Dicen los que la conocen que es una mujer muy culta; a sus 93 años, habla con fluidez varios idiomas –entre ellos inglés, francés y alemán– y, hasta hace poco, acudía puntualmente todas las mañanas a la biblioteca de Azkuna Zentroa para leer el New York Times y otros periódicos internacionales. Discreta, hecho público su nombre a su pesar, Magdalena Barrenetxea se ha convertido en una gran benefactora de la UPV/EHU. Esta vizcaina ha donado a la universidad un garaje, una lonja y un piso por valor de más de 375.000 euros entre los tres para que se investigue el alzhéimer, el parkinson y otras enfermedades neurodegenerativas. La vivienda situada en el barrio de Larrabasterra de Sopela, está ahora en periodo de subasta pública.

Las donaciones de particulares son habituales en otras universidades, como en Estados Unidos, pero no mucho en Euskadi, donde las aportaciones suelen ser pequeñas, en especie y llegan principalmente de empresas para proyectos e investigaciones concretas. Por eso, la UPV/EHU quiere ahora impulsar esta vía de ingresos, que permiten a sus investigadores dar un empujón importante a sus proyectos.

Fue la propia Magdalena Barrenetxea la que se puso en contacto con la universidad vasca hace seis años. Quería donar una lonja ubicada en Sopela y un garaje en Bilbao, con una única condición: que el dinero obtenido de su venta se destinara a financiar investigaciones en el campo del alzhéimer y el parkinson. En 2022 hizo otra donación: un piso ubicado en el barrio de Larrabasterra, también en Sopela. Entre las tres propiedades suman más de 360.000 euros. “Fue un salto muy importante para nosotros”, subraya Lorea Bilbao, gerente de la UPV/EHU. No es para menos, teniendo en cuenta que las donaciones de los tres últimos años (2022, 2023 y 2024) han superado, gracias a ellas, el medio millón de euros. Y no solo a nivel cuantitativo. “Ella no tiene ninguna vinculación con la universidad o un investigador o grupo de investigación; lo que quiere es ayudar a la institución, que la UPV investigue y los beneficios lleguen a toda la sociedad”, destaca Bilbao. Magdalena ha tenido familiares que han sufrido enfermedades neurodegenerativas, de ahí su interés en fomentar la investigación en este campo de la medicina. La gerente ha tenido la oportunidad de conocer en persona a Magdalena Barrenetxea, que siempre ha preferido mantenerse en segundo plano, en un discreto anonimato. No oculta el agradecimiento inmensa que la institución siente hacia esta mujer de 93 años y su generosidad desinteresada. “Vivía sola pero sufrió una caída y ahora, aunque está muy bien, necesita ayuda y vive en una residencia. Es una persona muy culta y preparada; no sé cuántos idiomas habla, y le ha gustado siempre ir a diario a Azkuna Zentroa a leer el New York Times y otros periódicos internacionales”, relata.

Tal es la gratitud que siente la UPV/EHU que han creado un aula que llevará su nombre. “Ella no quería que su nombre se hiciera público. Un día que fuimos a visitarla, la rectora le insistió en que queríamos ponerle su nombre a algo, ahora o en la nueva facultad de Medicina, pero ella decía que no. De hecho, prefería que llevara el nombre de su madre, Miren”, asegura la gerente. A través de este aula, quieren gestionar este tipo de donaciones y hacer convocatorias entre los investigadores vinculados a proyectos de investigación. También organizar actividades formativas o de divulgación. “En este caso es para las enfermedades neurodegenerativas, pero puede ser cualquier otro tipo de enfermedad o actividad”, explica. A través de ella, quieren animar también a otros ciudadanos a que realicen sus aportaciones que, recuerda la gerente, “benefician a toda la sociedad porque eso es lo que consigue la investigación que se impulsa”.

Hasta el 28 de junio

Aunque el piso fue tasado en un principio en 176.000 euros su ubicación privilegiada, muy cerca de una de las playas de la localidad, y diferentes mejoras que se habían llevado a cabo en el inmueble han permitido sacarlo a subasta con un precio base de 281.061 euros. “El fin de semana pasado tuvimos una visita para enseñar el piso y la verdad es que había bastantes personas interesadas”, apostilla la gerente de la universidad. No es para menos; son 83,3 metros cuadrados en la avenida Arriatera, a tiro de piedra del mar. Los interesados en hacerse con la propiedad pueden realizar su oferta por escrito en un sobre cerrado hasta el 28 de junio. El piso se adjudicará a quien realice la mayor oferta económica y, en caso de empate, a quien haya presentado la oferta en primer lugar.

Para el garaje todavía no han encontrado comprador –la última oferta la lanzaron por 31.000 euros, pero quedó desierta– pero con la subasta de la lonja lograron 63.300 euros. Cuando logran este tipo de financiación, lo que hace la universidad es ver qué grupos están investigando o trabajando en ese ámbito determinado y lanzar una convocatoria para que presenten sus proyectos. “Cada uno pide lo que necesita para seguir trabajando y repartimos el dinero que recibimos”, explica Bilbao. Será, precisamente, la labor que desarrolle el aula Magdalena Barrenetxea a partir de ahora, en honor a su desinteresada benefactora.