo de quince personas que irá creciendo a medida que la apertura progresiva del local se consolide. A los mandos de la cocina estará el chef peruano José Antonio Olave, alumno del Basque Culinary Center, y que ha hecho prácticas en diversos restaurantes con estrella Michelin.
Cocina vasco-peruana
“Vamos a ofrecer una cocina contemporánea vasco-peruana, enfocada al producto de calidad, que matizaremos con toques y salsas peruanas y vascas. El enfoque principal va a girar en torno a la brasa y al producto de calidad. No va a ser una cocina invasiva, sino que nos adaptaremos al entorno con sus sabores y matices”, resume Olave. Así, por ejemplo, desde el otro lado del charco trabajarán productos como el ají amarillo, rocoto, ají limo, lúcuma o el tumbo, todo ello a través de una cocina abierta que permite al público adentrarse en las creaciones del chef y su equipo. “Tenemos una cocina preciosa y queremos mostrarla a nuestros clientes, que vean cómo toda la cocina del restaurante parte de cero, desde nuestras bases y pastas, e incluso transcurridos seis meses, también nuestros propios panes”, señala.
PLATOS SECRETOS
La dirección del restaurante guarda en secreto los platos de la primera carta del menú que ofrecerán, pero explican que dispondrán de una oferta culinaria basada, por un lado, en una propuesta de alta restauración que se servirá en dos turnos, comidas y cenas y, por otra parte, una carta informal en horario ininterrumpido de 11.00 a 23.00 horas, de miércoles a domingo.
“Con estas propuestas nos dirigimos a un público diverso, adaptándonos a sus necesidades y horarios, pero siempre con un objetivo claro, que es la máxima excelencia en la atención a nuestros clientes”, detalla Ruiz, quien desvela que los lunes y martes, días de descanso del personal, quieren apostar por albergar eventos corporativos a medida de empresas o particulares.
Decoración elegante
A nivel estético, el nuevo restaurante del molino de Aixerrota ofrece una decoración elegante y sobria que invita a mantener una conversación íntima con tranquilidad. Mención especial merecen los reservados, unos espacios que guardan cierto paralelismo, salvando las distancias, con el conjunto escultórico La materia del tiempo, de Richard Serra.
Un nuevo aire estético impulsado por los nuevos propietarios con el objetivo de reflejar una imagen “muy actual, con muchos elementos de diseño, que van desde confortables sillas y mesas hasta una iluminación muy cuidada que pone el acento en los platos para disfrutar de una experiencia única”.
La apuesta por la digitalización es otro de los aspectos destacados del establecimiento, que permitirá “optimizar todos los procesos, además de disponer de su propia bodega, dos depósitos de cerveza con un millar de litros cada uno, una sala office para el personal y placas fotovoltaicas para abastecer de energía al local, dentro de una firme apuesta por la sostenibilidad.
Cerrado por la pandemia
El local llevaba cerrado desde finales de 2020 por las consecuencias de la pandemia que afectaron a los anteriores responsables de su explotación. Precisamente, los últimos gestores estuvieron cerca de tres décadas poniendo sabor al local del molino, bajo el nombre de Cubita. El 14 de diciembre de 2020 fue declarado el concurso de acreedores voluntario y fue designado el administrador concursal, cuando parte de la plantilla de doce trabajadores se hallaba en ERTE –estos hosteleros y su Cubita emprendieron un nuevo camino y se encuentran desde julio de 2021 en la bilbaina calle Colón de Larreategui–.
La primera intención del Ayuntamiento de Getxo fue buscar otra empresa que cogiera esa misma licencia, como fórmula que prevé la ley y como una manera de conseguir que el restaurante estuviera menos tiempo cerrado. Esta vía no se ejecutó y ha sido necesario emprender una nueva licitación.
A nivel arquitectónico, el molino es un símbolo de Getxo. Inmortalizado hasta la saciedad, con sus aspas al viento sobre Punta Galea, el edificio municipal consta de dos pisos, con un semisótano de aproximadamente 266 metros útiles y una planta baja de unos 370 metros cuadrados útiles, donde se ubican el restaurante y el bar-cafetería. El torreón, con 77 metros cuadrados de superficie, queda excluido de la concesión y su gestión seguirá en manos del Consistorio.