Cuando Abel Portilla remate su labor, la San Roque se expondrá ante los balmasedanos “en escaparates céntricos” para que puedan recrearse en sus detalles antes de llevarla a que Begoña Viñuela, de Caligrafía Bilbao, inscriba los nombres escogidos por los 87 donantes que se han volcado con la campaña de crowdfunding iniciada en verano con el fin de sufragar la campana en sí (2.245 euros), la logística necesaria para ensamblarla y el grabado. Se han reunido 3.850 euros. De momento, puesto que aún se puede contribuir con este gesto hacia un lugar que palpita en el corazón de la villa.

Es posible participar con dinero en metálico allá donde se encuentre el cartel anunciador, efectuando una transferencia al número de cuenta de Caja Laboral ES07 3035 0090 61 0900031845 o vía Bizum al número de teléfono 649 019 170, precisando en todo caso el nombre a plasmar.

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En imágenes: El alma de la San Roque Elixane Castresana

El volumen de aportaciones “abruma y nos emocionan las historias que nos contáis, las dedicatorias a seres queridos que ya no están, los recuerdos que este enclave os trae a la memoria” en el proyecto que representa “otro intento de dignificar nuestro patrimonio sencillo, humilde, pero a la vez potente y lleno de cariño por lo que somos”, destaca Orexinal.

Entre ellas, alguna sumamente curiosa, como la enviada desde Mónaco por un considerable importe de tres cifras y remitente anónimo. La referencia de un monegasco de identidad desconocida aficionado a las campanas resonó hace tiempo también en el taller del artesano cántabro. “¿Será la misma persona?”, bromea.

Abel Portilla ha aceptado el encargo de un carillón para una abadía de Andorra, “tarea bonita porque incorpora melodía”. Con un artículo “de lujo como una campana han de existir mecenas que lo paguen”. En la San Roque de Kolitza, cerca de cien.