Un búnker del Cinturón de Hierro corona la cima del monte Gaztelumendi, en Larrabetzu. Uno de los puntos más calientes de todo el entramado defensivo que protegía Bilbao. Allí, el 12 de junio de 1937, las tropas franquistas rompieron las defensas vascas. La elección de ese punto no fue casualidad. Las tropas franquistas optaron por atacarlo tras recibir información por parte del capitán Alejandro Goicoechea, que se pasó al enemigo y aportó a los sublevados la localización de tres puntos sin fortificar; uno de ellos, una franja de unos 2,5 kilómetros entre Gaztelumendi (Larrabetzu) y Urrusti (Gamiz-Fika).

Debido a su interés historiográfico, en 2023 Edestiaurre Arkeologia Elkartea, asociación formada por un grupo de profesionales y aficionados a la arqueología, inició la primera de las tres campañas de intervención arqueológica destinadas a la puesta en valor, socialización y divulgación de este sector del Cinturón. Hoy se ha iniciado una nueva campaña de excavación en el sector del Cinturón de Hierro en Larrabetzu, concretamente, en el búnker del monte Gaztelumendi. Se trata de la última de las tres campañas de excavación protagonizadas por la asociación de arqueología en el municipio, gracias a un proyecto cultural que está promovido con la colaboración del Ayuntamiento de Larrabetzu, el Gobierno vasco, el departamento de Patrimonio de la Diputación Foral de Bizkaia, el Instituto de la Memoria Gogora y Orbela.

Esta nueva campaña continuará el proyecto iniciado hace dos años y abordará “una de las estructuras que mejor se conservan del Cinturón”, según apunta Iñaki Libano, presidente de la entidad que promueve la investigación, difusión, conservación y protección del patrimonio arqueológico prehistórico de Bizkaia y de Euskadi. “El búnker se conserva íntegro. Fue parte del turismo de guerra de Franco tras su victoria militar y está situado junto a la cruz que fue derribada hace unos años”, explica.

El proceso de excavación se prolongará durante unas dos semanas y permitirá adentrarse en las entrañas de este sector de la fortaleza defensiva. “Primero aseguraremos la zona con detectores de metales porque en otros puntos del Cinturón en Larrabetzu hemos encontrado artefactos explosivos y, luego, realizaremos la excavación completa del polvorín, escaleras, etc., además de una fotogrametría con drones para hacer una composición en 3D del enclave”, detalla.

En esta línea, el primer año excavaron el asentamiento denominado 01 de Kantoibaso, donde encontraron material bélico (artefactos incendiarios de aviación, monedas, zapatos de los combatientes, ropa...). Posteriormente, trabajaron en el asentamiento 02, que tiene un gran impacto en su estructura, debido al impacto de una bomba, según apuntan, y donde hallaron numerosos restos de munición. Después investigaron el 03, un asentamiento que se quedó sin terminar durante la contienda bélica. En estos dos últimos no hubo enfrentamiento bélico, aclara Libano, puesto que se usaban como “centros de mando y avistamiento”.

La segunda campaña arrojó importantes elementos en dos asentamientos ubicados junto a la cumbre, entre los que destacan ocho placas de identificación de gudaris, además de casquillos de balas y restos de metralla y bandas de forzamiento de obuses de 75 milímetros. “El hallazgo de las chapas identificativas es algo único y extraordinario”, apuntó Libano, que confía en volver a encontrar nuevos hallazgos en esta tercera campaña en Larrabetzu.

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El apunte

Ruptura. El 12 de junio de 1937, las tropas franquistas rompieron las defensas vascas en el monte Gaztelumendi. La elección de ese punto no fue casualidad. Las tropas franquistas optaron por atacarlo tras recibir información por parte del capitán Alejandro Goicoechea, que se pasó al enemigo y aportó a los sublevados la localización de tres puntos sin fortificar; uno de ellos una franja de unos 2,5 kilómetros entre Gaztelumendi (Larrabetzu) y Urrusti (Gamiz-Fika).