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Alumnos del Centro Formativo Otxarkoaga que dan lecciones de vida

Son adolescentes, pero ‘doctorados’ en diversidad. “Uno no entiende lo duro que es dejar su país hasta que le toca pasarlo”, asegura María José, que pide “empatía” y “respeto”, junto a sus compañeros, con motivo del Día Internacional del Migrante

Alumnos del Centro Formativo Otxarkoaga que dan lecciones de vidaJosé Mari Martínez

Hay veces que las lecciones de vida las dan adolescentes, como María José Chaverra, que a sus 13 años ha tenido que abandonar su Colombia natal por motivos de seguridad y pide “empatía” porque emigrar es “muy duro”. Por si fuera poco, en tierra ajena uno se puede convertir en sospechoso hasta por realizar una buena acción, como le sucedió a un amigo de Aritz Amutio, que se crio en Rekalde y tiene una cuadrilla multicultural. “Se le cayó en la calle una cartera a un chaval, mi amigo se la devolvió y le dijo: Devuélveme todo el dinero. Mi amigo le dijo que no le había quitado nada y le empezó a llamar negro, ladrón... Le enseñamos que no le habíamos cogido nada y nos dijo:Ah, perdón, es que me han robado muchas veces. Nos fuimos tranquilos, pero no hay que juzgar un libro por su portada ni a las personas por su color de piel porque igual son muy buena gente”, explica.

María José y Aritz alzan la voz, junto a Sami y Angel, otros dos alumnos del Centro Formativo Otxarkoaga, para poner en valor la diversidad y la inclusión y derribar prejuicios con motivo del Día Internacional del Migrante, que se celebra este miércoles. Todos saben de qué hablan porque lo han vivido en carne propia o de cerca y estudian en un centro inclusivo que este mismo año ha sido reconocido por el Ayuntamiento de Bilbao como “centro educativo antirumores”.

Sami Mitali apenas lleva cuatro meses en Bizkaia, pero ya se ha prestado a explicar públicamente que ha venido a “estudiar y trabajar”, por lo que pide “respeto” para él y el resto de menores que se ven abocados a abandonar Marruecos para labrarse un futuro. “Aquí puedo formarme. Allí en el colegio hay muchos chicos con problemas y profesores que no dan clase”, dice este adolescente, acogido en el centro de Amorebieta.

“Venir de golpe es complicado”

No se erige en portavoz de nadie, pero María José retoma la palabra y su discurso se antoja el de una auténtica lideresa. “Si todos los latinos o inmigrantes nos vamos, Euskadi tendría una bajada increíble porque aportamos muchísimo. De cada cultura se aprende”, defiende esta colombiana, que destaca su contribución. “Si usted va a un establecimiento, lo más probable es que haya un latino trabajando. Somos nosotros los que damos parte de la estabilidad a este país”, sostiene.

María José no recurre a las estadísticas ni a las grandes cifras, como los políticos. Le basta con lo que ven sus ojos para argumentar. “Los latinos somos de los que más trabajamos en bares y restaurantes, en el tema de la limpieza, el cuidado de gente mayor y de menores... Son trabajos que mucha gente de acá no quiere hacer porque encuentra un oficio mejor y mejora su estabilidad”, expone. No por ser colombiana se olvida de los migrantes procedentes de otros países. “Además de latinos, también hay muchos moros que ayudan a la arquitectura con todo lo manual. Si usted va a una construcción, va a verlos a ellos”, señala.

Convencida de que, “sin las que vienen de fuera”, la sociedad vasca “pierde mucho”, María José emplaza a ponerse en su lugar. “No todos tenemos la misma situación ni nos adaptamos igual. Dejar uno su país o su cultura y venir de golpe y aprender otra es complicado y a veces no saben entender eso o aceptar que una gente es más cerrada que otra a la hora de socializar”, lamenta.

Algo más retraída, Angel Valentine David, una adolescente nacida en Marruecos, pero de ascendencia nigeriana, admite que al principio le costó adaptarse a su nueva vida en Euskadi. Acaban de decirle que el jugador Nico Williamsestudió en su mismo centro y corre a comprobarlo en su teléfono móvil. La sonrisa no le cabe en la cara. Solo la repliega para cerrar esta clase magistral en pro de la diversidad con una reivindicación, a modo de despedida, que quiere que sea tomada pero que muy en serio: “Kolore guztiak arrazakeriaren kontra”, proclama.