¿Es posible guardar un equilibrio entre la apertura al público y la preservación de las cuevas? Las ponencias del congreso estatal celebrado en Karrantza debatieron en torno a esta cuestión central aportando experiencias particulares que introducen la tecnología para formular una respuesta afirmativa: ahí están los ejemplos del estudio de la Cueva Roja de Tenerife con técnicas geoespaciales o el proyecto de implantar realidad aumentada en la de Aracena (Huelva).
El objetivo consiste en no alcanzar el punto de no retorno de la Altamira original, que “tuvo que cerrar” y se conoce a través de una réplica, explicó el presidente de la Asociación de Cuevas Turísticas Españolas (ACTE), Manuel Durán. El decálogo de la agrupación establece como prioridad “conservar los valores medioambientales para el disfrute de las generaciones futuras, siempre y cuando esas figuras tan delicadas no sufran en demasía”. De hecho, se enfrentaron a otro caso entre sus “cuarenta” grutas asociadas en el que “la mala gestión desembocó en unas consecuencias negativas” atajadas a tiempo: “está intentando renacer con un modelo que fije una serie de parámetros medioambientales y favorezca un desarrollo mucho más pausado”.
“Siempre” han convivido con el debate entre “desarrollo local y la naturaleza”. “El dilema entre barranco y turismo, como lo denominé en mi conferencia inaugural, que contrapone el turismo de esa cascada de agua sin control con otro más sostenible”, expuso. “Muy condicionado” por la ubicación de las cuevas, normalmente alejadas de los centros urbanos, por lo que “hay que transportar al turista allí e intentar completar su estancia con una serie de pretensiones que uno quiere cuando viaja”.
Desde la triple visión de “sostenibilidad donde prevalezcan la economía y la sociedad” se debe “intentar conocer la capacidad de carga de cada cavidad y adaptarse a ella limitando el número de visitantes de manera diaria u horaria”. “Debemos tomar datos ambientales de cómo se va modificando y realizar las visitas con control y criterio científico, el tope de aforo se va midiendo dependiendo de cada caso”, coincidió Laura Damas, investigadora del Departamento de Geología de la Universidad del País Vasco y vocal del comité científico del congreso. Analizan factores como “el dióxido de carbono que podemos emitir las personas, temperatura y humedad, entre otras”.
Signos de alarma
“La variabilidad de esos parámetros”, apuntó Manuel Durán, da pistas de que algo no marcha bien. Además, cuando la cueva sufre “pueden producirse colonizaciones de organismos que colorean los espeleotemas de verde, puede empezar a degradarse la superficie de las paredes y deshacerse como polvo”, enumeró Laura Damas. A las pinturas rupestres “les afectan muchísimo los cambios”. Los daños “son reversibles o no, dependiendo del momento en el que se cojan. A veces se consigue con un trabajo concienzudo de limpiar las estalactitas y estalagmitas de ese verdín generado por un mal uso de la iluminación o una inadecuada temperatura”, señaló el presidente de ACTE.
Más que la inteligencia artificial, “la inteligencia humana nos ayuda a monitorizar”, incidió la geóloga, en el sentido de fomentar una estrecha colaboración entre “ciencia, gestión y visitas; la labor de los y las guías ha de basarse en el trabajo científico conjunto. No se puede abrir sin criterio ni divulgar a la sociedad lo que tenemos”.
Aprender del clima
Asimismo, el pasado puede proporcionar valiosas lecciones con el “registro climático y de depósito que llevamos”. En otra de las conferencias, Ana Moreno, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, detalló “cómo los cambios climáticos anteriores producidos de forma natural se pueden enfocar a los actuales”.
Y es que la formación de una cueva “puede tardar millones de años”. Por ejemplo, “un equipo de la UPV dató en su día el espeleotema que separa la cueva de Pozalagua y la sima de la Torca del Carlista se dató en 500.000, lo que significa que la cavidad ya se había formado antes y la historia geológica nos cuenta que hubo una época en la que estuvieron unidas”. Hablando de los tesoros geológicos de Karrantza, –que maravillaron a los participantes en el congreso en visitas a la cueva y la Mina Ángela, cerrada al público–, las famosas excéntricas que se recortan hacia el techo “no son realmente estalactitas porque éstas se forman por el goteo que va cayendo por medio de un conducto”. En cambio, con las excéntricas “según el criterio más extendido se generaron por la humedad”.
Este tipo de informaciones serán accesibles en el proyecto de realidad aumentada en la cueva de Aracena (Huelva), que diseccionó Antonio Dolera, productor ejecutivo en Cineproad, compañía especializada en efectuar réplicas con un escáner en 3D. Asesorados por “un equipo multidisciplinar” están dando forma a un modelo digital que se podrá contraponer con la cueva directamente desde el móvil para saber más de lo que esconde, con utilidades adicionales: ensayar sobre su gemela en la pantalla los efectos de replantear estructuras, cambiar accesos, acondicionar nuevas áreas para que los grupos se crucen con la menor afección posible...
En la Cueva Roja de Tenerife técnicas geoespaciales muy similares se han revelado idóneas para elaborar protocolos de seguridad y control de posibles puntos de inestabilidad, así como la concentración de gases en esta gruta de origen volcánico.
Ponentes internacionales
En el balneario de Molinar hubo también presencia internacional, encabezada por el presidente de International Show Caves Association, el austríaco Fritz Oedl. Dio a conocer que se está actualizando la encuesta para sondear las condiciones de las cuevas a nivel mundial. Según la anterior, de 2021, más de 1.500 permanecían abiertas, recibieron 121 millones de visitantes, empleaban a 57.000 personas y produjeron 2.140 millones de euros. Vesela Dimchova, de la asociación búlgara, desveló que el subsuelo de su país oculta unas 17.000, la mayoría cerradas. Allí reclaman una ley que blinde su protección.
El apunte
Agenda en el exterior. El balneario de Molinar acogió las conferencias, pero la agenda del IX Congreso de Cuevas Turísticas de España salió al exterior con visitas a la Mina Ángela, cerrada al público, y la cueva de Pozalagua, que maravilló a los asistentes.
Éxito organizativo. El presidente de la asociación ACTE, Manuel Durán, felicitó al Ayuntamiento de Karrantza por “la valentía” de lanzarse a organizar el evento demostrando que “con ilusión y ganas otro modelo de congreso es posible” en municipios más pequeños “manteniendo la calidad”.