TITULADO Koganbana, fue cosido tomando como referente la Higanbana, “una especie de lirio que crece en Japón”, explicó el tándem creativo Laida Swett, que ganó el primer premio en la categoría adulta de corte confección del concurso de vestidos de papel de Güeñes. “Allí se llama Higan a los días en que se producen los equinoccios y el término bana significa flor; por florecer en esa época se la considera flor de otoño y símbolo del país. En la cultura está asociada la muerte, ya que el término Higan puede aludir a los espíritus, mientras que, por el contrario, la palabra Kogan hace referencia al mundo físico que habitamos, del sufrimiento”, describieron. De ahí la tela de araña en vibrante rojo “etérea y suspendida en el aire, como los pétalos de la flor, un tejido que irradia este color envolviendo el cuerpo físico, abrazando su desdicha, ayudándole a sanar el dolor que supone todo proceso de cambio, de forma que se funde con el cuerpo hasta teñirlo de rojo y la fuerza que irradia, a pesar de su delicadeza”. Todo un viaje, no el único de los 23 trajes a concurso en total que capturó la inspiración en la cultura nipona. Pero desde el parque Arenatzarte el público voló también a Italia, Estados Unidos, Egipto, con un señorial rey Escorpión con capa desplegable, la obra de Gaudí, el country o la fusión entre Euskadi y Andalucía mezclando txapela con volantes. Y este año, el rosa estuvo muy presente. Los diseñadores no pudieron sustraerse a la fiebre de Barbie.

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En imágenes: así ha sido el desfile de vestidos de papel de Güeñes Borja Guerrero

Reconocida con el primer puesto en la modalidad de diseño y originalidad, con La dolcezza dell’ Italia, Cristina García Sigüenza, de Calahorra– quien ya había recibido antes los aplausos del triunfo en Güeñes– rindió homenaje al inmenso patrimonio artístico en los vivos colores de las edificaciones de Cinque Terre o la Costa Amalfitana, junto con el toque que recordaba “a la cerámica de Sicilia”, señaló. Un conjunto formado por vestido, abrigo y un sombrero a juego.

Libros desechados

Un moderno top complementado con falda bordada con flores elaborados con papel de mantelería por la santurtziarra Inmaculada Castrillo y el tributo a las bibliotecas de la getxotarra Mila Marqués, con su vestido confeccionado a base de publicaciones no utilizadas que fascinó con su espectacular tocado con forma de libro abierto fueron reconocidos con los segundos puestos en corte y confección y diseño y originalidad respectivamente. Mariví Merino recogió el premio local Roberto Comas con su reinterpretación del icono Barbie. La modelo pisó con fuerza la pasarela luciendo pelo corto y gafas mientras hablaba por un teléfono móvil, también rosa.

Cinthya Cubillo, de Santurtzi, copó los primeros puestos de la categoría infantil. En corte y confección recordó a la leyenda del country Loretta Lynn, fallecida el año pasado a los 90 años. Un bolso con forma de radio redondeó el look que enamoró al jurado igual que su adaptación de la obra de Gaudí en el apartado de diseño y originalidad. Más de 3.000 piezas modulares de folios y manteles moldeadas con la técnica de origami para adoptar las tres dimensiones enamoraron al jurado. El unicornio de Raquel Cámara resultó vencedor entre los y las participantes procedentes de Güeñes.

Además, el jurado compuesto por el modisto y director de Javier Barroeta Javier Barroeta Bilbao School of Haute Couture , la diseñadora de moda y vestuario escénico Betitxe Saitua y la directora académica del Basque Bio Design Center, Adele Orcajada, concedió dos accésit: a la gallega Eva Soto y Sara Barrenetxea, de Güeñes.

BioMateriales con lana

Además, el investigador del Basque Bio Design Center Eduardo Loreto presentó cinco creaciones que sirvieron de carta de presentación para el trabajo que desarrolla en las instalaciones de Güeñes. Tres de los modelos se armaron a partir de lana de oveja latxa para poner en valor la lana vasca y “evitar que problema que representa el despilfarro de toneladas al año”. “He transformado el material en celulosa, y a partir de ahí, a madera de lana y papel sucesivamente”, detalló. Elaboró los otros partiendo “de la pulpa de las zanahorias que se han utilizado previamente para extraer el metal del suelo, es decir, que se han usado para descontaminar el suelo; de esa pulpa de la hemos creado módulos a los que hemos dado forma cortándolo a láser para ensamblar en los diseños”.

Todo el proceso de los cinco vestidos le llevó “un mes, a lo que hay que sumar la investigación previa”. Una labor artesanal la que se pudo admirar entre las esculturas de Mikel Lertxundi que presidieron el escenario.