El sol realza el día de Todos los Santos en el cementerio de Derio
Pese a la tendencia a la baja de la costumbre, miles de personas se acercan al camposanto para recordar a sus seres queridos
Miles de personas se han acercado este viernes al cementerio de Derio para recordar a sus seres queridos ya fallecidos con motivo de la festividad de Todos los Santos. La benigna climatología, más propia del verano que del arranque del mes de noviembre, ha paliado en parte los efectos de una tendencia a la baja en esta costumbre y de la coincidencia con un puente festivo de tres días que no pocos vizcainos han querido aprovechar para realizar una escapada.
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Los asiduos a esta cita se lo han tomado con calma y no ha sido hasta las doce del mediodía cuando ha empezado a percibirse una afluencia notable de personas en el camposanto municipal de Bilbao. A las once de la mañana la actividad era reducida en los puestos de venta de flores ubicados justo enfrente del acceso principal del recinto. "Aquí estamos, mirándonos las caras los unos a los otros", comentaba Jordi Berni, un vendedor con larga experiencia. "Llevo 20 años viniendo al cementerio. De entonces a esta parte, ha descendido muchísimo el número de puestos de flores. Antes estaba todo este lado de la carretera lleno. Ahora solo estamos los de toda la vida", lamenta. El motivo de ello lo tiene claro: "Cada vez se vende menos porque cada vez se incinera más y la tradición de traer flores se va perdiendo. Queda la gente mayor. La gente joven no viene a poner flores a las tumbas. Y este año en concreto, mucho menos. Hay puente y la gente se marcha fuera, prefiere salir por ahí que hacer una visita al cementerio".
"Cada vez se vende menos porque cada vez se incinera más y la tradición de traer flores se va perdiendo. Queda la gente mayor. La gente joven no viene a poner flores a las tumbas"
Unos de los que se han quedado en Bilbao y han aprovechado para acercarse este 1 de noviembre a Derio son los miembros de la familia Arto. "No siempre este día, porque suele haber demasiada gente, pero sí venimos todos los años por estas fechas", señala Lourdes Arto, quien junto a su hermana Leire y a otros familiares han cumplido con el rito anual de limpiar y colocar flores en el panteón donde descansan su padre, sus abuelos y un tío. "Venir y dedicarles un ratito parece que te refuerza un poco", añadía.
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También Víctor Lejarreta suele escoger otra jornada para honrar a sus difuntos. "Casi nunca venimos el día 1. Nor ºmalmente solemos venir la semana anterior, pero esta vez coincidió que estaba lloviendo, lo dejamos y hoy ha hecho muy bueno", indica. Le encontramos rasqueta en mano, eliminando las hierbas que brotan sobre la lápida del panteón de la familia Gorostiola-Basabe. En su interior reposan los padres de Víctor, su abuela y varios tíos y tías. Recuerda cuando, con alguno de ellos, venía de pequeño a Derio. "A principios de los años 70 era terrible… Veníamos todos apretados en el autobús... No tiene nada que ver con lo de ahora", apunta con un toque de nostalgia, en un ambiente de paz, únicamente perturbada por el estruendo de los aviones sobrevolando el lugar no demasiados metros por encima de sus cabezas.
A no mucha distancia, un grupo de religiosas pregunta a un operario por la ubicación del mausoleo a los niños del Circo del Ensanche, uno de los panteones más espectaculares de todo el cementerio. "Es que justo enfrente una de nosotras tiene a un hermano enterrado", desvela Sor Angustias, integrante de la congregación de las Esclavas de la Eucaristía y de la Madre de Dios de Bilbao. Para ellas, la de este 1 de noviembre es una cita ineludible. "Venimos todos los años, tenemos varias hermanas enterradas aquí", explica. Sor Angustias no tiene una visión tan negativa sobre la vigencia de esta tradición: "Nosotras siempre vemos bastante gente. Ahora, que sea en plan de creyentes... Eso no lo sé. A lo mejor es en plan de visitar a la familia y nada más".
"Nosotras siempre vemos bastante gente. Ahora, que sea en plan de creyentes... Eso no lo sé. A lo mejor es en plan de visitar a la familia y nada más"
Y también Kontxi Uribe es otra de esas personas que llueva, caiga granizo o haga un día esplendido, como es el caso, cumple con la costumbre de acudir a Derio a "estar" a su manera con los seres queridos que ya se fueron de este mundo. Lo hace contra viento y marea: "Mucha amigas me dicen: tú estás loca… Pero yo vengo porque me gusta, me sienta bien". Coloca un ramo de flores en el nicho familiar y reza para sus padres, su hermano y, en especial, para quien fuera su marido, Balbi, que falleció hace 17 años. "Él decía que tenía dos mujeres, primero el Athletic y luego Kontxi", rememora entre risas esta matsorri de Begoña, donde, año tras año, se toma un blanco después de la visita al cementerio. "Esto me da paz, seguiré viniendo hasta que me muera", asegura Kontxi. Ojalá disfrute aún de muchos días de Todos los Santos visitando a su añorado Balbi.