n la mente de muchas personas la lacra y la sinrazón del nazismo queda muy lejos tanto temporal como físicamente, pero nada más lejos de la realidad. Hace tan sólo 80 años en el corazón de Europa había campos de concentración nazis y, en ellos, había vascos y, concretamente, se ha demostrado la presencia de siete jarrilleros en estos campos del horror. Ayer jueves, coincidiendo con la conmemoración del Día de la Memoria en Portugalete, la noble villa jarrillera homenajeó y recordó a los siete vecinos portugalujos que acabaron en los campos de concentración nazi.
Ese recuerdo llegó con un acto tan sencillo como simbólico que tuvo lugar en los exteriores del centro cultural Santa Clara, allí donde una obra creada por Juanjo Novella recuerda a todos aquellos portugalujos que fueron víctimas de la sinrazón de la guerra. “Los actos para la recuperación de Memoria Histórica del Ayuntamiento de Portugalete buscan ayudar a construir una memoria colectiva para que a las víctimas se les devuelva la dignidad que les corresponde en la historia del país y aprender para no repetir. El tiempo transcurrido y la fragilidad de la memoria hace imprescindible para la puesta en marcha de estas acciones acudir a la colaboración de quienes incansablemente hacen un esfuerzo ímprobo por rescatar estos episodios del olvido”, declaró Mikel Torres, alcalde de Portugalete. Tras la cifra de siete jarrilleros deportados a campos de concentración nazis hay siete duras historias, siete vidas que se truncaron por la necedad humana, por unos errores que el ser humano nunca jamás debiera repetir. Para tratar de que no se vuelvan a repetir hechos tan terribles, la mejor medicina es la memoria, recordar qué pasó para que nunca jamás vuelva a suceder. Que sirva de algo lo que sufrieron Mario Achalandabaso Arnáez, Julián Iriondo Hornes, Juan Cruz Leiva Martínez, Armando López Balgañón, Pedro Madariaga Recalde, Juan Antonio Zarandona Careaga y Francisco Juan Zarandona Fernández. Ellos son, con nombres y apellidos, los siete portugalujos víctimas del nazismo y a quienes con el acto de ayer jueves, su localidad les devuelve parte de la dignidad que los nazis les robaron. Estas siete personas fueron deportadas a diversos campos de concentración entre los años 1940 y 1945 y sus duras historias no pueden caer al cajón del olvido. El silencio ha sido, en muchos casos, la dura compañía de todo lo que han padecido las familias de los deportados y en el acto de ayer jueves, Lola Madariaga, hija de Pedro Madariaga Recalde, vio cómo Portugalete devolvía la dignidad a su padre.
Estos actos de memoria, dignidad y reparación de las víctimas también son muy importantes por el componente educativo que conllevan y, en este aspecto, en el acto de ayer estuvieron presentes alumnos y alumnas del IES Zunzunegui, quienes hicieron una breve semblanza de los siete deportados con la compañía del grupo de clarinetes de la Escuela de Música de Portugalete. Los claveles blancos que se depositaron junto a la obra In Memoriam de Juanjo Novella sirvieron para visibilizar el pesar y el recuerdo de lo que ocurrió con estas personas hace 80 años, ayer jueves como cada 22 de junio, fecha de la entrada de los franquistas en la villa, Portugalete ahondó en su memoria histórica para tratar de que nunca jamás se repitan barbaries del pasado.