Cada vez que una persona fallece en Ajangiz, el Ayuntamiento coloca un crespón negro en una ikurriña que ondea, a media asta, en la casa consistorial. Este hecho, más que simbólico, evidencia la importancia que tienen cada uno de los 475 habitantes de esta localidad vizcaina. “Ha sido un golpe muy grande”, ha reconocido Koldo Carbonell, alcalde de Ajangiz, que se ha acercado hasta el caserío Auzokoa, en el barrio de Ispizua, donde hoy han fallecido dos personas como consecuencia de un incendio.

“Es una familia muy conocida en Ajangiz, estamos consternados”, ha expuesto el primer edil de la localidad, que a menudo se encontraba con Pablo Martija, una de las víctimas mortales del accidente originado en el que era su caserío familiar. Ahí residía con su mujer, Idoia Rodríguez, natural de Bilbao, y la hermana de esta, Izaskun Rodríguez, que también ha muerto como consecuencia del trágico accidente. “Este es un pueblo pequeño y nos conocemos todos. Siempre hemos tenido mucho contacto con Pablo. Es una pérdida muy sentida, no solo por el Ayuntamiento, sino por todos los vecinos”, ha asegurado Carbonell, que ha mostrado sus condolencias a varios familiares de las víctimas que se han acercado hasta el caserío Auzokoa. 

Precisamente hoy tenía previsto venir a recoger la desbrozadora para hacer unos trabajos”, ha admitido, aún perplejo por la noticia, uno de los hermanos de Pablo Martija, quien habitualmente acudía a la casa familiar de visita. Desde hacía unos años, era Idoia Rodríguez, mujer de Pablo, quien atendía a su marido, aquejado de Parkinson, y a su hermana, Izaskun Rodríguez, que vivía con ellos. El único hijo del matrimonio, respaldado por otros familias, esperaba al otro lado del cordón policial mientras la policía científica hacía sus pesquisas. Sin embargo, la fachada del monumental caserío Auzokoa delata, con manchas negras que subían desde las ventanas, que el foco del incendio ha sido una de las estancias del primer piso.