Con apenas 16 años empezó a volar sobre el mar a bordo de una moto de agua siguiendo los pasos de su padre Iñaki, apasionado de la motonáutica desde hace tres décadas. Esa combinación de velocidad, habilidad y pura potencia, adrenalina y carreras al borde del asiento fue lo que le enganchó tras acompañar a su padre en un entrenamiento. Sin embargo, enseguida se dieron cuenta de que Ian Traba tenía madera de campeón. “Al tercer día ya se le veía que tenía pericia”, relata Iñaki. Ahora con 18 años recién cumplidos se acaba de proclamar en Getaria campeón de la Basque Country Cup, “el Dakar del mar” y del campeonato de España en Oropesa del Mar (Valencia).

En el campenato estatal.

Además, en esta última competición estatal lo han celebrado por partida doble ya que se han impuesto padre e hijo. “Cada uno corremos en una categoría diferente, Ian en motos con turbo y yo sin turbo”, explica Iñaki. Pero, sin duda, lo que le ha convertido en una auténtica promesa es su precocidad pilotando a más de 120 kilómetros por hora. “El mérito que tiene es que es el piloto más joven de la parrilla y si sigue con esta progresión va a ser muy bueno”, destaca su aita.

Y es que en la motonáutica no hay categorías en función de la edad. “Si yo tuviera una moto como la suya podríamos competir juntos”, desvela. Una situación que le gustaría que se produjese más pronto que tarde. “Me gustaría que se pasara a las motos sin turbo porque las que tienen turbo se le rompen, como le pasó en Getaria en la cuarta carrera. Allí las dos últimas pruebas las tuvo que hacer con mi moto y yo retirarme cuando iba primero”, relata. No obstante, el amor de un padre va más allá de la competitividad.

Iñaki considera que, aunque las motos con turbo le permitan ir más rápido, “son más difíciles de pilotar y son más costosas”, señala. Una circunstancia nada desdeñable si se tiene en cuenta que padre e hijo corren con los gastos del material para competir. Todo por una pasión por la motonáutica que a Iñaki le ha llevado a tener a lo largo de su vida “90 motos de agua” y a labrarse un nombre no sólo en Bizkaia, sino a nivel estatal compitiendo en las modalidades offshore y rallyjet.

Un entusiasmo por abrir gas sobre el mar que comenzó de una forma muy curiosa a raíz de que un cliente le dejó en la empresa una moto de agua como depósito por una deuda. “Me dijo: mientras tanto, úsala. Esto fue en 1995 y era una moto de dos tiempos. Me gustó tanto que desde entonces no he dejado de andar”, reconoce. Ni el hecho de haber tenido algunos sustos le ha frenado. Sin embargo, en un principio a Ian “no le llamó tanto la atención” hasta que hace dos años empezó a seguir los pasos de su padre. “Durante la pandemia, como estoy federado podía ir a entrenar, pero ir sólo es complicado porque si te pasa algo estás vendido. Entonces, como tenía dos motos, un día le dije que me acompañara. Al de poco tiempo empezó a destacar y al de unos meses decidimos ir ya a un campeonato. En la primera carrera no consiguió hacer podio porque se cayó a cien metros de meta, pero ya en la segunda logró un segundo puesto y en la tercera ganó el gran premio de Asturias”, recuerda. Dos años después, en Getaria, Ian consiguió llevarse la primera edición de la Basque Country Cup, organizada por la Federación Vasca de Esquí Náutico y Motonáutica con el respaldo de EKFB y Euskal Selekzioa. Se trata de una prueba de carácter internacional en la que se puso a prueba la resistencia y la fuerza de los pilotos. “Fueron tres días seguidos de competición con seis pruebas seguidas de mañana y tarde. Fue durísimo y más en este mar Cantábrico”, reconoce Iñaki. La prueba de resistencia de motos acuáticas coincidió con el nombramiento oficial de la Euskal Selekzioa de motonáutica, donde los pilotos vascos lucharon por estar en lo más alto del podio junto a los mejores pilotos a nivel internacional. “Ganar esa carrera es uno de los mejores premios que se puede tener en motonáutica”, apunta. En concreto, la prueba estuvo dividida en seis etapas.