El legado de la diseñadora Vivienne Westwood impregna La Encartada Moda, el encuentro que acogía este fin de semana el museo foral de Balmaseda. No sólo una persona que la conoció bien y trabajó con ella, Daniel Lismore, protagonizó una de las ponencias, sino que a lo largo de las dos jornadas de desfiles, exposiciones y talleres se escuchó muchas veces una de sus máximas: “compra menos, elige bien, haz que la ropa dure”. Una síntesis perfecta de la filosofía de este año centrado en el concepto de upcycling, el reciclaje para imprimir a la industria de una perspectiva más respetuosa con la preservación del medio ambiente.

Mariángeles Aguirre, cofundadora de Therapy Recycle and Exorcise pronunció el mensaje de la recordada creadora británica fallecida el año pasado durante una mesa redonda en la que compartió el proceso de creación de esta empresa radicada en Berlín que aprovecha hasta los descartes de sus propias prendas para lanzar nuevas colecciones. En realidad, “el upcycling es milenario, mi abuela ya lo practicaba cuando adaptaba nuestra ropa o con lo que sobraba cosía trajes para las muñecas”. “Las circunstancias de la vida” llevaron a Alemania a esta argentina que comparte con su hermana la pasión por la moda, con la que regresa periódicamente a la ciudad de Córdoba que las vio nacer “con tradición de marroquinería” a abastecerse de productos que puedan reutilizar. Aliadas en este proyecto, “el 90% de lo que sacamos es vintage o de segunda mano, producimos a baja escala, no seguimos las tendencias y nos adaptamos a los cuerpos con más de un talle por cada prenda”, plantando cara así a los conjuntos casi de usar y tirar. Además, “las fábricas nos ceden lo que desechan y cuidamos el postconsumo: armamos las colecciones a partir de lo que hallamos, tratando de no tirar nada”.

Un modelo de Aiza Couture confeccionado con retales de otros vestidos.

Define sus doce años en esta aventura como una mezcla de “producción y servicio entendiendo el trabajo y el tiempo que hay detrás de lo que hacemos con el objetivo principal de ofrecer calidad y artículos únicos”. “Vendemos y también alquilamos”, una tendencia que se abre paso poco a poco.

En la práctica, este funcionamiento se tradujo el año pasado en la “venta de 700 ítems; por cada kilo reutilizado se ahorran 25 kilos de dióxido de carbono, en base a estos datos significa que evitamos la emisión de siete toneladas”. “Cuestiónalo todo. Es decir, ¿por qué esta prenda no sirve?”, trasladó a la audiencia congregada en una sala junto a la maquinaria original de la fábrica textil en activo entre 1892 y 1992. Inevitablemente, “va a haber que cambiar el modelo de producción, ahora se hace por presión de la opinión pública, pero llegará un momento en el que se promulguen leyes”.

Olatz Pereda y Eduardo Loreto, del Basque Bio Design Center.

“Desde hace unos tres años, de repente, estamos de moda”, relató Mari Luz Ferro, coordinadora general de Koopera. La entidad que busca una salida laboral a personas en riesgo de exclusión a través de la reutilización de ropa y complementos desechados y depositados en contenedores “muy reconocibles en nuestras calles” jugó un papel “pionero hace ya treinta años”. Cuentan con “34 tiendas en todo el Estado” a las que se destinan aquellos artículos en condiciones de disfrutar de una segunda oportunidad. A la planta de tratamiento de Mungia llegan “15.000 kilos al día que clasifican setenta personas que deciden en un segundo si se envían a vender o, lo que no tiene salida, a reciclaje”. Reciben prendas “usadas pocas veces, incluso con la etiqueta puesta” que denota que ni siquiera han sido estrenadas.

Iban Bujan relató su experiencia en Emaús Fundación Social “muy similar a Koopera” en la producción de “complementos o mochilas reutilizando residuos como, por ejemplo, banderolas publicitarias”. “Debemos arreglar la ropa y no comprarla nueva, pero el problema reside en el bolsillo, el coste”, reflexionó.

Soledad Santisteban, de la Asociación para la Creación Textil.

Basque Bio Design Center

El Basque Bio Design Center de Güeñes no podía faltar en esta cita con la moda sostenible. Los investigadores Olatz Pereda y Eduardo Loreto mostraron cómo “un pantalón y una falda se pueden convertir en blusa, la lana de oveja latxa da lugar a botones y la arcilla se convierte en un material flexible”. “Lo más difícil es cambiar la mentalidad”, asumió la joven de Alonsotegi. Su compañero añadió que el upcycling “ya representa el presente y deberemos modificar la manera de diseñar”.

Asimismo, La Encartada alberga hasta octubre la exposición con 111 obras de cincuenta artesanas de la Asociación estatal para la Creación Textil.