La Virgen de la Guía mantuvo ayer su enorme, su gigantesco séquito de fieles. Era la Grand Départ del Tour por Bizkaia y pasó cerca, al otro lado de la ría, pero los portugalujos, en su mayoría, a lo suyo: a vivir, sentir y disfrutar su fiesta más querida y que San Roke les perdone a todos. Entre 40.000 y 50.000 personas del municipio y de zonas de alrededor abarrotaron Coscojales, la plaza del Solar, la del mercado, el Ojillo, el Arrantze… No hay un día igual en la villa. En familia, en cuadrilla, jóvenes, no tan jóvenes, mayores… Todos participan en la celebración que no se termina, la de las 15 horas de programación y la de sin reloj para los cuerpos que aguanten.

El amarillo era el color ayer en el Territorio, pero en Portugalete se volvió a imponer el blanco y el azul, las tonalidades predilectas para recibir a la Guía. Sí se notó que la ronda gala atravesó Getxo en torno a las 13.00 horas y en esos momentos anteriores y en los posteriores hubo un continuo ir y venir de gente en el Puente Colgante, que hasta tuvo que transportar a personas en la parte destinada a los vehículos; además, el bote reforzó su servicio y habilitó dos embarcaciones. Fue un paréntesis en la jornada festiva. Había tiempo para todo. El pistoletazo de salida fue a las 9.00 horas con el txupinazo y el tradicional izado de dominguines, uno de los símbolos de la Guía; esos dos grandes muñecos de trapo que penden de una cuerda sujeta en sus extremos a dos balcones de Coscojales. Representan un matrimonio, Domingo y Dominga, que vivió en esta calle, y que eran muy aficionados al vino, por lo que eran invitados a tomar txikitos por doquier, siendo la diversión de la fiesta. La misa en la basílica de Santa María, a las 11.00 horas, la procesión marítima por mar hasta El Abra y por tierra, desde las 12.00 horas, fueron los otros principales ingredientes de la mañana, maridados con la bebida que sea en todas las terrazas de los bares del casco viejo y de pie en cualquier hueco de Coscojales. “Es un día que gusta mucho en Portugalete, no sé si es por ser al principio del verano, por ser un día muy para los de casa…”, reflexionó Ana. “Es una fiesta muy emotiva y que representa nuestra tradición marinera; es muy íntima y personal”, coincidió en señalar el alcalde jarrillero, Mikel Torres, en los micrófonos de Onda Vasca, la emisora que se sumó a la celebración con un programa especial desde la localidad. “Creo que lo que más ilusión nos hace es que es un reencuentro entre portugalujos, que por razones laborales o personales muchos tuvieron que salir, pero en este día siempre vuelven”, añadió el primer edil. Es el caso de Igor, que lleva años residiendo en Barakaldo, pero que nunca falla en la Guía. “Y te encuentras con tus vecinos de antes, con los que estudiaste, con los que salíamos por Santa María...”, comentó. En efecto, para muchos portugalujos es un viaje al pasado plagado de emociones.

Tengo un novio chiquitín...

La bajada a las 15.00 horas es ese instante que corrobora la fortaleza tan particular de esta festividad. Miles de gargantas cantando: “Tengo un novio chiquitín, que se llama Nicolás, si lo quieres conocer, sube arriba y lo verás...” es una estampa espectacular. Luego, todos a comer en los bares y restaurantes locales, en las terrazas y en los comedores. Las cuadrillas tienen todo reservado desde hace semanas. A partir de las 18.00 horas, regresó el ritmo con la animación callejera, el concurso de sokatira e irrintzis, los encuentros corales de canción portugaluja, etc. Mientras más y más personas se fueron incorporando a la celebración o se fueron retirando... El toque de queda oficial llegó a medianoche, con la bajada con la banda municipal por Coscojales y la tirada de los dominguines.

Pero claro, para muchísimas personas aún era pronto... La noche es joven. Eso sí, a las 6.00 horas estaba prevista la entrada del personal de limpieza y de las máquinas. Alrededor de 47 trabajadores se afanan por retirar las huellas de la intensa e inmensa fiesta. Tras la labor habitual, suelen emplear productos químicos específicos para quitar los malos olores. Se amplía el servicio de limpieza y también el de seguridad, con la colaboración de la Ertzaintza y con cerca de 50 agentes de la Policía Local desplegados.