El 11 de abril de 2013 quedó marcado en el calendario y en el corazón de los bermeotarras como un día negro. Con la misma velocidad con la que se ha desarrollado el incendio del edificio en Valencia, una noche de hace casi once años, tres calles del corazón de Bermeo se vieron convertidas en un infierno en el que el fuego superó los doce metros de altura dejándose ver a kilómetros de distancia. 

“Me sentí impotente porque no podía hacer nada mientras veía que mi casa estaba ardiendo”

Sara Álvarez - Vecina afectada de Bermeo

El incendio que destruyó los hogares de 35 familias bermeotarras, afortunadamente, no tuvo que lamentar pérdidas humanas. La localidad amaneció envuelta en humo y cenizas después de una madrugada en la que las llamas recorrieron su casco antiguo, saltando de un tejado a otro empujadas por el viento. Como consecuencia del incendio, tres edificios de la localidad bermeotarra se vinieron abajo. Entre los afectados del incendio de abril del 2013, se encuentran Gorka Gómez y Sara Álvarez. Ambos son vecinos de la localidad que recuerdan la forma en la que “perdieron todo lo que tenían”. “Me sentí impotente porque no podía hacer nada mientras veía con mis propios ojos que mi casa empezaba a arder”, explica Gómez, quien explica que estaba “en casa de su madre y en cuanto vio el fuego bajó a echar una mano”. “Entramos a casas que se estaban quemando para sacar a la gente”. A Gómez, once años después del trágico incendio en Bermeo, todavía “se me cae la lágrima al recordar todo lo que pasó”.

Una situación muy parecida vivió Sara Álvarez. La bermeotarra achaca los “dos derrames cerebrales que me dieron”, al incendio que terminó con su vivienda en 2013. “Yo creo que lo que me ha pasado viene del incendio”, señala Álvarez. 

 “Estábamos en casa mi padre, la perra y yo, llamaron a la puerta diciendo que había fuego en el edificio”. A pesar de los derrames cerebrales, tuvo tanta magnitud el incendio que Sara Álvarez recuerda cómo su padre “se quemaba la chaqueta con el fuego que caía”. 

En el momento en el que el edificio empezó a prender, no pudieron hacer nada para evitar la catástrofe. “Lo que más echas en falta son los recuerdos que pierdes en el incendio”, matiza Gómez. Una idea con la que concuerda Sara Álvarez. “Se fueron todos nuestros recuerdos”, apostilla la bermeotarra. Observando las llamas devorar sus edificios, ambos se preguntaban “qué es lo que vamos a hacer ahora, a dónde vamos a ir”.

La clave para llevar adelante la situación que están viviendo en Valencia, como destaca el vizcaino, pasa por la empatía con las y los vecinos del edificio en llamas. “Los vecinos van a agradecer que se tenga empatía con ellos, como yo lo agradecí en su momento”, manifiesta Gorka Gómez.

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Así ha quedado el edificio incendiado de Valencia EFE / EP

Hipotecas pendientes

“Hasta seis años después del incendio, estuve pagando la hipoteca de un edificio que no existía”

Gorka Gómez - Vecino afectado de Bermeo

A raíz del incendio de Bermeo, surgió una problemática, las viviendas que tuvieron que seguir pagando la hipoteca del piso cuando el edificio al completo estaba derrumbado. En el caso de Sara Álvarez, explica que ella “ya tenía el piso pagado” mientras que Gorka Gómez continúa lamentando, al igual que lo hizo en los juicios celebrados en 2017 -cuatro años después del incendio- que tuviese que continuar con el pago de los dos prestamos hipotecarios. “Estuve pagando una hipoteca de un edificio que no existía hasta 2019”, cuenta.

Cuatro años después de que el incendio devastase los edificios de Bermeo y afectara a una docena de inmuebles del casco antiguo de la localidad, los damnificados continuaban sin saber cuál era el foco real del fuego. Precisamente en torno a esa cuestión giró la primera sesión del juicio celebrada en el mes de mayo de 2017. Sobre la mesa se plantearon varias cuestiones, como quién era el responsable del edificio, dónde se produjo el fuego y si hubo o no negligencia a la hora de realizar el mantenimiento del bar y del inmueble. Aunque no se llegó a aclarar dónde se generó el fuego, lo que sí fue corroborado por testigos y ertzainas que declararon, fue el estado ruinoso en el que se encontraba el edificio. Gorka Gómez cuenta que “para la cabeza fue matador” tener que hacer frente a la hipoteca de un edificio incendiado.

“Lo he vuelto a vivir”

A diferencia del incendio de Bermeo, el de Valencia se ha cobrado la vida de diez personas que no pudieron escapar del edificio en llamas. 

Viendo las imágenes del edificio valenciano, Sara Álvarez explica que “ha vuelto a vivir” lo que vio con sus propios ojos el once de abril de 2013. “Pobre gente, nadie merece pasar por eso”, añade la bermeotarra. Gorka Gómez confiesa que “al haber visto lo que ha pasado en Valencia, yo me acuerdo de lo mío”, y añade que “ayuda psicológica van a necesitar sí o sí” para poder salir adelante. 

Gómez, quien está siguiendo de cerca las noticias que van surgiendo en torno al incendio de Valencia indica que “los bomberos están haciendo un trabajo alucinante”. Explica que le “llama la atención” un vídeo que ha “visto en redes sociales en el que se ve a un bombero saltando del edificio para salvarse”. Las similitudes entre lo que sucedió en Bermeo ese once de abril de 2013 que marcó la vida de las y los vecinos bermeotarras y el incendió que se propagó en Valencia este jueves son muy parecidas. Las situaciones de las personas, a tantos kilómetros de distancia, son muy similares. Unos necesitaron de empatía y soluciones para poder salir adelante, exactamente lo que necesitan los vecinos de Valencia.