Orgulloso y con los pies siempre en el suelo se enfunda para ser fotografiado sus dos medallas de oro de campeón del mundo. El durangarra Paul Bereziartua fue el mejor en el duatlón y triatlón de montaña de su categoría (20-24 años) celebrado la semana pasada en Ibiza. Con el objetivo de poner en valor sus dos primeras medallas en un mundial, el Ayuntamiento le realizó ayer miércoles una recepción institucional en el edificio consistorial. En este sentido, valoró enormemente los dos oros, pero sin volverse loco. “Campeón del mundo es una palabra muy grande que tampoco hay que creérselo al 100%. Considero que ese día fui el mejor en ese margen de edad. Me salió una buena carrera porque las características del circuito me venían muy bien, pero por encima mío están los profesionales, los que de verdad se dedican a esto y no quiero quitarles valor a ellos”, explicó con humildad el deportista de Mugarra Triatloi Taldea.

Y es que a sus 22 años, Paul demuestra gran madurez. Valores que ha mamado desde niño; con cariño recuerda sus primeras pedaladas con cuatro años y fue con ocho cuando decidió comenzar en la escuela que puso en marcha en ese momento Mugarra Triatloi Taldea. Eran los inicios de un proyecto formativo que este año cumple su decimoquinto aniversario y donde Paul ha estado ligado siempre; primero como alumno y desde hace tres años, como responsable junto a Lide Azueta. “Esto nos da una vinculación y un sentimiento de pertenencia muy fuerte con Mugarra Triatloi Taldea. Me acuerdo especialmente de Oihane Quesada, Iñigo Lariz, Adrián Ardanza y Roberto Corujo”, repasó agradecido a sus formadores.

En la actualidad, la escuela mantiene la esencia de sus inicios con el propósito de que los jóvenes disfruten de manera lúdica de las tres disciplinas (natación, ciclismo y carrera) y vayan conociendo este deporte. “No tenemos ningún objetivo de rendimiento ni de competición con los chavales. Lo fundamental es que disfruten practicando este deporte. Cuando llegan a cadetes sí que tienen la opción de competir si sienten la curiosidad de hacerlo”, puntualiza el entrenador con Nivel 2 de Triatlón.

Al margen de formar a los más jóvenes, Paul también entrena para sus pruebas. Más allá de objetivos clasificatorios, disfruta día a día del deporte. Esa pasión siempre se ha respirado en su casa. Y es que su aita, Txela, uno de los fundadores de la entidad en enero de 2004, sigue competiendo. “Verle toda la vida ligado al deporte ha sido una motivación para mí y compartimos esta afición. El apoyo de ama y mi hermana Anne también ha sido muy importante siempre”, valoró agradecido a su familia.

Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, Paul está terminando el máster CAP de Educación. Mirando al futuro defiende con criterio que “ser profesional en deportes minoritarios como el triatlón es muy duro. Exige una dedicación casi completa de tu vida y no me gustaría tener esa obligación. El deporte para mí es ocio; me gusta entrenar a altas intensidades, pero no me marco el objetivo de ser profesional”, zanjó a sus 22 años. l