El Palacio Arriluce fue construido en 1912 sobre los acantilados de la Bahía de Abra, y cien años después de su construcción abrirá sus puertas convertido en un hotel de lujo, el primero de estas características en Bizkaia. Luisa Rodríguez, fundadora y directora de Hotelab, ha sido una de las encargadas de poner en marcha este proyecto que empezará a alojar huéspedes este mes de octubre.

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En imágenes: Palacio Arriluce de Getxo, primer hotel 5 estrellas Gran Lujo de Bizkaia

Ha sido punta de lanza de uno de los proyectos hoteleros más ambiciosos de Bizkaia, ¿cómo se siente tras crear el primer hotel de lujo en la zona?

—Este es el típico proyecto que dices “qué suerte he tenido de que mi vida profesional pase por aquí”. Es parte de la historia de esta zona porque el Palacio Arriluce realmente fue una de las primeras edificaciones de ese estilo a principios del siglo XX. Soy verdaderamente una afortunada por haber podido formar parte de este proyecto.

El hotel abrirá este octubre después de un proceso de remodelación que no ha tenido que ser fácil.

—Lo más difícil, y también lo más interesante y bonito, ha sido intentar respetar la esencia de este edificio como cuando se construyó. Lo que no íbamos a hacer era tirar todo y hacer un hotel, porque las escaleras había que salvarlas, por ejemplo. Hemos vuelto a la edificación original de 1912, porque aunque siempre ha sido de una misma familia, ha sufrido cambios.

¿Podemos decir, entonces, que este nuevo hotel nos ayuda a viajar al pasado?

—Es un viaje al pasado y lo hemos hecho en muchos aspectos, no solo arquitectónicamente. También culturalmente, artísticamente. Hemos rescatado unas chimeneas que hizo Delaunay, un matrimonio de artistas muy importantes del siglo XX, también la biblioteca, y una serie de cuadros que han estado en restauración y a los que les hemos puesto marcos más modernos.

De todo lo que han conservado, ¿qué le ha hecho especial ilusión mantener?

—Las vidrieras de la casa son un espectáculo, y era imposible no mantenerlas y no resaltarlas. Así que las vidrieras que estaban en una capilla, forman parte ahora de la zona de coctelería. La escalera principal también se ha mantenido, al igual que las alturas. Nos ha llevado mucho tiempo pensar cómo hacerlo antes de abrir en canal el edificio. Además de los aspectos arquitectónicos hemos tenido algo que ha sido muy fácil de mantener y que no se puede comparar con ninguna otra cosa, que son las impresionantes vistas que tiene Getxo.

Tampoco han querido desatender el aspecto gastronómico.

—En estos hoteles de lujo el producto final tiene que se muy consistente. Si tiene un hotelazo con unas habitaciones impresionantes, la gastronomía y el spa tiene que estar a la altura. No puedes tener desequilibradas tus áreas. Con esta remodelación la gastronomía tenía que ser importante y en Bizkaia no puedes aportar por otra cosa.

Especial importancia a la gastronomía, un spa y hasta pista de croquet, no va a faltar de nada.

—Lo que se van a encontrar los clientes es el resultado de un trabajo que se ha centrado en buscar qué es lo que el cliente de estas características quiere. Nosotros ofrecemos lujo y nuestra responsabilidad es averiguar qué parte del lujo quiere que el cliente que le demos; algunos querrán que sea una experiencia más gastronómica, otros más cultural, otros le darán más importancia al spa, y nuestra obligación poder ofrecer un buen producto a cada uno de ellos.

¿Había en la zona una necesidad de un hotel de estas características?

—Si te coges toda la costa cántabra y vas hasta Biarritz, faltaba una de las grandes damas de la hostelería. Faltaba en Bizkaia ese hotel de lujo clásico, pero vanguardista; porque el lujo del norte es un lujo muy sostenido, nada excéntrico.