Pol Makuri (La Paz, 1991) participará mañana en la Kosta Trail de Sopela. El atleta paralímpico nacido en Bolivia y residente en Igualada (Barcelona), que nació con hemiparesia en el lado derecho del cuerpo, una discapacidad perteneciente a la familia de la parálisis cerebral, es un referente del deporte paralímpico. “Si luchas puedes perder, pero si no luchas ya has perdido”, es su lema, un perfecto reflejo de su historia. En 2022 participó en los Juegos Paralímpicos de Pekín y ese año también corrió por primera vez la Zegama-Aizkorri, su primer maratón, convirtiéndose en el primer atleta con diversidad funcional en terminar la carrera dentro de tiempo (6 horas 55 minutos). Con su inseparable bastón en la mano izquierda y equipado con una zapatilla y una bota en los pies, ha llevado su cuerpo al límite corriendo 165 kilómetros por el desierto de Omán durante cuatro días. “A nivel físico, ha sido la prueba más dura a la que me he enfrentado”, reconoce.

Inició su trayectoria deportiva en el hockey sobre patines antes de pasar al esquí de fondo y a las carreras de montaña. Después de doce años luchando por alcanzar su sueño, finalmente hace tres años, consiguió alcanzar la gloria olímpica y ser el primer atleta español con parálisis cerebral en participar en unos Juegos de Invierno. “Mi discapacidad puede pasar desapercibida porque no me falta ninguna extremidad. Lo que sucede es que, a nivel deportivo, es una discapacidad muy compleja porque mi cuerpo cada día reacciona de una forma distinta y no está bien valorada a nivel competitivo. Para participar en los Juegos me pedían unos resultados imposibles de lograr. Pero había una opción que era por invitación o criterio técnico y me agarré a esa posibilidad como una lapa”, relata. Fue el premio a una lucha de más de una década y fue tanto el desgaste emocional por alcanzar su sueño que, después de aquella competición, apenas ha vuelto a calzarse los esquís. “Me los he puesto, como mucho, cinco veces. Quería desconectar”, desvela. Sus padres le inculcaron el amor por la montaña y el esquí de fondo, y practicó hockey en un equipo sin discapacidad. “He tenido la suerte de haber sido siempre uno más, con una vida súper inclusiva. Es curioso que el deporte paralímpico es lo que me ha permitido conocer el mundo de la discapacidad”, relata.

Con sus sueños deportivos “ya cumplidos” ahora busca desafíos

El año pasado fue su estreno en la Kosta Trail de Sopela y quedó fascinado por la magia de los acantilados de Uribe Kosta. “Estoy con ganas de volver a correr, me lo pasé muy bien”, resume. Afronta la carrera con ganas de intentar batir su registro –quedó en el puesto 22–, pero teme la factura de la Zegama-Aizkorri, en la que estuvo hace unas semanas. “Igual lo noto un poco, pero voy a intentar dar lo mejor de mí para dar un buen espectáculo del deporte paralímpico”, señala.

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Con sus sueños deportivos “ya cumplidos” ahora busca desafíos. Por su cabeza pasa el momento de colgar las zapatillas, pero no se marca plazos. “Soy consciente de que es un deporte con mucho impacto y tengo que cuidar mi cuerpo, pero estoy muy agradecido porque mi discapacidad me está permitiendo lograr cosas que si me las llegan a decir hace tres años no me lo hubiera creído”, señala. Su espíritu de superación es inquebrantable y es un ejemplo para el resto de deportistas. En su currículum: copas del mundo, Juegos Olímpicos, maratón o incluso competir con Kylian Jornet. “Es como competir con Messi siendo paralímpico”, concluye agradecido.