Que Urdaibai y Lea Artibai son dos zonas donde la naturaleza se deja sentir más en Bizkaia es un hecho ineludible. Los argumentos son más que poderosos: el monte Oiz divide en dos ambas zonas, situación que genera la maravillosa Reserva de la Biosfera de Urdaibai aguas abajo del río Oka, la impresionante imagen de San Juan de Gaztelugatxe la limita con Uribe, Sollube hace lo propio con Mungialdea, Santimamiñe es la cuna de la prehistoria vasca desde que hace más de cien años desde que aita Barandiaran escudriñó sus secretos, Garraitz y su isla centra el final del estuario del río Lea, al Artibai hace lo mismo con Gipuzkoa dando paso a uno de los más grandes puertos en nuestra tierra... Son muchas las razones que hacen a ambas zonas idóneas para empaparse de la Bizkaia más natural. Y, claro, allí donde hay vida, fértil y agraciada (impresionante la biodiversidad que puede alcanzar tan pequeño espacio), hay comunidades asentadas siglos atrás, que han luchado por salir adelante durante largos años y que quieren crear sociedades apegas a la tradición pero con ganas de seguir innovando de cara a futuro. Urdaibai y Lea Artibai, son sin duda alguna, dos comarcas con grandes raíces asentadas en el pasado pero enormes expectativas de cara a futuro.

Parte fundamental de Bizkaia (allí está asentada el alma del herrialde, Gernika-Lumo y su casa de las Juntas Generales, una visita imperdible para todo aquel que se acerque a Euskadi), desde su monte bocinero Sollube se llamaba a parte de los participantes del Hemiciclo vizcaino durante siglos. Y ya con semejantes antecedentes, no es de extrañar que la larga historia que acumulan ambas comarcas sea parte de la seña de identidad de Busturialdea y Lea Artibai. Podemos hablar de los hombres del megalítico que tenían su base (y atalaya) en el monte Katillotxu (entre Mundaka, Bermeo y Busturia); los neolíticos que hicieron lo propio en las alturas de Arrola; los romanos que llegaron (aguas arriba), de Bermeo a Forua; los restos medievales de San Miguel de Ereñozar… Demasiado legado en pocos kilómetros. Tanto hay para ver que la Diputación Foral de Bizkaia organizar salidas durante el verano al ingente patrimonio para conocer de primera mano los recursos con los que cuentan las comarcas, tan bastas son en patrimonio arqueológico como desde el plano cultural y personal. No podemos olvidarnos de Seber Altube, los Barroeta, Juan Acurio, Néstor Basterretxea, Pedro Ispizua, Resurrección María de Azkue, Castor Uriarte, José María Arizmendiarrieta, Manu Leguineche…

Uno de los principales puntos de interés de Busturialdea es que allí se ubica la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, la única de sus características en Euskadi. De 220 kilómetros cuadrados, se caracteriza por su rica diversidad ambiental: 821 especies de flora y 729 de fauna, 86 hábitats, 52 lugares de interés geológico, tres zonas de especial conservación… Así, no es de extrañar que diversas publicaciones internacionales hayan puesto sus ojos en la zona. Recientemente, ‘Forbes’ nombrara Urdaibai por “ser un lugar hermoso para explorar, ideal para amantes de la naturaleza y la observación de aves". Para ello, la Reserva cuenta con el Urdaibai Bird Center, un espacio ornitológico primordial ubicado sobre las marismas de Orueta, en Gautegiz Arteaga, cuyo trabajo no obstante es un referente para toda la Cornisa Cantábrica. Los parajes del área natural crean majestuosas playas como Laida y Laga, en Ibarrangelu, o la apreciada ola izquierda de Mundaka, meca para los surfistas del mundo. Y ya, en su desembocadura, se ubica el puerto de Bermeo, cuyos muelles guardan todavía buena parte del legado arrantzale y conservero de la villa que un día fue cabeza e Bizkaia, y la imponente isla de Izaro, refugio de un buen numero de aves. Por el otro lado, en la margen derecha, y situado en la parte trasera del icónico monte Ogoño, Elantxobe forma una atalaya natural sobre un mar que tanto ha dado a Busturialdea.

Lea Artibai Y del extremo oriental de Busturialdea a Lea Artibai. De esta comarca, al menos lo que todas las guías señalan, es que Lekeitio es la princpial joya marítima. Su propia web lo apunta. “Pequeño estuario rodeado de montañas y protegido por una isla a la que, dos veces al día, se puede llegar andando. Pero Lekeitio ha sido y es sobre todo mar y eso significa: pesca, comercio, cultura, identidad y una historia muy interesante”, De su oferta resaltan el faro de Santa Catalina (el único visitable de Euskadi), el lagar de Sosoaga, la imponente basílica de Santa María, sus playas (Isuntza y Karraspio, cercana a la villa costera pero ubicada en la vecina localidad de Mendexa), el molino de mareas de Marierrota, y sobre todo, la isla de Garraitz. Moldeadora del paisaje, su larga historia la ha convertido en un increíble enclave de 6,5 hectáreas que ha sido enclave para diferentes usos (militar, civil, eclesiástico…) por lo que podemos encontrar restos arqueo­lógicos asociados a estos hechos históricos. La sociedad de ciencias Aranzadi y la agrupación local Atabaka manejan un proyecto para preservar el patrimonio arqueológico y natural del islote, que como Lekeitio, cunmplirá en 2025 ssus 750 años desde que fuera nombrada como villa, Además, la zona ha sido declarada como parque arqueológico en 2019 por el Gobierno vasco.

Del resto de la comarca, destacan el ingente patrimonio que acumulan los dos ríos que dan nombra a la zona. Tanto el Lea como el Artibai han acumulado innumerables restos del paso del tiempo, desde palacios y presas, a molinos o ferrerías antiguas. Zonas de especial conservación de aves, sus riberas acumulan una larga historia en la que no faltan municipios a visitar como Markina-Xemein, cuna de pelotaris con sede en su famosa Universidad de la pelota, u Ondarroa, epicentro de la actividad pesquera en Euskadi.