Elaborar el mejor pan de Bizkaia durante dos años consecutivos requiere de mucho esfuerzo y sacrificio. ¿La clave para lograrlo? Mantener las recetas que los antepasados utilizaban y tratar con mimo el producto.
Los hermanos Jonathan y Myriam Saratxaga apostaron por dar una nueva vida al horno de leña familiar ubicado en Galdames en el que preparan pan de masa madre y repostería. No fue casualidad, su familia ha elaborado panes durante toda su vida, algo que suscitó el interés de los hermanos Saratxaga.
La historia del Jonathan y Myriam comenzó en Güeñes hace 18 años hasta que hace seis años se trasladaron a Galdames. Con casi dos décadas a sus espaldas trabajando con el producto más cercano posible -por ejemplo la mantequilla de Karrantza y leche de Galdames- reconocen que cuando comenzaron se tiraron la manta a la cabeza. “Lo reconstruí entero”, ilustra Jonathan.
“Estaba trabajando en la grúa pero yo quería ser panadero”, narra Jonathan, quien expone que hace lo que le gusta pese a realizar “la media jornada de un autónomo, doce horas”. Incluso en sus inicios, según matiza, “había días en los que trabajábamos 18 horas”.
El obrador se encuentra en pleno monte y aun así “hay mucha gente que viene a comprar. Hay días que tenemos colas de coches en mitad de la carretera que vienen únicamente a comprarnos”. En la actualidad, Myriam “está de vez en cuando, ahora es mi sobrino el que está de socio”.
"Nos dicen que está todo muy bueno"
La publicidad del obrador Saratxaga es la que se ha hecho toda la vida, el boca a boca. “Eso no falla”, matizó Jonathan. Crecer en cantidad de productos que comercializan no es una opción en este instante. “Puedo hacer más pero para qué si seguro que lo voy a perder en calidad”, añade.
Unos productos muy demandados por los clientes. “Nos dicen que está todo muy bueno por lo que seguimos así, qué vas a cambiar”, se pregunta Jonathan.
Entre sus productos, además del pan, se encuentran el pastel vasco, galletas de mantequilla, magdalenas de chocolate y normales, coquitos de coco, huevo y azúcar y las rosquillas, las favoritas de Jonathan. “El otro día le dije a mi hermana que me puse a cenar y me apetecía leche con rosquillas, pues me comí medio kilo”, cuenta Jonathan entre risas.