"La violencia vial es como matar con un cuchillo"
Stop Violencia Vial y Autoescuela Gernika convierten la sanción en lección
Detrás de testimonios como el de Ainhoa hay una red de personas comprometidas con que estos relatos no caigan en saco roto. Entre ellas está Rosa Trinidad, presidenta de la asociación Stop Violencia Vial, que apoya desde hace años la presencia de víctimas en autoescuelas y también en juzgados. Gracias a su labor, lo que comenzó como una iniciativa puntual se ha convertido en una nueva medida obligatoriaen los cursos de recuperación de puntos promovidos por la Dirección General de Tráfico (DGT).
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Trinidad explica que este tipo de sesiones se enmarcan en un proceso formativo en el que las personas sancionadas por infracciones graves deben asistir a clases impartidas por profesionales como psicólogos o instructores, pero también deben escuchar el testimonio directo de una víctima de violencia vial. Según detalla, esta incorporación, aún reciente, responde a la necesidad de reforzar la concienciación emocional, mostrando no solo las normas que se han incumplido, sino también las vidas que han quedado rotas por “decisiones irresponsables” al volante. “No basta con aprender a manejar un vehículo, también hay que entender el daño que puedes provocar si lo haces sin responsabilidad”, señala.
En el centro Autoescuela Gernika, donde el pasado viernes 13 de junio Ainhoa ofreció una charla y donde anteriormente también se han celebrado sesiones con otras víctimas, como una madre que perdió a su hija en un siniestro, el impacto de estas intervenciones suele ser notable. Según explica Idoia Aransolo, gestora del centro, no es habitual que las personas acudan por pérdida de puntos: “Si lo fuera, vendría mucha más gente”, apunta. Señala que algunas personas son reincidentes y, aunque no se trate de algo generalizado, sí detecta que persiste una falta de educación vial y de respeto hacia los demás conductores.
“Estamos hablando de vidas humanas, no puede salir tan barato matar en la carretera”
En el caso concreto de Ainhoa, Aransolo destaca que su primera intervención generó una respuesta muy positiva: “Hubo mucha empatía hacia ella, una reacción muy buena”. De hecho, subraya que quienes en un primer momento parecen más reacios suelen ser, al final, los más receptivos y quienes mejor se comportan.
Sin embargo, desde la asociación advierten que, aunque muchas veces se logra una reacción positiva, la concienciación no basta por sí sola. “A quienes son irreductibles, debe caerles encima el peso de la ley, porque estamos hablando de vidas humanas, y no puede salir tan barato matar en la carretera”, insiste Trinidad.
Y no solo eso, más allá de lo sancionador, la asociación aboga por incluir la educación vial en las escuelas. Consideran que el aprendizaje de normas y actitudes responsables debe empezar en la infancia, mucho antes de obtener el permiso de conducción. “La base está en la educación”, resume Trinidad. Pero añade que si esta falla, la sociedad tiene que actuar, proteger a las víctimas y no dejar impunes a quienes ponen en riesgo la vida de los demás.
Otro de los mensajes clave que lanza la asociación tiene que ver con el lenguaje. Rosa insiste en que no se debe hablar de accidentes cuando lo que hay es una negligencia evitable: “Si alguien muere por la imprudencia o irresponsabilidad de otra persona, eso no es un accidente: es violencia vial. Es como matar con un cuchillo, solo que el arma es un coche”.
“Ha habido mucha empatía hacia Ainhoa, una reacción muy buena”
Para ella, todos podemos ser víctimas o victimarios. Por eso, la asociación defiende que escuchar a las víctimas no es solo un acto de reparación, sino también una herramienta de prevención. Y que esas voces, como la de Ainhoa, no solo deben resonar en una sala de autoescuela: deben quedarse en la conciencia de quien las escucha.