Una situación complicada y en algunos casos límite. El sector primario de Bizkaia continúa luchando día a día contra la actual situación. Altos costes de producción, encarecimiento de los productos necesarios para producir y otros factores externos han provocado una alerta casi constante para las y los profesional del sector agroalimentario en el territorio. La presión inflacionista, las consecuencias derivadas de la guerra en Ucrania, las cada vez menores precipitaciones o el calor, son todos factores que preocupan y que inciden en el día a día de estos profesionales, que sin embargo, resisten a base de esfuerzo y muchas horas de trabajo a todo eso. 

Por momentos, el consumo de productos producidos en el sector agroalimentario ha aumentado. También lo ha hecho el precio de estos productos, que han llegado al consumidor final con una subida muy notable. Pero algunos de los datos positivos para el sector quedan eclipsados al restar esos costes de producción, que han aumentado muy notablemente.

De esto saben mucho las y los profesionales del agro vizcaino. DEIA ha querido conocer de primera mano la visión de estas personas que cada día trabajan por hacer llegar los mejores productos hasta los hogares vizcainos. Karlos Ibarrondo, presidente de Euskal Nekazarien Batasuna (ENBA) y ganadero de vacuno y cerdos con Eusko Label hace una visión general que no pinta demasiado bien. Destaca altos costes de producción, problemas con el calor o la falta de relevo generacional, entre otros.

“En el sector primario estamos acostumbrados a vivir en crisis, pero la sucesión de problemas de estos últimos años no la podíamos ni imaginar. Empezamos unas movilizaciones hace unos años porque creíamos que por pura especulación estábamos sufriendo una subida del cereal y los piensos que no se correspondía luego con los precios de ciertos productos. Reclamamos que se aplicara la Ley de la Cadena Alimentaria”.

Falta de alimento para los animales

Desde entonces “hemos venido arrastrando otra serie de problemas graves y la guerra de Ucrania ha reventado todo. Es cierto que Gobierno vasco y Diputación han invertido en que el sector no se desmantele del todo, pero a pesar de ello se han sacrificado muchas cabezas de ganado porque la gente tenía que hacer caja como fuera. Las instituciones nos han ayudado y estamos en esa coyuntura”, destaca. El clima tampoco ayuda, ya que “el verano pasado fue horrible de temperaturas, y una de las claves para que la ganadería extensiva sea rentable es que los pastos funcionen, y el año pasado nos acabamos toda la hierba que habíamos almacenado para el invierno, hemos pasado el invierno muy muy justos, y este año pinta peor”.

Es uno de los asuntos que más le preocupan. “Un animal no puede comer solo pienso, las vacas y terneras necesitan forraje. Como no haya para comer se tiene que matar animales”. Una solución es, como se hizo el año pasado, que “se trajo un barco de maíz de Canadá, aquello hizo que no faltara pienso y retuvo el precio del resto, este año va a haber que hacer una gestión similar pero con forrajes, habrá que traer del exterior, de donde llueve”.

Ibarrondo señala que le preocupa “sobre todo el relevo, porque nosotros aguantaremos hasta que podamos, pero quién va a querer meterse en este sector ahora, con esta incertidumbre y todo el trabajo que conlleva. Estuvimos hablando con la Diputación de Bizkaia y nos emplazaron a que expusiéramos unas medidas de choque. Se han detectado problemas sobre los que actuar, como adecuar el plan de ayudas, gestionar mejor el suelo, posibilitar cambios de uso de forestal a pastos, o a siembra, atacar el problema del relevo generacional…”. Este ganadero pone en valor al sector: “No olvidemos que lo que hacemos en el primer sector es producir alimentos de calidad, no se nos tiene que olvidar”.

Los costes de producción, un problema extendido

La ganadera Miren Ardeo es una de las que también destaca la complicada situación de su sector. “En estos momentos el mayor problema que tenemos es el coste de producción, estábamos ya poniéndonos a un nivel normal con el precio de la leche que había subido pero en estos momentos han vuelto a bajar el precio que se nos paga. Este es un problema extendido”, comenta. En su caso, la explotación de vacas de leche que tienen en Gatika la llevan entre ella y sus tres hijos, su marido se ha jubilado recientemente. Producen leche y la recría también la hacen en la misma explotación. Tal y como cuenta Ardeo, en estos momentos “para el coste de precios que tenemos, el precio que se nos va a pagar no es suficiente, por eso mismo vamos a tener que sacrificar vacas”. Lo único que reclaman es que “se pague la leche al precio de coste, más una ganancia como tiene todo hijo de vecino por trabajar, claro. Cosa que ahora no podemos tener. De aquí a un tiempo va a haber que matar animales, el año pasado matamos 30 vacas, y va a pasar lo mismo”.

Pero también le preocupa el clima, ya que "el calor que ha habido y que vendrá, eso a las vacas de leche les afecta mucho, por tanto van a dar menos leche y nos vamos a encontrar con un escenario muy pesimista; costes de producción altos, precio bajo a la hora de vender la leche y además menos leche”. Otro dato preocupante en su caso es que, “si en el 2021 tuvimos millón y medio de toneladas de maíz”-plantan maíz para pienso-, “el año pasado con la sequía y las mismas hectáreas que hubo, sacamos unos 500.000 kilos”. Para plantar el maíz, también “han subido las semillas, el abono...”.

Ardeo espera que “las ayudas lleguen cuanto antes, porque aquí van a sacar una línea de ayudas y es verdad que el año pasado cobramos subvenciones que en España no cobraron, pero no puede ser una solución a futuro”. Por otra parte, asegura que “en estas condiciones no hay relevo. Yo trabajo con mis tres hijos, pero claro, en estas condiciones de ver que no queda un duro, ver el sacrificio que hay cada día… pues hay veces que se les quitan las ganas de seguir con esto”.

Tampoco es nada optimista Andoni Ojanguren, productor de Txakoli que, a sus 68 años cree que la situación es “límite” para muchos productores. También pone el foco en el alza de los costes de producción: “Es un tema que está afectando cada vez más. Por ejemplo, los costes de botella, el millar que nos costaba alrededor de 329 euros, este año ya son 410 euros”. Es uno de los datos que pone como ejemplo Ojanguren, quien añade que “también el corcho ha subido”. En total, podría decirse que “el coste para vestir una botella ha subido unos 45 céntimos, por cada botella y no hablamos del coste total para producir el txakoli, sino solo la botella; vidrio, corcho, etiqueta…”.

Alza de precios de los productos

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Para Andoni una de las peores trabas de todo esto es que “tienes que andar cambiando el precio de tu producto en base a los gastos que estás teniendo. Es decir, está pasando mucho que vendes txakoli a un bar, y a los meses le tienes que decir que ha subido, es algo muy difícil y duro. Antes en general en un año el precio no se movía”, comenta. Por lo tanto, "no nos ha quedado otra que subir precios, al igual que en muchos otros sectores".

Pero los costes que han subido no solo se aprecia en lo que es la botella, porque durante todo el año hay trabajo que hacer. “Al año, nosotros solemos hacer de 8 a 10 tratamientos en los terrenos, y todos esos productos fitosanitarios también han subido. Lo mismo con el tema de filtrar el vino, ya que las placas de celulosa también están más caras”. Como resumen de la situación, “podría decirse que no hay un producto que no haya subido”, concluye este productor de Txakoli. En su caso, su hija es quien está cogiendo el relevo del negocio y espera que siga siendo así, aunque admite que hay otros muchos productores del primer sector que se van a encontrar con muchos problemas de cara a encontrar ese relevo que garantice la supervivencia de un sector importante para poder seguir contando con productos locales y de calidad.