Su admirado Cristóbal Balenciaga conquistó a la marquesa de Casa Torres. Ella veraneaba en Getaria, cuna del genio que, ya consagrado, vestiría de novia a Fabiola de Mora y Aragón, nieta de su mecenas, para su boda con el rey belga Balduino en 1960. Otro flechazo ha catapultado a Peio Santisteban. Desde que Nieves Álvarez publicó en sus redes sociales una galería de imágenes enfundada en el vestido negro que le llevó “meses” de trabajo, el diseñador de Zalla atiende multitud de llamadas de estilistas “pidiéndome encargos para sesiones de fotos”. Y eso que todavía no ha finalizado sus estudios.

El próximo curso los rubricará con un Trabajo de Fin de Grado, para el que le gustaría “hibridar el estado sociológico en el que vivimos con el avance tecnológico y las técnicas artesanales que tanto demanda ahora mismo el mundo” después de unos meses en los que también ha participado en una exposición con motivo de las bodas de oro del Museo del Traje. De acuerdo a la temática que pedía “reinterpretar atuendos regionales” se inspiró en las tejedoras de redes para su propuesta.

Pasa las vacaciones veraniegas en Zalla, pero viaja frecuentemente a Madrid su hogar en esta etapa formativa, aprovechando el eco que le está ayudando a forjarse un nombre propio en el competitivo mundo de la moda gracias a “una de las cosas más sorprendentes que me han ocurrido jamás”. Acudió a la universidad “como un lunes cualquiera” ignorando que uno de los referentes de las pasarelas internacionales grababa allí el programa de televisión Flash Moda de TVE. De repente, “me avisaron de que acudiera corriendo”. Le comentaron “que una persona iba a venir a conocerme”, recuerda. Y allí apareció la modelo “imponente, altísima, guapísima...” , le habían enseñado el vestido, expuesto para una jornada de puertas abiertas, le encantó y “pidió permiso para probárselo”.

Vestido de Diez

Guarda como oro en paño “un vídeo en el que me dice que es maravilloso y se siente fabulosa con él y luego me abraza” y las instantáneas de los dos juntos “en una pequeña sesión fotográfica allí mismo, en una de las zonas de la universidad”. Al verla con una de sus creaciones “sentía que lo que ocurría no era real porque atravieso una fase en la que aún no he salido a hacer grandes colecciones”. “Que venerase el vestido una musa de Yves Saint-Laurent” que respondió a un comentario de Peio en Instagram calificándolo de obra de arte diez en diseño y confección, “observarla cómoda y feliz es indescriptible y realmente tanto ella como su equipo no pudieron ser más amables”, agradece.

Detalle del vestido. Cedidas por Peio Santisteban

Al empezar a confeccionar una colección “al principio te basas en una idea un poco primaria”. En este caso, “este año he querido trabajar el textil, analizar cómo funciona, cómo habla” atreviéndose a experimentar “dar con tus formas y técnicas textiles”.

“Casi una obra de ingeniería”, el vestido requirió una labor de varios meses “ardua, ya que solo en el exterior empleé treinta metros de tela, tafetán”. Configurar “todos esos volúmenes, que suban arriba y se sostengan precisa una técnica complicada porque hay que usar distintos materiales que se entrelacen entre sí, que no se deformen con el tiempo y se mantengan”. Los pliegues del exterior “se van haciendo con vapor de una forma muy delicada plisando, unos se enganchan en una parte, otros en otra”. Por dentro “contiene muchísimas más telas”.

Oteiza y Chillida

Le resultó “complejo” dedicar jornadas y jornadas a “algo que desconocía hasta qué punto podía llegar” intentando fusionar la estética que deseaba plasmar: “la vanguardia vasca Oteiza, Chillida, todas estas formas tan brutalistas”. “Uno de los procesos más largos y bonitos que he vivido” desde su creatividad ha sentado las bases de un estilo propio. Y es que “has de alcanzar un punto en el que no te parezcas a otros diseñadores”.

Nieves Álvarez lo supo reconocer al instante. “Desde que tanto ella como yo compartimos la sesión de fotos en nuestras redes sociales” ha la prenda ha cobrado una notable repercusión. Estilistas y fotógrafos contactan con Peio no solo para que les preste el vestido, sino también para publicar otros conjuntos en revistas.

Le emociona que precisamente este vestido signifique un homenaje a su abuela fallecida hace unos meses. “Fue una maravillosa modista”, una de las tantas mujeres luchadoras que “sacaron adelante a su familias gracias a la costura, hilos y agujas en un momento en el que no gozaban de tanta importancia y visibilidad”. “Muy orgulloso de que me haya transmitido todos estos valores y de poder abrirme camino”, ella encarna el legado femenino “que ha ayudado a que el textil y las prendas nos acompañen”. Por eso, “en el Museo del Traje quise rendir tributo a todas estas tejedoras de redes”.

La reinterpretación de un traje típico vasco desde la estética de las tejedoras de redes a cargo del creador Cedidas por Peio Santisteban

Se refiere a su reciente presencia en una muestra que conmemoraba el cincuenta aniversario de este templo madrileño de la moda, “no solo un punto de reunión de artesanos a día de hoy, sino que cuenta con exposiciones de épocas pasadas que han sido testigos de la historia de nuestras familias y fuente de inspiración: desde Pertegaz a Balenciaga y archivos muy importantes de diseñadores internacionales”. A la inauguración “acudieron incluso ministros, aportar mi granito de arena y poder vivirlo rodeado de mis amigos que han conseguido lo mismo es gratificante y significa que los demás respetan y validan tu trabajo”, se felicita.

Ajustándose a la temática de reinterpretar vestidos regionales, Peio optó por “reversionar la estética vasca” sin caer en “el vestuario que podemos admirar en cualquier celebración”, sino de una visión “ecléctica otorgando voz a aquellas mujeres de la costa que siempre nos miran desde el segundo plano de las fotografías, como las tejedoras de redes”. Desempeñaban un papel “crucial ya no únicamente en su casa, sino también en “las redes de pesca que abrieron una vía de negocio”.

Documentarse

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Lo ha investigado en un proceso de documentación “más allá de buscar en Internet” que le ha conducido ido “a numerosos museos navales, como el de Donostia; incluso el acuario incorpora valiosas exposiciones relacionadas”. También ha indagado con la ayuda de comisarios de museos de trajes, personas expertas que abordan estas indumentarias desde una perspectiva más científica e investigada”. Así, en su visión personal se ha volcado “en la ambientación de los pliegues y las lanas que lucían en invierno”, a merced de las duras condiciones climáticas.

Al hilo de la realidad de estas mujeres, Peio define la moda como “un lenguaje para difundir nuestro punto de vista hacia temas que deben tener cabida en la sociedad”. “Nos nutrimos de detalles del pasado muy bien pensados por su hecho funcional y práctico, además de estético, que nos hace armar nuevos volúmenes y estructuras”, reflexiona. ¿Todo se ha inventado ya? “Hasta cierto punto...” y ahí entra él.