Como dice el chiste popular, Jesús María Trinkkado Pérez, aunque en el mundo artístico se le conoce más como Txema Trinkkado –nacido en Bilbao y vecino de Ortuella–, tiene más peligro que un mono con pistolas. Y no tanto porque pueda disparar al tuntún y le pegue un tiro a cualquier inocente transeúnte, sino porque Trinkkado es de pulso certero y donde pone el ojo –aún cuando duerme– pone la bala, cargada en este caso de arte escultórico donde el reciclaje de materiales tan dispares como unas bujías, unas cucharas, un grifo de latón o unas tenazas cobran expresión y vida, si uno quiere ver algo más que las tenazas, claro.

Autor irreverentemente onírico después de que haya dado un cierto reposo a su vista acristalada con la que escudriñaba su otra gran pasión artística, la fotografía, Trinkkado sumerge ahora a los espectadores de su obra –expuesta hasta el día 20 de febrero en la sala de exposiciones de la OKE de Ortuella– en un torbellino de reproducciones a las que no se puede mirar. Hay que verlas porque, al igual que hacía con sus aclamados fotomontajes “todas tienen algún sentido, algunas hasta más de uno”, plantea este creativo que en los últimos meses ha visitado más de un desguace, una casa de empeños, tiendas de segunda mano y lugares donde nadie espera encontrar el principio o el final de una obra de arte.

‘Agua caída del cielo’. Emilio Zunzunegi

“Me considero tirador de fotos o fotógrafo creativo. He hecho varias exposiciones, además de en la OKE, en diferentes puntos de la geografía española, en Europa e, incluso, en Nueva York. Esta es mi primera exposición de esculturas-figuras, o lo que sean, a las que me he dedicado en cuerpo y alma desde que estoy jubilado sin dejar, no obstante, mi gran pasión por la fotografía”, resume este mecánico de coches jubilado que no ha parado de “trabajar” desde que abandonara su ocupación laboral, que no artística.

“Creaturas” irrepetibles

“He acudido a clases de escultura, e incluso de pintura, pero el punto de partida sin duda lo marcó mi retirada del mundo laboral. En ese momento quería hacer algo diferente y, sin dudarlo, me puse a buscar un local donde dar rienda suelta a mi reciente inquietud. De este modo, con un espacio propio y muchas ideas, comencé a crear obras con material reciclado, con piezas varias que tenía por casa, que me encontraba… y aquí están todas esas creaturas auténticas, inéditas, únicas... porque todas han salido de mi cabezota, nada ha sido copiado o imitado”, reclama este alma en vilo siempre atenta al próximo chispazo creativo.

“Cabe decir que me gusta el minimalismo, lo contemporáneo, y estas figuras me han permitido jugar con elementos limitados, con una tendencia estética e intelectual y buscar la expresión de lo esencial eliminando lo superfluo”, invita este artista bilbaino con pasaporte minero.